Capítulo 10

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Sus enormes orbes inundados de gruesas lágrimas te observaban con alivio, sus largos dedos presionaban suavemente tus mejillas mientras sentías el frío metal de sus anillos en contacto con tu piel. Una leve sonrisa se pintó en sus labios rosados. Habían pasado unos cuantos minutos desde que habías despertado y desde ese instante tu mente pareció pausarse ya que no recordabas nada de lo que había sucedido, no tenías rumbo alguno y tu cabeza no parecía procesar los desvanecidos recuerdos.

Al abrir los ojos no lograste articular palabra con coherencia debido a un agudo y persistente dolor de cabeza que atacaba a manera de punzadas.

—Me alegra que estés mejor mi vida... —murmuró secando sus lágrimas con las mangas de su oscura camisa mientras se ponía de pie.

Tu vista se encontraba demasiado nublada como para ver con claridad, estabas recostada en el sofá marrón de su sala con una manta de seda sobre tu cuerpo semidesnudo. La televisión encendida y con bajo volumen llamó tu atención por unos cuantos segundos.

—Pareces confundida, ¿puedes recordar lo que pasó?

Negaste con la cabeza mientras apretabas la manta con ambas manos, luchando por hacer memoria sin la más mínima pizca de éxito.

—No te esfuerces, te hará daño —comentó la rubia mientras sonreía—. ¿Siempre fuiste así de obstinada mi amor?

La de gran estatura se acercó a ti para tocar tu frente con la intención de ver si tenías fiebre, cerraste los ojos con fuerza creyendo que te haría daño, al darse cuenta de tu miedo suavizó un poco su expresión mientras lanzaba una mirada melancólica a su lado izquierdo... parecía verse reflejada en ti.

—Está bien sentir miedo.

—¿Yo soy la culpable de... todo lo que me sucede? —interrogaste agotada con la mirada fija en el televisor.

Sus orbes se abrieron con sorpresa, esa pequeña palabra no era de preciso agrado para la mayor...

"Si tan solo no hubieras nacido Yelena... yo sería feliz, todo esto es tu asquerosa culpa"

Los segundos corrían a gran velocidad y el silencio se prolongaba ya que no encontraba una respuesta, las crueles palabras de su madre parecían gritarle al oído lo inútil que siempre había sido su sola existencia...

Podría haberte contestado con un simple "no", sin embargo, todo estaba tan confuso para ella... te quería, sin duda alguna, pero no podía evitar ser una hija de puta como lo había sido su madre, repetir los errores del pasado una y otra vez. Esa mujer era el tipo de persona que haría lo que fuera por alcanzar un objetivo.

—Yo...

La de cabellera dorada no alcanzó a terminar su respuesta puesto que unas terribles náuseas la comenzaron a invadir, el poco alimento que había ingerido parecía subir por su garganta con extrema velocidad, ella cubrió su boca de inmediato intentando contener las ganas de vomitar.

Corrió lo más rápido que pudo para alcanzar el retrete, lamentablemente, no pudo evitar derramar un poco en el blanco piso y en los azulejos del baño. Tu cuerpo se congeló por unos instantes mientras escuchabas con claridad los desagradables sonidos del líquido cayendo al inodoro, la alta mujer parecía quejarse y jadear soltando fuertes maldiciones.

Cuando aquel ruido finalmente cesó tu cuerpo comenzó a reaccionar, te pusiste de pie con algo de dificultad sintiendo como tu piel desnuda se estremecía al no sentir el calor de la cobija. Tomaste el control remoto entre tus manos para apagar la televisión presionando suavemente el pequeño botón rojo, a pasos lentos te dirigiste al baño donde se encontraba Yelena. De inmediato, las gotas del vómito a unos pasos de la puerta captaron por completo tu atención, eran demasiado semejantes a la sangre pero de un color más intenso y oscuro.

Mon Amour | Hange ZoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora