Capítulo 11

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El cielo casi repleto de oscuridad se veía parcialmente iluminado por la deslumbrante luz de la luna, existía una apenas perceptible brisa en el ambiente la cual removía las hojas secas de las plantas que lograron morir en la pasada época invernal. Se mantenía la calma justo en aquel horario, al menos para la mayoría de los habitantes.

La mujer de cabellos oscuros se encontraba algo frustrada en la biblioteca de su mansión ya que sus investigaciones no estaban dando resultados, la universidad entera esperaba trabajos perfectos de su parte y ella sentía el inmenso temor de no superar aquellas altas y absurdas expectativas.

Hange inhaló aire profundamente mientras masajeaba sus sienes, retiró sus guantes azulados y sus lentes protectores sintiéndose simplemente inútil. Suspiró con amargura mientras se daba media vuelta para ver el reloj, la una y cuarenta de la madrugada, no era tarde en lo absoluto.

Su cansado cuerpo se estremeció al escuchar un pequeño ruido, miró hacia la puerta algo sobresaltada encontrándose con su pequeño minino anaranjado.

—¡Albert! Qué susto me diste —exclamó aterrada mientras presionaba su pecho con la palma de su mano.

El felino la observó por unos instantes con sus ojos brillantes y verdes como esmeraldas, Zoe esbozó una media sonrisa mientras alzaba sus manos para tomarlo, pero como ya era costumbre el gato se alejó dándole la espalda. Una mueca se dibujó en el rostro de la mujer que ignoró al animal para ver la hora nuevamente. Hange comenzó a retirar su bata de laboratorio pero se vio interrumpida por un maullido agudo, ella volvió su vista hacia Albert y arqueando una ceja intentó averiguar lo que quería.

El animal maulló nuevamente rascando su oreja y caminando unos cuantos pasos, giró su pequeña cabeza como indicándole que lo acompañara. La de ojos caramelo pareció comprender así que retiró la blanca prenda de una buena vez y siguió a su mascota hasta uno de los grandes ventanales que daban vista hacia la parte frontal de la mansión y la calle del otro lado. Su mano movió una parte de la pesada cortina para observar, y ahí fue cuando notó algo extraño, al otro lado de la reja se encontraba la figura de lo que parecía ser una chica sentada en la acera aparentemente dormida o agotada.

La mujer de anteojos fue hacia la puerta principal de madera rústica, se detuvo unos cuantos segundos y finalmente la abrió de par en par sintiendo una inexplicable presión en el pecho, los pequeños faroles de la pared iluminaban la zona pero no eran lo suficientemente fuertes como para poder distinguir a aquella persona.

Hange se acercó con unos pasos sigilosos y lentos con una expresión algo nerviosa, ya cuando estuvo al frente tomó los barrotes de la reja mirando fijamente a aquel individuo que se encontraba a escasos centímetros, la cabeza de aquella persona se giró hacia su dirección y los ojos de Hange se abrieron debido a la sorpresa.

—¿Cielo?

—Han...

El rastro de lágrimas en tus mejillas era demasiado notorio y preocupante, tus ojos casi cerrados observaron los de hange con tanto dolor que su corazón se estrujó de la manera más terrible... estabas agotada tanto física como mentalmente.

Zoe abrió al instante aquella reja que las separaba, se hincó frente a ti y colocó sus dos manos en tus mejillas intentando averiguar o más bien descifrar lo que te había ocurrido...

—Tuve una gran pelea con mis padres. —Explicaste mientras desviabas la mirada.

—Guarda la calma corazón, puedes quedarte conmigo el tiempo que necesites.

La castaña tomó tus manos frías entre las suyas sintiendo una conexión tan inexplicablemente íntima contigo, estaba segura que ella tendría que protegerte fuera cual fuera tu situación.

Mon Amour | Hange ZoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora