Todo comenzó con una nota y un pedazo de caramelo cuando
teníamos siete años. Ella se sentaba a mi lado en clases y como la mejor
estudiante siempre ganaba caramelos de la profesora.
Un día me cansé de verla comer caramelos. Quería que los
compartiera conmigo, así que le envié una nota:
¿Quieres ser mi mejor amiga?
Si
No
Respondió con un “Tal vez” y ese fue el comienzo de nuestra
amistad.
Hay algunas cosas que deberías saber de mí. Soy un atractivo y
caballeroso joven sureño. Abro las puertas para las mujeres, la mayor
parte del tiempo. Sé cómo bailar un baile de salón. Sé cómo coquetear.
Y sé cómo beber con las mejores. Muchas mujeres piensan que soy
caliente, sexy, o como quieras llamarlo. No estoy seguro de si realmente
soy caliente o si hay una sequía de hombres calientes en Carolina del
Sur. Sí, soy un chico bueno. Aunque, en realidad, no tengo nada de
chico bueno. Pero, eso no es ningún secreto. Me gusta pasar un buen
rato, me gustan las mujeres, y no tengo miedo de decir lo que pienso. La
única otra cosa que deberías saber de mí, es que tengo una amistad
que valoro por encima de todas las demás. Esa amistad es con
_____ O'Hara. Es mi mejor amiga y la única persona en el mundo
con la que no he intentado acostarme.
_____ O'Hara fue bendecida con uno de los peores nombres
que jamás había escuchado. Era difícil decir su nombre completo con
cara seria. Y era aún más difícil decir su apodo sin echarse a reír. —
_____, ¿qué vas a hacer mañana? —Miré fijamente a sus serios ojos
marrones mientras escribía algo en su block de notas.
—¿Por qué? —Me miró y frunció el ceño. Sus labios se tiñeron de azul
marino por el bolígrafo que había estado mordisqueando hace unos
pocos minutos.
—Tenía la esperanza de que…
—No. —Negó con la cabeza y volvió a garabatear furiosamente.
—Ni siquiera sabes lo que iba a decirte. —Te conozco, Justin y la respuesta es no.
—Vamos, _____.
—¿Tiene que ver con una chica? —Ladeó la cabeza y me miró con
los ojos entrecerrados.
—No. —Negué con la cabeza y le di mi sonrisa perezosa. Puso los
ojos en blanco y me reí. _____ no era de las que caían por mi dulce
sonrisa y mis grandes ojos azules.
—Entonces, ¿en qué consiste?
—Se trata de unas chicas, en plural. —Sonreí—. Ésta noche, voy a
tener una cita doble.
—Cancélale a una.
—No quiero cancelarle a nadie. —Me senté en el borde de su
cama—. No sería justo para ninguna.
—¿Por qué no?
—Estoy seguro de que han estado planeando lo que van a llevar
desde que las invité a salir.
—Justin Madison, eres un imbécil. —Sacudió la cabeza—. Ahora
vete, estoy tratando de escribir.
—Vaya amiga que eres. —Lo intenté de nuevo—. Pensé que podía
contar con mi mejor amiga para que me ayude a salir de este
problema.
—Entonces te sugiero que te consigas un nuevo mejor amigo, de
preferencia hombre. —Se echó a reír cuando hice una mueca—.
Porque nunca me vas a convencer para que actúe como tu
intermediaria de nuevo. De ninguna manera. No después de la última
vez.
—No fuiste mi intermediaria, _____. —Tiré de su cola de caballo y
me reí—. Sólo me ayudabas con un problema.
—Bueno, Brittany no parecía pensar que ayudaba. —Sacudió la
cabeza y se estremeció—. ¡Qué desastre fue esa noche!
—¿Te culpé? —Le sonreí. —¿Si me culpaste? —Su mandíbula cayó abierta—. Sé que no vas a
ir ahí. Me quedé atrapada escuchándola hablar de lo grandioso que
eras durante dos horas. Nunca he conocido a una mujer tan insípida y
aburrida en toda mi vida.
—¿Es por eso que le dijiste que tenía una cita con otra persona?
¿Después de que te dije que no quería que se enterará?
—Justin , deberías darme las gracias. ¿Qué viste en ella? —Me dio
una mirada—. Oh, espera, lo sé, sus grandes tetas y cabello rubio.
—Oye, era sexy y tenía ganas. —Me encogí de hombros—. Tengo
veintiún años, estoy en el punto sexual más alto de mi vida. No le iba a
decir que no.
—Confía en mí, lo sé. —Rodó los ojos.
—Vamos, ____. ¿Por favor? —Le di mi mejor cara de cachorrito y se
rió.
—A diferencia de ti, Justin Madison. Puedo decir no con bastante
facilidad.
—_____ O'Hara, por favor no me obligues a rogar.
—No voy a obligarte a hacer nada.
—Te llevaré a una agradable cena el fin de semana.
—Mmm, ¿un restaurante de carnes? —Sonrió y se frotó el estómago.
Sabía que el camino hacia el corazón y la buena voluntad de
_____, era a través de su estómago. Era irónico ya que aunque yo
era el hombre, sabía que ella siempre se encontraba lista para una
buena cena con carne.
—Cualquier restaurante de carnes que quieras, nena.
—Déjame pensar… —Me miró y luego sonrió—. Eso sigue siendo un
no.
—¿Y si añado un par de botellas de vino?
—¿Quieres que me avergüence de nuevo? —Me arqueó una ceja y
empezó a reír. Sus ojos marrones brillaron con humor y me quejé—.
Sabes que soy propensa a caerme y a decir cosas que no debería.
—Apestas. —Me recosté en la cama—. ¿Qué voy a hacer? —Sólo cancela con alguna de ella. No te vas a morir.
—No sabes eso. —Tomé una almohada blanca y esponjosa y la puse
debajo de mi cabeza—. ¿Por qué esto huele tan bien? —Enterré mi nariz
en la almohada y la olí. Olía dulce, floral y totalmente femenina.
—Porque la lavé ayer. —Se encogió de hombros—. También
conocerías el olor si lavaras.
—Eso no va a suceder.
—No puedo creer que todavía tengas a alguien que te lave. —
Negó con la cabeza—. Eso es una locura.
—Entonces, ¿quieres hacerlo por mí? —Le sonreí con dulzura—. Estoy
seguro de que Dolores estaría feliz de tener una tarea menos que hacer.
—A Dolores le pagas. A mí no. —Negó con la cabeza.
—Te puedo pagar si quieres. —Le di una de mis miradas—. Te puedo
pagar de cualquier manera que quieras.
—¿Me estás ofreciendo el trabajo de tu empleada? —Sus ojos se
veían llenos de luz y maldad; y me reí.
—No estoy seguro de que podría darme el lujo de tenerte.
—Me alegro de que te des cuenta de eso. —Me sonrió—. Y, por
última vez, de ninguna manera. No voy a ir.
—Vamos, _____. Realmente quiero que seas parte de esto
conmigo.
—¿Parte de qué? ¿De engañar a dos chicas haciéndolas pensar
que estas interesado? —Se rió y me miró con ojos incrédulos—. ¿Crees
que quiero ser parte de eso, ¿por qué?
—Porque quieres experimentar todo conmigo. —Sonreí, le guiñe un
ojo y se echó a reír.
—Justin Madison, no estoy segura en qué mundo estás viviendo,
pero ciertamente no quiero ser parte de tu castigo cruel e inusual contra
las mujeres.
—¿Cómo tener una cita es un castigo? —Apreté los labios y le di mi
cara triste. —¿Dime como no lo es? —Se levantó y puso los brazos sobre mi
hombro—. Amigo, ahora vete, tengo tarea que hacer.
—Vamos, ____. —Suspiré, haciendo caso omiso a la sensación de
sus manos sobre mis hombros. _____ siempre fue una chica
sensible, pero eso nunca me molestó hasta hace poco. No era que me
molestara, sino que me hacía más consciente de ella como mujer. No
quería pensar en ella como mujer.
—Tengo que terminar esto esta noche, Justin . Tengo que trabajar
mañana por la mañana antes de clases.
—Siempre tienes que trabajar. —Suspiré, molesto de que me
estuviese echando.
—Eso es lo que la gente pobre hace para ganar dinero. Trabajamos.
—Me sonrió y guiñó un ojo—. Ahora ve a tratar de convencer a dos
rubias tontas que no tienes una cita con ambas esta noche.
—No son tontas. —Sonreí—. Por lo menos no que yo sepa.
—Ajá —Levantó una ceja y la serpenteo por un segundo. Era un
truco que le enseñé en cuarto grado y ahora nunca lo dejaba de usar.
—Quién sabe, a lo mejor van a estar bien con eso y se ofrecerán a
hacer un trío.
—Sí. Tal vez. —Sacudió la cabeza y murmuró en voz baja—.
Pervertido.
—No soy pervertido, cada chico quiere hacer un trío.
—No, no quieren. —Negó con la cabeza—. Algunos hombres
respetan a las mujeres. Algunos chicos realmente quieren una relación
con una sola mujer.
—Uh, ¿quién? —Miré alrededor de la habitación—. Muéstrame un
tipo que rechace un trío con dos mujeres sexys y te mostraré que el tipo
antes era mujer.
—Lo que sea —dijo y se echó a reír mientras sacudía la cabeza.
—Es cierto. Estadísticamente hablando, más hombres quieren sexo
que relaciones.
—¿Cuál es la estadística y de dónde proviene? —El 99% de hombres quieren sexo. —Hice una pausa—. La
estadística viene de mí.
—Supongo que no eres parte del 1%.
—Lo sabes. —Me eché a reír—. Deberías probarlo alguna vez.
—Me estoy reservando para el matrimonio. —Ella jugó con la cruz
alrededor de su cuello—. Lo sabes.
—Sí, buena suerte con eso. —Me reí de ella, pero en secreto me
complació. Por alguna razón me hizo sentir mejor saber que _____
no salía mucho o dormía por ahí. Nunca pensé mucho en eso ni
entendía el por qué, pero sabía que me hacía feliz saber que se
reservaba a sí misma.
—Sin embargo, ¿quién sabe qué va a pasar cuando tenga novio? —
Se encogió de hombros y me tensé.
—¿Qué novio?
—Cualquier novio. —Hizo una mueca y encogió su pequeña y linda
nariz—. No soy una monja, ya sabes.
—Sí, sólo ten cuidado. Te mereces un príncipe, no un perdedor —
murmuré, pensando en todos los chicos que se me habían acercado y
preguntado cómo ligar con ella. Les dije a todos que no le interesaba y
que retrocedieran. En realidad no le pregunté, pero sabía que era lo
mejor. Conocía a los chicos como yo: sólo querían sexo y de ninguna
manera iba a dejar que saliera con un tipo como yo.
—Bueno… —comenzó vacilante y se detuvo—. Bueno… —comenzó
de nuevo.
—¿Qué? —La miré con curiosidad.
—Penelope piensa que salgo contigo demasiado y es por eso que
muchos chicos no me invitan a salir.
—¿Qué? —Fruncí el ceño. Penelope era la mejor amiga de
_____, una chica que conoció el primer año en la clase de inglés.
Era linda y divertida, pero realmente no nos caíamos bien como amigos.
—Cree que los chicos te ven conmigo todo el tiempo y tienen la
impresión equivocada. —¿De qué estás hablando? Salimos mucho porque somos mejores
amigos. —Rodé los ojos—. ¿Las chicas asumen que eres lesbiana porque
te juntas con ella muy seguido? —Mi voz se elevó—. ¡Tal vez ella es el
problema!
—Justin . —Me puso los ojos en blanco—. Sólo te hago saber lo que
me dijo Penelope. —Se mordió el labio inferior—. Quiero decir, entiendo
su punto.
—Entonces, ¿qué estás diciendo? ¿No quieres que te vean
conmigo?
—No. —Suspiró y se encogió de hombros.
—¿Quieres salir con uno de mis amigos? —Le sugerí ligeramente,
aunque mi estómago estaba hecho nudos.
—¿Alguno de ellos me ha mencionado? —me preguntó
suavemente—. ¿Alguno de ellos piensa que soy linda o algo?
—¿Qué? —Mi corazón dio un vuelco. ¿Bromeaba? Todos mis amigos
pensaban que era sexy como el infierno, a pesar de que sabían que no
debían hacer comentarios sugestivos a mí alrededor. _____ era
preciosa, con su cabello castaño claro y grandes ojos marrones. Su piel
tenía un bronceado de aceituna natural que la hacía parecer como si
estuviera constantemente brillando y su cuerpo tenía curvas en todos los
lugares correctos. No hacía daño darme cuenta, tenía senos de buen
tamaño y un lindo culo respingón. Fruncí el ceño mientras la miraba
mordisqueando su bolígrafo. Era demasiado bella para su propio bien y
el hecho de que no lo sabía la hacía aún más atractiva para los chicos.
—Me preguntaba. —Se encogió de hombros y me dio una pequeña
sonrisa—. Tal vez puedas ver si alguno de los chicos que me ha
mencionado quiera invitarme a salir.
—¿Es una broma? —Fruncí el ceño, mi corazón latiendo rápido—.
Pensé que te concentrabas en tus estudios y en esperar hasta el
matrimonio.
—Justin , no voy a esperar hasta el matrimonio para salir. —Se rió—.
No seas tonto. —Me miró con una amplia sonrisa y una expresión
despreocupada en su rostro. Me recordaba al sol en un día nublado.
Sentí como mi estómago se relajaba mientras le devolvía la sonrisa. Era
mi _____, mi mejor amiga, y por mucho que quería tenerla bajo
una roca, sabía que tenía que dejarla volar. —Voy a ver si se me ocurre un buen tipo —dije finalmente.
—O los chicos de tu club de camionetas. —Sonrió.
—Por supuesto que no. Sólo quieren sexo en la parte trasera de sus
camionetas. —Negué con la cabeza.
—¿Es eso lo que quieres también? —Arqueó una ceja.
—He estado allí, he hecho eso, no fue todo. El espacio es
demasiado apretado.
—Demasiada información —se quejó.
—Te lo digo, suena más caliente de lo que es. Mierda, la chica
apenas puede moverse y se pone tan estrecho. Y ni siquiera me puedo
ajustar y…
—Justin . —Me dio una mirada—. No quiero saber sobre tu vida
sexual.
—Sólo decía. —Sonreí—. No quieres estar con un chico del club de
camionetas.
—¿Qué pasa con los del club de campo? —Sonrió—. Chad es
bastante atractivo.
—¿Chad? —Hice una mueca—. Es un idiota.
—Es sexy.
—¿Crees que es sexy? —Hice una mueca y pensé en Chad. Era alto,
rubio, de ojos azules, más rico que todos excepto mi familia. Pero era
totalmente un imbécil. Se había follado a la mitad de las chicas del club
y no se lo calló.
—Es muy sexy. —Se dejó caer en la cama y sonrió—. Me encantaría
besarme con él.
—_____ —gemí y la miré fijamente en la cama—. Te contagiarías
de algo si salieras con él.
—Lo que sea. —Sonrió y rodó sobre la cama.
—_____, deja de hacer eso —murmuré mientras la observaba,
imágenes de ella haciendo cosas malas de repente entraron en mi
mente. —¿Dejar de hacer qué? —Se incorporó y se apartó el cabello de su
hombro.
—Nada. —Negué con la cabeza—. Me tengo que ir.
—Bueno. —Asintió y se levantó—. Tengo que volver a mi tarea.
—¿Segura que no quieres venir esta noche? —le pregunté
esperanzado.
—Estoy segura. —Asintió—. Muy, muy segura.
—Está bien. —Caminé hacia la puerta y me volví para mirarla—.
Gracias por nada.
—De nada. —Sonrió, se acercó a mí, y me dio un pequeño beso en
la mejilla y un rápido abrazo—. Que se diviertan esta noche y buena
suerte.
—Adiós, problemas. —Le froté el cabello y salí del apartamento. Me
asustaba cuando _____ me abrazaba y me daba un beso cada
vez que me veía o se despedía. No estaba acostumbrado a una familia
tan cariñosa y tangible, pero ella culpaba a las raíces Cajun de su
Nanna. Aunque su abuela era del norte y no podía asegurar de donde
venía las raíces Cajún. Al principio, me sentía incómodo siendo
abrazado todo el tiempo, sin embargo; había llegado a apreciar a su
familia cariñosa. Verdaderamente me sentía como un miembro del clan
O'Hara.
—Oye Tomás, ¿qué vas a hacer esta noche? —Llamé a uno de mis
amigos de la universidad mientras entraba en mi casa.
—Pelear una buena batalla. ¿Qué pasa, hermano?
—¿Quieres ir a una cita doble?
—¿Qué?1
—Tu chica es un bombón. Confía en mí. —Contuve la respiración a
la espera de su respuesta. Tomás era el único hombre que sabía que le
gustaba el juego tanto como a mí. Además, era un hombre que las mujeres adoraban. Creo que eran sus raíces latinas, pero Tomás tenía
una suavidad que me hacía quedar como un niño pequeño. Con su
cabello negro azabache, ojos marrones y piel bronceada oscura, era la
imagen de alto, moreno y guapo. No hacía mal que tuviera acento y
fluidez con poemas en español como si fuera su trabajo. Sabía que si
alguien me podía ayudar esta noche, era Tomás.
—Sabes que encuentro mis propias chicas, Justin . —Se echó a reír—.
A menos que haya una razón por la que me llamaste.
Me reí de su declaración. Tomás realmente conocía muy bien el
juego.
—Amigo, tengo una cita doble. No quiero cancelar con ninguna e
iba a jugar como si creyera que sabían que era una cita doble.
—Movimiento arriesgado.
—Sí, pero una vez que te vean, van a estar felices.
—¿Sabes con quien voy a estar? —Hizo una pausa— ¿Cómo luce?
—Es atractiva. Alta, rubia, tetas grandes. —Hice una pausa—. ¿Sigo?
—Nah. —Se rió—. ¿A qué hora vamos a salir?
—Les dije que me encontraría con ellas en el bar Q a las ocho. ¿Está
bien para ti?
—Voy a estar ahí a las siete y cuarenta y cinco con flores. —Se rió.
—Vas a hacer que ambas me boten. —Me reí también.
—Oye, no odies al jugador, odia al juego.
—Yo te enseñé el juego.
—Ya quisieras.
—Quizás. —Sonreí al teléfono—. Entonces nos vemos ahí a las siete y
cuarenta y cinco. Sólo tienes que seguirme con lo que yo diga, ¿de
acuerdo?
—Está bien. No debo suponer que _____ estará ahí, ¿verdad?
—Tomás continuó hablando y pude sentir la sonrisa dejando mi cara.
—No, ¿por qué? —Amigo, es caliente. No puedo creer que no hayas palmeado ese
culo.
—Es como mi hermana, amigo.
—La palabra clave en esa frase es “como”, amigo. Ella no es tu
hermana.
Puse los ojos en blanco al teléfono y esperé que se calmara antes de
continuar—: De todos modos, ella no va a venir.
—¿Está saliendo con alguien? —me preguntó, no dándose cuenta
de lo molesto que me estaba poniendo.
—_____ no está saliendo en estos momentos. Está tratando de
concentrarse en la universidad primero.
—Alerta de nerd —gimió.
—Tomás. —Mi voz fue brusca.
—En serio, hombre. Las nerds son calientes. Follé con una nerd. Podía
murmurar la tabla periódica mientras le daba sexo oral.
—Amigo, eso no está bien.
—Estoy bromeando. —Tomás se echó a reír—. Relájate
—Estoy relajado. —Mi voz era todo menos relajada.
—Sólo preguntaba. Sé que es tu amiga, pero sólo tenía curiosidad.
Es linda. Estoy seguro que preferirías que salga conmigo que con un
idiota que ni siquiera conoces.
—Hmm. —No quería que Tomás se echara para atrás con la cita, por
lo que hice caso omiso de su comentario.
—Sabes que Brody cree que es bastante atractiva también.
—No, no sabía.
—Sí, cuando la vimos contigo en la biblioteca, me dijo algo, pero
sabes que no va a hacer nada. Es demasiado cobarde. Aunque,
_____ puede disfrutar de eso.
—No diría eso. —Mi tono era definitivamente molesto. —Todos deberíamos salir en algún momento. Invítala a la fiesta que
voy hacer la próxima semana.
—Ya veremos —suspiré—. De todos modos, tengo que irme, Tomás.
Tengo que hacer las reservaciones. Te veré esta noche, ¿de acuerdo?
—Está bien, nos vemos hermano. —Tomás sonaba un poco
desmotivado, pero colgué antes de que me pudiera decir algo más.
Entré en la cocina y tomé una cerveza antes de caminar a mi sala
de estar y relajarme en el sofá. _____ me ayudó a escoger mi sillón
reclinable de cuero de color marrón oscuro, aunque en realidad no era
de su gusto. Ella quería que comprara un sofá de lino azul y blanco a
rayas y veté su elección de forma rápida. Estaba decidiendo entre un
sofá de cuero negro, marrón oscuro y rojo y la dejé elegir entre los tres.
Me acomodé en el sofá, tratando de ponerme cómodo, pero me sentí
incómodo. No me sentía contento con la forma en que Tomás habló de
_____. Como si alguna vez ella saldría con alguien como él. Me
molestó que hablara así de ella, como si fuera algún tipo de objeto. Me
estremecí pensando en ellos saliendo. De ninguna manera dejaría que
nada de eso sucediera. _____ y Tomás saldrían juntos sobre mi
cadáver. Y tampoco creía que Brody fuera mejor. Sin embargo, no era
para nada como Tomás y yo. Parecía un hombre tranquilo. Realmente
no lo conocía bien, pero iba a una de las clases de Tomás y salió con
nosotros al bar un par de veces. Definitivamente no parecía un jugador.
De hecho, nunca lo había visto con una chica, pero eso no quería decir
que iba a dejar que saliera con _____. Ninguno de esos tipos era
lo suficientemente bueno para ella. Sonreí para mis adentros, mientras
recordé que no tendría que verla pronto saliendo con cualquiera de
esos tipos.
_____ era un romántica y vivía con la cabeza en las nubes
cuando se trataba de relaciones. No esperaba que saliera con alguien
seriamente durante mucho tiempo y eso se adaptaba muy bien
conmigo. Tomé el teléfono y llamé al bar Q, e hice una reserva para
cuatro personas para cenar. Sabía que las dos chicas se pondrían un
poco incómodas con una cita doble, pero también sabía que una vez
que Tomás y yo las envolviéramos con nuestro encanto, harían lo que
quisiéramos. Mierda, no me sorprendería si una de ellas decidía
chupármelo en el bar. Sonreí para mis adentros mientras me imaginaba
a Sally o Jackie chupándome debajo de la mesa. Eso sería caliente
como el infierno. Desperté con una sonrisa en mi rostro, sonriendo mientras recordaba
los sucesos de la noche anterior. Sally y Jackie estuvieron bastante
molestas cuando se dieron cuenta de que se encontraban en una cita
doble, pero cuando vieron a Tomás ambas se derritieron. Negué con la
cabeza mientras recordaba a Tomás diciendo línea tras línea en
español. Ninguno de nosotros tenía idea de lo que decía, pero incluso
yo tuve que admitir que sonaba muy español. La parte más graciosa fue
que Tomás básicamente estuvo hablando en gibberish. Ni siquiera
hablaba español y sólo se sabía un par de frases. Casi explotó en
lágrimas de risa mientras decía—: ¿Voulez-vous coucher avec moi? —
Tuve que susurrar en su oído que tenía la certeza de que eso era
francés. Se rió y me guiñó un ojo mientras las dos chicas jugaban con su
cabello y se lamían los labios. En general fue una muy buena noche.
Aunque ninguna de las dos me masturbó, Sally me agarró un par de
veces mientras frotaba su pequeño y lindo trasero sobre mí a la vez que
me daba un baile en mi regazo.
Me estiré y salté de la cama, caminé hacia la ventana y miré afuera.
El sol brillaba y sabía que iba a ser un bonito día. Mi mente
inmediatamente fue a _____ y me pregunté si querría ir al parque
a jugar Frisbee o algo. Suspiré mientras recordaba que era domingo. Los
domingos siempre se hallaban reservados para la familia. _____
siempre iba a casa los domingos para almorzar con sus padres, Nanna y
su hermano Jake. Sabía que siempre era bienvenido a ir, pero no me
gustaba imponerme e ir con demasiada frecuencia. Caminé de regreso
a mi cama y suspiré mientras caía de nuevo en ella, la sonrisa se había
borrado de mi rostro. Me aburría vivir solo en ésta enorme casa. Agarré
mi teléfono y llamé a _____ esperando impaciente para que
respondiera.
—¿Qué pasa Justin ? —respondió sin aliento y me pregunté qué
hacía. —No demasiado. Acabo de despertarme.
—Debe ser lindo. —Se rió.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté curioso—. Suenas como si
estuvieras sin aliento.
—Jugando al Frisbee con Jake.
—Oh, genial. —Sonreí cuando la imagen del rostro de su hermano
entró en mi mente—. Dile que le mando saludos. Que me llame. Tengo
boletos para ver al equipo de los Gallos de Peleas.—