Isaí no quita el desagrado de su cara, ni siquiera puede disimular que algo le disgusta. Mantiene sus facciones endurecidas y sus brazos cruzados sin el mínimo espacio para mí.
—La verdad estoy muy incómodo aquí, ¿Puedes llamarle a David para que regrese por mí?
Pide sentándose con todo el propósito de marcharse.
—No te vayas hoy, por favor, quédate conmigo, no quiero estar sola —mi voz sale más rota que mi poca estabilidad, por lo que mis manos se aferran a él como como único antídoto.
—Como si de verdad quisieras estar conmigo, Hasson —Susurra fatigado forjando mucho más ese muro que se esmera acrecentar entre nosotros—. Me voy a quedar, pero déjame en paz y duérmete.
Se gira a darme la espalda, de inmediato siento una punzada en el pecho por su indiferencia, realmente no sé qué hice y con esta mezcla de emociones que no puedo drenar aunque repase toda la velada no encontraré nada. No logro aterrizar, a decir verdad no tengo ganas de pelear, por lo que opto solo por abrazar su cintura, mientras él permanece quieto y callado.
No es su culpa que yo esté tan frágil y que las grietas que me cubren comiencen a extenderse.
Que no tenga el valor de contarle mis temores de años atrás, porque justo ellos me hacen creer que revelarlos me alejara de él, tal como me lo decía Dayton. Ningún hombre quiere la sobras de otro.
Escucho su respiración, sus latidos, cuando pasa saliva de vez en cuando, y sobre todo percibo sus intentos por alejarme. Finjo estar dormida para que no lo haga. Oficialmente hoy no soy fuerte, hoy si quiero que me protejan, hoy mi peor enemiga es mi mente, soy yo.
Supongo que pasaron algunas horas para que el ruido de mi cabeza me permitiese dormir, porque gracias al cielo la siguiente vez que abrí los ojos la claridad invade la habitación.
Me muevo lento, pues lo veo completamente dormido abrazado a mí, así que con cuidado me retiro de su agarre para deslizarme de las sábanas al baño para posteriormente ir a la cocina, donde aún en búsqueda de paz busco como ocupar mi mente, mi cuerpo, como quedarme quieta. Encuentro lo necesario para preparar crepas, pero a falta de algunas cosas decido salir por ellas.
A mí regreso reviso si continúa dormido, para mí fortuna no se percató de mi ausencia.
—Buenos días.
Beso con travesura sus labios en repetidas ocasiones subiendo a su lado.
—Buenos días —Responde apático—. ¿Ahora sí puedes llamar a David? En serio quiero irme.
—¿Por qué no te quedas un poco más?
Acaricio su cabello despeinado sin lograr quitar el disgusto de su cara y ninguna de mis caricias surgieran efecto.
—Te haré algo muy rico —formulo con doble sentido y él ni siquiera se inmuta—. Es aquí cuando sonríes hacía un lado llenando de travesura ese rostro angelical y yo te digo; El desayuno pervertido, aunque si termino complaciendo tus ideas porque bueno, amo que seas mi príncipe en público, pero mi dueño a solas.
Comento con miedo a que toda aquella conexión se haya esfumado está mañana.
—¿Y si maduras?
Mis mejillas arden, me quito de encima para sentarme junto a él.
—¿Por qué estás tan enojado?
—Estoy normal.
—Is, vamos no estás actuando como tú, tu yo de las mañanas es mi favorito. Me abraza y me llena de amor.

ESTÁS LEYENDO
A segunda vista [L #1] - Último Otoño
RomanceHoy volví a soñarte, tenías esa perfecta sonrisa contra mis labios, pude ver el brillo de tus ojos reflejados en los míos, sentí el calor de tu piel al ras de la mía, sentí mi amor crecer, sentí tu necesidad de mí, escuché tus palabras y soñé despie...