Capítulo 8

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Vientos preciosos se estrellaban en tu cabello de manera escandalosa, tus brazos se enredaban en su cintura tal cual como una serpiente. Con cariño observabas la ciudad y el precioso paisaje urbano que ofrecía el gran Liberio.
Disfrutabas demasiado estar en compañía de aquella mujer tan dulce como el azúcar.
De sus labios escapaban risas, no escandalosas ni estruendosas eran más bien pequeñas risitas de satisfacción y nervios.
Por su mente pasaban los numerosos ratos que vivieron juntas, desde que te encontró en el callejón hasta que te dio aquel beso acalorado. Ella había logrado conquistar tu corazón, eras aquella deseada amante que alegraría su vida y le haría cumplir su sueño.

Al principio parecía que era mera atracción sexual, sentías que esa imponente figura de científica rica era símbolo de adoración y alabanza, tu mente se creó la idea de tener un amo y con esos ojos mirabas a Hange. Yelena influyó mucho en ti psicológicamente, te pintó esa idea de amar durante años, "adórame cariño" eso te daba a entender con cada beso y cada caricia en tu piel que mayormente repudiabas.

Objetivamente sólo era tu perspectiva de creerte inferior a cualquiera con el suficiente poder como para someterte, tu mentalidad era simplemente la de una esclava. Tus aspiraciones fueron limitadas a tu entorno, fuiste severamente castigada por tu indiferente familia y por tu obsesionada abusadora. Zoe positivamente te dio otra perspectiva, con ese beso te demostró que no serías su criada personal o su esclava, ella realmente era diferente a todo y a todos porque verdaderamente te amaba.

Durante la noche tu calma fue increíblemente inmensa, te encontrabas acostada en el pecho de la castaña escuchando su tranquila respiración en sincronía con la tuya. Ella te infundía enorme paz y alivio, con cariño acariciaba tus cabellos mientras escuchabas el sonido de sus latidos con una sonrisa. Por el momento te sentías simplemente bien pero igual te incomodaba recordar la llamada de tus padres donde te reclamaban por no haber vuelto a casa esa noche.

Besaste su mejilla intentando pensar positivamente, ella respondió besando tus labios con extrema suavidad y pasión, ambas intercambiaron su amor con lentas caricias en el rostro y palabras envueltas en capas de caramelo que hacían ruborizar sus mejillas. Pronto se metieron bajo las sábanas abrazándose en todo instante hasta que el sueño las acabó venciendo.

Aproximadamente a las cinco y cincuenta de la mañana te despertaste con algo de dificultad y pereza, miraste todo tu alrededor con los ojos entrecerrados, te sorprendió el hecho de no ver a Hange a tu lado.

—¡Buenos días dormilona! —saludó entrando al cuarto con tu desayuno.

—No te hubieras molestado Han. —Comentaste algo apenada con un tono adormilado.

La castaña mujer dejó los platos en la mesita de noche para luego arrodillarse a tu lado, en silencio pasó su mano por tus revueltos cabellos observando tus facciones con una mirada dulce.

—¿Acaso no puedo consentirte? —expresó fingiendo estar indignada.

—Bueno...

Ella colocó su dedo índice debajo de tu mentón mientras te guiñaba un ojo.

—No me tomes seriamente, ahora come que se nos hace tarde.

Después de aquel desayuno de deliciosos waffles decidiste salir de la cama para darte un baño de agua tibia. Las gotas cristalinas llenaron la tina casi por completo y al sumergir tu cuerpo todo tu sistema se relajó. En ese instante sentiste la calidez tomar el control total de tu piel, afuera se encontraba Hange tarareando una canción mientras delineaba sus ojos con un color negro intenso que resaltaba sus preciosos orbes ámbar.

Al salir fuiste recibida con un gran beso en la mejilla que sin duda alguna te tomó por sorpresa, ambas rompieron en grandes carcajadas que se escucharon por toda la habitación, todo debido a que le pareció muy graciosa la expresión de tu rostro. Te miraste al espejo de su tocador limpiando una lágrima invisible de tu ojo y ahí notaste la marca de su labial rojo resalatando en tu mejilla; Zoe respondió volviendo a dejar otra pero esta vez en tu frente. Pronto las dos terminaron de prepararse, ahora ambas se encontraban montando una motocicleta justo en la calle afuera de la mansión.

Mon Amour | Hange ZoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora