Capítulo II La fiesta

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Max estaba estupefacto: Alex, Willow y Richard estaban frente a él, luego de acabada la ceremonia, para pedirle que asistiera a la fiesta de despedida en la casa de Alex a las nueve. Hace unas semanas atrás hubiese pensado que se trataba de otra de sus bromas para humillarlo, pero ahora parecían sinceros, como si hubiesen madurado de un día para otro. Además, ese día Max se sentía entusiasmado. Había recibido los más altos honores de su promoción y allí estaba su hermana Dhara mirándolo con mucho orgullo y tomándole fotos cada vez que tenía la oportunidad. Era la primera vez que Max se sentía tan feliz en la escuela, lo suficiente como para olvidar todo el maltrato que había recibido de estos tres muchachos durante toda la secundaria. No es que tuviera algún amigo allí, pero esa sería quizá la última vez que vería a sus compañeros, así que: «¿Por qué no?»

No le gustaba llegar tarde a ningún lugar, pero la noche de ese viernes tenía que esperar a que Dhara, que debía ir a su trabajo a las 10:00 pm, lo llevara en su viejo automóvil a la casa de Alex. A las nueve y treinta, Dhara y Max ya iban conduciendo por la solitaria carretera:

- Repasemos las reglas, Max, nada de alcohol, me llamarás cuando salgas de la fiesta, a las 12 – diciendo "doce" más fuerte que las demás palabras – y antes de que pidas el taxi. Si pasa algo, cualquier cosa peligrosa, o si ves algo sospechoso me llamarás ¿De acuerdo?

- De acuerdo. De todas formas, sabes que no me gusta el alcohol.

- Creo que pediré permiso para salir a las 3. Hoy no pude dormir nada por tu graduación.

- Es allí – señaló Max mientras miraba el mapa de su celular – Esa es la casa de Alex.

- Cómo no notarla, con tantas luces y ese ruido...

Al desmontarse del coche, apenas pudo escuchar las últimas palabras de su hermana: «Nada de alcohol». Era tanto el ruido que a Max le preocupaba que en cualquier momento uno de los vecinos llamara a la policía. Pero ya estaba allí, tocando la puerta. En realidad, parecía que nadie le fuera a abrir. Desde el pórtico podía escuchar el griterío de sus compañeros, sin poder distinguir alguna voz entre la estruendosa música. Había perdido la cuenta de los toques, así que miró el reloj: «¿Las diez y veinticinco? Parece que sí era una broma para el estúpido de Max». Justo al momento de sacar su celular para llamar al taxi e ir de vuelta a casa (No quería llamar a Dhara porque sentía vergüenza) la música se detuvo y la puerta se abrió:

- ¡Max! – Gritó Alex al salir por la puerta – te estábamos esperando, ya nos comenzábamos a aburrir. Miren chicos ¡Es Max!

- ¡Hola Max! – gritaron algunos de los muchachos y de las muchachas que estaban dentro de la casa –

A Max le sorprendía el entusiasmo, es decir, no había ninguno allí a quien pudiera llamar realmente su amigo, ninguno con quien se sentara a charlar entre clases. De hecho, las únicas palabras que había escuchado de la mayoría de los que estaban en la fiesta habían sido para decirle que les prestara su tarea o para pedirle que se siente junto a alguno en uno de los exámenes de matemáticas o física. Pensó que a lo mejor había sido su culpa. Quizá siempre habían querido ser sus amigos, pero él era muy tímido e introvertido. Hasta llegó a pensar que Alex, Willow y Richard lo molestaban tanto porque era la manera de acercarse a él y era una forma (muy extraña) de mostrarle que él existía para ellos.

- Te tardaste mucho, Max – le dijo Alex una vez que estuvieron dentro y la música comenzara de nuevo a sonar – La fiesta se estaba poniendo un poco aburrida y yo y los muchachos queríamos hacer algo para sorprender a los demás.

- Pues parece que los demás se están divirtiendo – dijo Max, hablando fuerte por la música tan alta, pero tratando de ser un poco amable – Creo que lo estás haciendo bien.

Max Fallen y la fraternidad de Épsilon PSIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora