Capítulo XIII La última batalla

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Al llegar la noche, caminaron entre los oscuros y anchos jardines, sobre los caminos de piedra y entre los edificios de ladrillo de la vieja Universidad Imperial del Norte. Una fría brisa se sacudía entre los robles y los pinos. El silencio invadía el campus iluminado por los faroles y las escasas ventanas alumbradas de las fraternidades y las facultades. Después de un rato escabulléndose, llegaron frente al jardín de tulipanes azules y el símbolo "Ψ" sobre la puerta del edificio delantero de la fraternidad de Épsilon Psi.

- Parece que estamos de suerte – dijo Ivanov señalando el techo del edificio trasero de la fraternidad – no tendremos que entrar para destruir las antenas ni atar a los chicos con estas cuerdas.

Pudieron ver las antenas encendidas girando a toda capacidad, pero esta vez no podía escucharse el molesto ruido:

- ¿Liberaré el poder de Max ahora? – preguntó Dhara un poco inquieta –

- Aún no sabemos cómo reaccionará al liberar un poder que ha estado suprimido durante tantos años. Tendremos que guardar la distancia y prepararnos, puede que el estruendo alerte a Engelhart.

El profesor Ivanov se alejó despacio caminando hacia atrás mientras Dhara se acercaba con cuidado a Max. «Sabes que te quiero mucho, ¿verdad?» le dijo Dhara poniendo sus manos con ternura sobre su cabeza: «¿Tú también me quieres?», pero antes de que Max pudiera responder, la luz de enfrente se encendió: «¡Deprisa, Dhara!» gritó Ivanov desde la distancia. Dhara apretó sus ojos. Los recuerdos de su infancia comenzaron a invadir repentinamente a Max mientras lloraba: «Dhara, ¿Qué es esto? ¡¿Qué me está pasando?!». Dhara se desplomó de rodillas sobre el césped, lloró desconsolada creyendo que le había hecho daño.

Max abrió los ojos enrojecidos, sus venas sobresalían sobre su cara y en sus manos. Apretó sus puños y lanzó un grito de desesperación.

- ¡Aléjate de él, Dhara! – le advirtió Ivanov –

Un increíble pulso de energía salió de Max, repeliendo a Dhara varios metros. El profesor Ivanov corrió en su ayuda y quedó pasmado con el terrible poder que rompió los cristales de las ventanas. Las ramas de los árboles se sacudían con violencia:

- Esto está mal. Debemos detenerlo – dijo Ivanov preocupado –

- Tengo que acercarme hasta él – contestó Dhara –

- ¡Es demasiado peligroso!

Dhara ignoró las advertencias de Ivanov y corrió hacia Max. Cada paso se sentía como caminar contra los vientos de una tormenta.

- ¡Max, por favor! ¡Tienes que detenerte!

Al fin pudo acercarse lo suficiente como para aferrarse a sus brazos. Lo miró a los ojos mientras sus cabellos se agitaban:

- Sabes que te quiero mucho, ¿verdad?... ¿Tú también me quieres?

Max se detuvo pasmado. Su mirada quedó perdida entre una súbita calma. Levantó su mano suavemente y la colocó en la mejilla húmeda de Dhara: «Por supuesto que te quiero...».

La puerta delantera de la fraternidad se abrió de golpe: Eisell y Dach salieron al frente. «¡Date prisa, Max!» gritó Ivanov. Max apuntó a las antenas cilíndricas que giraban sobre el edificio trasero. Liberó su energía para intentar destruirlas, pero una onda de choque explotó justo por encima de las antenas dejándolas intactas.

- ¡¿Qué fue eso?! – preguntó Max confundido –

- ¡Levi! – respondió Ivanov acercándose – parece haber creado un campo de fuerza alrededor del techo para proteger las antenas. Debí prever que Engelhart no las dejaría sin protección a la intemperie.

Max Fallen y la fraternidad de Épsilon PSIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora