Literatura

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  La conjugación de dos luces que se acercaban y el sonido de un claxon enfurecido seguidos de mi mejor salto olímpico en reversa me hizo en segundos alargar mi existencia varios años y que de paso el conductor quizás menos ebrio que yo mancillar todos mis ancestros con sus insultos perdidos por el ruido de aquel motor de Moskovy olvidado por los Sovieticos en la Crisis de Octubre (1963 para ser más específico)

  Pienso en la lectura que tuve con aquella chica menos perfecta que como la vi mientras me leía algún libro de no sé que autor cubano o extranjero que si bien era buen autor no se comparaba en arte y forma a sus tetas, hablemos de sus tetas: eran 2. No podía quejarme soy un apasionado a la literatura y ella tampoco podía quejarse, era una apasionada a que le miraran las tetas. El punto de esta triste historia no son sus tetas sino la corriente efable que siguió después de que por mis instintos le tocara sus tetas y a ella pareció gustarle, nos empezamos a besar como se besan los enamorados y eso que ni nos conocíamos (pero yo ya la amaba) y ella dócilmente me atrae sobre si y cuando pienso que vamos a follar me empuja con la fuerza de un montacargas con sus dos piernas de avestruz presionadas contra mi pecho desnudo y salgo volando por el mundo entero durante unos breves segundos y tras ver las pirámides mi viaje termina con el impacto de una pared mal pintada contra mi espalda y cabeza.

  —¿Qué cojones t has creído— me grita mientras lanza mi camisa de vestir por la ventana— vete.
—Vale.

   Salí de su casa con el mismo dolor en la espalda que en los cojones y me ecaminé a comprar algo de alcohol e irme para la biblioteca más cercana a la cual no me dejaron entrar con la botella así que decidí tomarme su contenido y luego pasar a revisar libros de pintura y arte para aliviar mis dolores que por primera vez en tantos golpes eran más del alma que del cuerpo (y eso que una chica me había dando una golpiza).
  Las bibliotecas constituidas por millares de conocimientos son los tesoros de la historia de los hombre pero para un pintor borracho (o un borracho pintor que viene siendo lo mismo) poco me importaba el mar de saber q se desplomaba ante mi pues yo solo podía pensar en sus ojos. Harto de maltratar ella culpa decidí marchar para recorrer mi ciudad y sus parques en busca de aventura y sin saber la hora.

Pasando por una bodega que no es más que las tiendas donde se ven todos los errores que hemos construido con el paso de nuestra historia vi a varios viejos sombríos como los ciegos de Saramago. Almas solitarias que por un momento me hicieron dejar de pensar en Piernas de Aves trus o como se escriba, no se juzga a un borracho escritor (escritor borracho, tampoco) en fin estos señores de pensamiento metafísico miraban con un desprecio totalitario a un pareja de hombres que iban de la mano sin hacerle más daño al mundo q repartir su amor a pares iguales entre pasivo y activo ( o activo y pasivo) me detuve a mirar a esa pareja con la cual la sociedad esta en disputa desde que quemaron a Bruno. Aquellos biejos con B de doctrina( que lleva le B en bajeza) sostenían en sus manos una Libreta de abastecimiento desabastecida manchada por el paso del tiempo y lo igual de la época para esta nación que sufre sin mensaje que la ampare y pensé que esa cosita de páginas amarillas que nunca llegan a escribirse totalmente a hecho más daño al pueblo que la cordial mano en señal de amor que aquellos jóvenes de mi edad tal vez más viejos se estrechaban al caminar por la vida ¿por qué? Pensé mientras analizaba que el acto de cordialidad entre hombres es un apretón de manos en señal de respeto pues también lo es que hombres (o mujeres) anden de la mano en señal de mutuo respeto e ignoro quien fue el que entendió desentendidamente que eso es una falta de respeto.
         Estupidez se llama y no se señala.

Seguí mi camino hasta sabrá Dios dónde pues no recuerdo que flechazo me llevó a ser casi atropellado.

—me voy a casa— le dije a un vagabundo que me mendigaba un cigarro como abrazo.
—suerte tú que tienes— me respondió con una sombrilla amarilla que formaban sus dientes.

  Le di un cigarro, los 50 pesos que llevaba conmigo y el abrazo q entendí que quería. Supongo que eso me hace un pasador de cáncer a la vez que una buena persona.
    Estupidez que si se señala.
  

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