El Diario Maldito

Domingo, 05 de septiembre

9:00 am - Carta a mi padre

Siempre has sido terco. Y lo que más me lastima es que esas raíces tuyas me las has traspasado. Desde que he sido un niño te he procurado, pero poco a poco ha dejado de importante al notar que nunca has cambiado. Noche tras noche, botella de alcohol tras botella de alcohol he seguido tus pasos con tal de verificar que estás bien. Años de ansiedad, de estrés y de pensar qua algo malo podría pasarte. Tenías todo lo que querías: un amor fiel de un hijo. Pero con los años lo has ido perdiendo, por tu ceguera. Así es, eres incapaz de ver las acciones de los demás. Eres incapaz de notar lo que los demás hacen por ti. Eres la persona más egoísta que he conocido y difícilmente podrá alguien llegar a tu nivel. Difícilmente lograrás darte cuenta. Es más, no exagero si digo que, aunque pudieras abrir tu mente, no podrías ver. No soportarías la dolorosa verdad que te acecha. Me cansé de esperar un cambio, me cansé de no tener un "padre normal". Ya no exijo cariño, ni comunicación, ni apoyo. Al menos darte cuenta de que tienes un problema ya sería todo lo que podría esperar... Odio que cada día piense en porqué tenías que ser tú mi padre. Una persona sin cabida de razón, sin capacidad de auto analizarse.

Odio pensar en la educación que me brindaste. Odio pensar en los comportamientos tuyos que analicé durante mi infancia y que estos, al yo buscar una imagen guía para sobrevivir, tuve que adoptarlos inconscientemente. Odio replicarlos en mi vida diaria. Odio ser como tú. Al menos yo sí reconozco mis defectos y trato de cambiarlos. Aunque cada día me cueste más. Cada día intento quitarme tu esencia de mí. Durante muchos años de habla conmigo mismo me prometí que jamás sería como tú. ¿Para eso son los hijos, no? Para ser mejores que sus padres, para terminar con las tontas tradiciones, para ser mejores. Pero eso no lo verás tú, solo estamos de testigos estas letras frías como la mañana y yo.