A segunda vista [L #1] - Último Otoño

Capítulo 23; Subasta VII

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Los tacones me están matando, he dado tres vueltas en busca de plantillas y la chica de utilería está perdida entre tantas órdenes girando en torno al comienzo de la pasarela. Todos están agitados ya que los Livinstone se vuelven más autoritarios de lo normal asegurándose de mantener sus estándares de perfección para cada proyecto. Así solo este uno de ellos y en esta ocasión la familia completa estará presente entre sus invitados.

Vuelvo a la oficina de vicepresidencia puesto que mis labores como asistente e intento de guía siguen vigentes. Al abrir la puerta me encuentro con el padre de Isaí ayudándolo a acomodarse el traje. Es una imagen muy dulce, ver tanto apoyo en una pequeña acción.

—Permiso, vengo por Isaí.

Les informo para adentrarme lo más reservada posible.

—Adelante señorita Hasson —Responde sonriente el señor—. Ambos se ven muy bien muchachos, traten de no opacar a Alessandro o no lo soportaremos las siguientes semanas.

Como si eso fuera humanamente posible.

—Gracias señor Livingstone —ladeo forzando una sonrisa.

—Haremos el intento papá —asegura don seguridad—, pero dudo que Jolie en ese vestido no levante suspiros, incluso a mí me tiene creando hipótesis.

Su padre niega apenado pidiendo que disculpe la impertinencia de su creación.

—Nos encontramos allá, sean puntuales o ya sabemos que conductor terminará hospitalizado del coraje.

Ambos nos reímos despacio mientras él abandona la oficina dejándonos solos en un silencio bastante incómodo. Así que de este modo se siente tener un ex.

Giro a mirar bien a Isaí, porta un luminoso y formal traje azul celeste, su claro cabello perfectamente peinado hacia atrás luce más oscuro de lo que es, el delicioso aroma de su colonia propaga su fina fragancia por toda la oficina, como a diario.

Tiemblo en cada paso en el que escudriño como tomar mi mochila e intentar huir antes de que mis hormonas arruinen mi fortaleza.

—¿Ahora ni siquiera me saludaras? ¿Tan mal me queda esto? —señala su traje.

—Discúlpame, estoy tratando de recordar como respirar.

Sonríe con aquella seguridad imponente. Al tenerlo tan cerca siento una corriente magnética atraerme hacia él y no recuerdo haber visto su nombre en los temas de física o mucho menos en las explicaciones sobre cómo afecta él la gravedad en la tierra.

—¿No se ve ridículo lo que uso? —pregunta distraído.

—No.

Niego casi contra él, estoy tan cerca que seguro estamos reciclando el aire.

—Perdí una apuesta ayer en el desayuno con Alessandro y ahora debo usar uno de los trajes de su nueva línea de ropa, seguro apareceré en alguna portada por su culpa.

—Te ves delicioso.

—Vaya, eso no lo esperaba.

—Perdón, era...—niego con la cara hirviendo—, no me puedo concentrar, no te aproveches.

Reímos juntos, su dedo índice comienza a recorrer mi brazo y se sigue hasta mi hombro.

—¿Tú qué traes puesto, Jo?

Tomo su mano y la abro para deslizar las yemas de sus dedos por la texturas de la esponjosa falda azul, la rugosidad del corset beige y la forma de los accesorios color plata que uso. Si, le describo todo a detalle.