Capítulo 14

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Sus celestes ojos observaban los lentes que frecuentemente utilizaba, con toques suaves y una tela pequeña comenzó a limpiar los delicados cristales ensimismado y algo incómodo, el bajo sonido de la televisión y el nulo hablar de Yelena colmaban poco a poco su paciencia.

La mujer abrazaba un pequeño cojín de su sofá mientras se encontraba perdida entre las imágenes que mostraba un extraño programa de comedia.

—Esa benevolencia tuya me parece bastante... extraña por así decir. —El rubio acabó con aquel silencio que le desesperaba.

Yelena que yacía sentada levantó su mirada hacia donde el hombre se encontraba con poco interés.

—No estoy para tus palabras extrañas. —Soltó molesta.

—Solo me pregunto porqué actúas diferente justo en estos momentos.

Jeager se colocó los anteojos y observó atentamente el rostro confuso de la rubia. Ella hizo un gesto de disgusto en respuesta.

—Te lo diré solo porque no me siento del todo bien y pff es que he estado realmente jodida, con los médicos, la mierda esa de hepatitis que me han diagnosticado por unas estúpidas agujas infectadas y ya sabes un par problemas.

—¿¡Hepatitis!? Por dios, ¿por qué no me lo dijiste antes? —exclamó horrorizado con una expresión de susto puro en su rostro.

Recibió un tenso silencio y un asentimiento.

—Yelena sabes que si eso escala a cirrosis puede causar un terrible fallo, ¡es causa de muerte! Mierda y más mierda dime que estás jugando —gritó mucho más alterado.

La nombrada arrugó sus cejas y sonrió de forma dolorosa como si no supiera las consecuencias, pero pronto pensó en su contestación, volvió a apartar su mirada y abrió su boca para comenzar a hablar.

—No me mires así, sabes que ante cualquier situación seguiré...

Aquellas palabras habían sido pronunciadas en un tono medianamente agudo y quebradizo, fue difícil sostener la dureza y neutralidad que por lo general caracterizaba su voz.

—Yelena...

Vamos, Zeke sentía algo de lástima, pensó unos segundos en la miseria de vida que ella sufrió, aparentaba ser tan fuerte pero cada día se desmoronaba más.

El sujeto guardó el pequeño pedazo de tela en el bolsillo de su chaqueta marrón, quería a Meyer más de lo que ella creía y por supuesto que se encontraba intranquilo y atemorizado.

—Ya entiendo la razón de estar tan desanimada, dime por favor si necesitas algo Lena, lo que sea pídelo...

Ella negó con la cabeza cerrando sus ojos y sonriendo de pura frustración.

—No quiero nada en este momento, no seas una gallina deja de actuar como si fuera a morirme, solo fui imprudente.

Ahora sí que es preocupante, por algunos segundos él pensó que se trataba de una mentira o algún tipo de broma porque eran cosas que ella hacía con frecuencia para molestarlo.

—¿Es una farsa, no? Digo ya sé que fingí tener la pierna rota hace unos días y tú estabas realmente asustada, ya estamos a mano deja esto...

Se encontraba en total negación, su parte racional le indicaba que aquello no era un juego pues el constante consumo de drogas ya le estaba cobrando la cuenta desde antes y eso lo pudo confirmar cuando vio la mirada seria de la rubia.

—No, no lo es, tú mismo me dijiste que algún día enfrentaría consecuencias, vete a casa seguro tu hermano te está esperando.

El hombre resopló frustrado, con poca disposición de irse se levantó de su asiento, quería dejarla sola pensando que tal vez lo necesitaba. Lentamente se acercó a la puerta no obstante, la voz de la mujer lo detuvo en seco.

Mon Amour | Hange ZoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora