Miserables.

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El primer día de mi vida que me sentí un verdadero artista fue ayer. Regresando de la fiesta clandestina con una resca de muerte seguía sin comprender si había follado o amado a una mujer, un hombre o al perro de la anfitriona ¡Joder que fiestón! Creo que todavía cierro los ojos y lo veo aunque eso solo aumenta mi dolor de cabeza.

La casa de Paula, una cubano americana muy simpática es preciosa, un chalet de 2 plantas decorado completamente en blanco y negro, pero no con pintura sino con mármol y esas otras cosas hermosas que valem muy caras. Creo que tiene 6 habitaciones y cada una de ellas vio follar a más de 40 personas, a mi no yo lo hice en el baño bueno en la puerta del baño. La cocina era espaciosa e inmaculada como los ojos de un Ángel lo cual era muy contradictorio porque los fiesteros las usamos para fumar hierba hasta perder la cordura. Había 4 baños, yo tuve sexo en uno y fue el único que vi pues entre tanto lío a uno se le quitan hasta los deseos biológicos. La 3ra planta era un precioso balcón al estilo de París donde uno podía tomar un café contemplando la ciudad y leyendo un buen libro aunque esa noche más bien la usamos para estar desnudos en una pequeña piscina inflable, tetas, huevos, tetas, huevos y mucho alcohol. Mi cabeza quiere explotar y a cada segundo tengo que contener las arcadas pero si vomito seria peor. La bronca que me echarían mis vecinos si vomito la única escalera que tenemos.

Al llegar a mi casa, digo, cuarto de alquiler, un cuarto muy pequeño y mal acomodado entendí algo que había intentado ignorar gran parte de mi vida adulta ¡Ja! solo tengo 25 años, aquí en el Caribe se envejece más rápido el punto es que soy pobre y la fama para mis pinturas mal vendidas dudo que llegue nunca pero bueno así es el arte y sus artistas.

La luz tenue del caribe a las 6 de la mañana se filtraba por el agujero del techo y por las ranuras de las ventanas solo para ir a parar de golpe a mis ojos rojos por lágrimas, pesares y sustancias extrañas. Me froté los ojos con los dedos y sentí que todavía olían a mujer ¡Que gran noche! Ahí estaban todas mis poseciones para esta vida y la siguiente, un ventilador sin protectores, un colchón ennegrecido por el sudor de innumerables pasiones pues los artistas puros en nuestro tormento por ser grandes solo follamos y bebemos hasta que nos llega la fama, el sida o la muerte. Aveces llegan juntas y a veces solo llega la muerte, la muerte siempre llega. En este momento solo tengo 3 camisas estampadas, unos T-Shirts deslavados y un par de zapatos que me acompañan hace meses pero eso sí, estoy follando de lo lindo. Follar, follar, es todo lo que el arte promete y cumple, al menos a mi me lo cumplió.

Me acuesto en mi colchón, no hay agua asi que no puedo ducharme, enciendo uno de mis cigarrillos malos y miro mis pinceles. Estos pinceles me los regaló un gran amigo el día que me dieron la gran noticia "la carrera de arte es tuya" y ahí estaban embarrados de mil colores pues los he usado par castigar a varios lienzos con ideas de mi cabeza durante casi 10 años, incluso creo que le he metido alguno a alguna chica tan loca como yo por el arte, el amor y la pobreza, todos los artistas amamos la pobreza hasta que salimos a la luz como revelaciones, la desgracia es que algunas revelaciones en el arte no ocurren hasta muchos años después que el artista muera, citaria varios ejemplos pero tengo mucha jaqueca. Antes de ponerme a pintar pienso en mis amigos tristes y tan miserables como yo que ha esta hora llegan también a sus cuartos tristes, quizás lleven a alguna chica o chico, quizas lleven droga ¡Mierda no lo se! tengo pocos amigos, está Patrica que es lesbiana hasta la muerte, fotógrafa, soñadora y adicta a leer "El viejo y el Mar" las tardes de domingo cuando no tiene nada que hacer. Está Henry, estrella del rock en su cabeza, uno de los mejores bajistas que conozco y habilidoso en eso de conseguir cosas que no se deben tener. Daniel gran amante de los perros, pintor como yo nunca he sido y un filosofo de las cosas que importan. Ellos son los mejores amigos y como yo son unos miserables.

A veces quisiera ser reggetonero, esos si saben lo que es vender arte y aunque de artistas no tengan un pelo, al menos lo aparentan bastante.

Poco a poco otras imágenes de la noche aparecen como fantasma frente al paño que crea la resaca en la mente, me recuerdo caminando hacia el baño mientras chocaba con todo, ahí fue cuando la vi. Era rubia, sus ojos eran lagunas de petróleo o al menos eso parecía en la penumbra del pasillo, sus piernas largas y firmes, sus tetas como capullos al amanecer esperaban el sol y el calor de mis dedos, sobre todo a mis dedos. Pero su voz, su voz era una melodía tranquila en medio de la Batalla de Waterloo, aquella voz podía aniquilar a un ejército entero de puro placer y para un borracho a las 3 de la mañana aquello era la voz de Dios. Ella no perdió tiempo:

— Hola lindo — me dijo
—Hola bicho— le dije yo
y como nos caracteriza a los artistas nos besamos, mi arte eran mis pinturas, el suyo yo no lo conocía pero al fin y al cabo todos somos artistas. Que buen beso fue aquel y más para mi que siempre he creído que los besos son la pureza de todo, la lengua que a veces usamos para ofender, para decirnos mentiras y posponer nuestros sueños, la misma laguna en el momento del beso, del sexo es un arma de pasión que llena el alma de 2, de 3, de 10 y de todo lo que se encuentre en su tsunami dr saliva y pasión, la lengua es en verdad un arma de destrucción masiva.
— ¿Quieres? — pregunto ella
— Quiero— conteste yo
Ni siquiera entramos al baño, ahí, en el pasillo la levante en peso mientras le comía el cuello, creo que soy un poco vampiro. No se en que momento ella desabrochó mi cinturón y sacó mis 24 cm al aire, la chica tenía experiencia, ya lo había descubierto ella era una artista del sexo. Levanté su vestido hasta encima de su ombligo y vi en las sombras el abdomen perfectamente tallado por seguramente largas horas de gym, por un momento sentí vergüenza de que ella tuviera "la tableta" y yo no, creo que todos los hombres sentimos un atisbo de vergüenza en esos momentos. Cuando sentí la humedad en mi pene baje la vista y vi que no llevaba ropa interior
— PREMIO —grité y ella sonrió.
Me la folle como nunca me había follado a nadie, cada embestida era un frenesí asesino, allí éramos bestias y ella gritaba de placer y me mordía yo miraba hacia abajo y lo veía entrando y salir, sus líquidos de diosa empapaban mi pantalón, me la folle como en un cuento de hadas, me la folle eternamente, una eternidad que duró 48 segundos pero mira que soy bueno la hice venir en 45, termino ella  mancho hasta el piso. Una embestida más, otra y otra, terminé yo dentro de ella y su grito hizo que las personas que estaban al final del pasillo mirar y se alejaran con cara de envidia, probablemente . Nos acomodamos la ropa y sin mirarnos ni decir adiós yo entre a mear aunque no pude hacerlo. Ella se alejó por el pasillo y por primera vez la vi de espaldas, era un sueño de mujer y yo había terminado dentro de ella, creo q solo por esto sigo siendo pintor aunque no tenga nada q ver. Más tarde la vi, andaba con su novio y me sonrió sin que él la viera.

¡Ay, las mujeres son increíbles y si no dominan el mundo es porque no quieren!

No se que hora serían cuando volví de esos fantasmas de la memoria, solo se que tenía una gran sonrisa en el rostro y allí en medio de mi pobreza disimulada por paredes llenas de cuadros que nadie compra me sentí el hombre más afortunado de la tierra aunque no puedo saber la hora, hace una semana vendí mi celular y el reloj que me dejó mi padre, siempre fui un buen hijo, hasta que las decepciones me quebraron. Subo al balcón y ahí está la ciudad que se levanta, la bella ciudad con sus parques. Me miró y estoy semidesnudo, mi abdomen delgado pero sin músculos, mi pelo dorado, mi pene y mis ojos café siguen en su sitio, a veces veo mis ojos seguro es porque soy un poco bizco. Acomodo un lienzo en blanco, allí en aquel vacío es donde comienza la acción de crear, cada artista tiene algo así. Enciendo otro cigarro, últimamente fumo muchísimo y ahora mismo tengo resaca.

— Soy el Bukowski de los pinceles —digo en voz alta, hablar solo le despeja la mante a los artistas o los hace suicidarse, creo que es lo mismo. Es hora de pintar algo.

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