Capítulo V El laboratorio del Dr. Ivanov

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El laboratorio del profesor Ivanov estaba en el tercer piso del segundo edificio, donde también se encontraban los dormitorios de las chicas (actualmente solamente Abigail y Adah vivían allí). Max bajó desde la oficina del profesor Engelhart y salió hacia el patio trasero que estaba cerrado por enormes arbustos a los lados, los dos edificios al frente y detrás, un camino de piedra que los conectaba y una pequeña fuente de mármol a un lado del camino, el pasto se veía fresco y muy cuidado. Del segundo edificio salían Abigail Winter y Adah Boysen, topándose con Max a mitad del camino:

- ¡Hola Max! – le saludó Abigail – Vamos a dar una vuelta en las afueras de la universidad ¿Vienes con nosotras?

- Me encantaría Abigail, pero ahora tengo que ir al laboratorio del profesor Ivanov.

- ¿Dónde Ivanov? – preguntó Adah – ¿hiciste algo malo? – Max no pudo disimular el susto al escuchar esas palabras, pero antes de poder responder Adah continuó – Es broma, Ivanov es buena gente. Sólo es un poco bipolar.

- Bueno, será una próxima vez – le dijo Abigail y se despidieron –

Max al fin entró al edificio y llegó hasta el laboratorio. Allí le esperaba Ivanov hablando por teléfono, quien le hizo un gesto para que se sentara en una camilla. El laboratorio era amplio, con varias computadoras y artilugios que Max no sabría nombrar. Los ventanales estaban ocultos detrás de gruesas cortinas, pero no hacían falta, porque numerosas lámparas colgadas del techo iluminaban la habitación. Era terriblemente frío y el piso estaba cubierto de cables que serpenteaban en todas direcciones. También había unas curiosas antenas en forma cilíndrica de casi dos metros de altura. El profesor Ivanov colgó el teléfono y se acercó hacia él:

- Acabo de hablar con el doctor Engelhart, me ha contado sobre el... "muro" que está reprimiendo tus poderes.

- ¿Si remueve ese muro podré controlar mis poderes, profesor?

- ¡Por supuesto! Las capacidades mentales especiales son como una extremidad más de nuestro cuerpo. Una vez tu mente sea liberada, podrás controlarlos casi instintivamente. Claro que algunas cosas solo podrás descubrirlas a través de la experiencia y la práctica.

- ¿Pero, ese muro, es algo grave? – preguntó Max preocupado –

- ¡Para nada! – contestó Ivanov entusiasmado – Podría ser la respuesta a lo que he estado buscando estos últimos dos años.

Max no entendía por qué Ivanov estaba tan entusiasmado, sobre todo después de haber visto que Engelhart se había mostrado preocupado cuando trató de entrar a su subconsciente. El profesor Ivanov se dio la vuelta y comenzó a preparar una computadora que estaba al lado de la camilla donde Max estaba recostado. Ivanov sacó un peculiar casco negro que parecía estar hecho de una tela muy resistente en la que había impresa unas figuras geométricas blancas con números y letras, cubierto de unos pequeños botones interconectados con cables. Comenzó a colocarlo cuidadosamente sobre la cabeza de Max mientras le explicaba:

- Estos son electrodos, me ayudarán a medir tu actividad bioeléctrica cerebral, igual que un electroencefalograma, pero más sofisticado. – Max se mostró intrigado por aquel aparato. El profesor Ivanov continuó hablando mientras acomodaba el casco sobre su cabeza y oprimía algunos botones del computador – Los equipos de electroencefalografía comunes miden desde las ondas delta, las de menor frecuencia, hasta las ondas gamma, que pueden alcanzar los cien hercios. Este aparato está modificado para detectar ondas de más de ciento cincuenta hercios, que son las que dan origen a nuestros poderes, y a las cuales el doctor Engelhart bautizó como "ondas Psi". Claro que aún es un secreto que pocas personas conocen. El mundo no está preparado para convivir con nuestras habilidades. Es un privilegio del que nos ha dotado la evolución.

Max Fallen y la fraternidad de Épsilon PSIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora