Noche

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  Me desperté con una energía millonaria y miré mi reloj ¡mi bello reloj! que siempre me lanzaba como un rayo que viene sin lluvia a una tristeza tan profunda como la Fosa de las Marianas y tan grande como los campos de Cuba, tristesa que duraba 45 segundos recurrentes durante mis 14 horas consientes en los días del Caribe.

Me bañe rápidamente para sin demora elegir entre mis trapos recién lavados los más finos, esos que mi imaginación cree que son de seda y Chanel. Opté por una camisa blanca de mangas largas y me doble las mangas hasta la mitad del brazo pues la parte delantera estaba manchada de pintura gran mal que sufren los pintores borrachos, también me puse un pantalón negro como las noches del África con unas pequeñas betas blancas "Kilimanjaru" llamaba yo a aquel pantalón. Mis zapatos de siempre y una cadena, bueno más bien un collar con la bandera cubana como dige.

  — Quiero que me entierren con esta cadena, para q mi alma vuelva a la patria si estoy lejos, y si estoy cerca pues que nunca se vaya —le dije a mi reflejo en la olla de presión, único espejo que tengo.
  Los patriotas somos en referendo de la palabra los artistas peor pagados.

Salí para la fiesta y pasé a recoger a mi amigo Artemio, un blanco pecoso con el pelo casi rojo al que le gustaba decir que era descendiente de Vikingos, tal vez es verdad. Su familia era bastante adinerada al punto que el con 24 años ya tenía una moto y varios pares de zapatos, cosa poco común en estas latitudes. Nos subimos a su moto y nos fuimos pues la casa de patricia quedaba lejos.

  — Oye Erick —gritó desde su puesto de piloto.

  — Dimelo perra.

  — Me quiero comer a Patricia — más que una confección aquello parecía una súplica de ayuda.

  — ¡Ja! —aquello me hizo gracia— suerte rompiendo ese muro lesbico.

  — ¿Apuestas? — preguntó

— Voy 200 pesos a que no.

— Hecho.
Me intento dar la mano y casi chocamos, le di un golpe en el casco que me dolió más a mi que a él y continuamos nuestra marcha en silencio.

A esa hora se escuchaba la novela brasileña en todas las casa y un silencio reinaba en más calles algo interrumpido por las voces de los ancianos que le hablan al televisor para impedir los dramas y desastres que los guionistas escriben, era un espectáculo tétrico saber que lo único que puede mantener a mi pueblo en orden y bajo sentrada atención es una novela que se trasmite casi todos los días a la misma hora. Más que rebelde es el pueblo de Cuba y q la historia me desmienta.

Casi al llegar me desmonte para mear pues no me gusta mear en las fiestas, es como bastante problemático encontrar un lugar donde no haya gente haciendo avances sexuales y drogandose. Me apoyé contra un árbol y empecé a mear ¡Nunca es más feliz un hombre como cuando mea al pie de la calle a los ojos de quien lo quiera ver! Ahí estaba yo meando y pensando en lo bien que probablemente me lo pasaría cuando lo vi: aquello alguna vez fue un perro, era una masa sucia y quemada por innumerables abusos, estaba allí en el suelo agonizando y parecía como si estuviera muriendo y naciendo a la misma vez. Un arcoíris de caos, esos que solo forma la luna era aquel ser que por crueldades del hombre padecía en silencio y con sus ojos sinceros y tristes allí  a mitad del camino. No se como las personas pueden dañar así a los animales, tan fieles y fieros que confían primero y solo en caso de emergencias atacan después, espero que la biblia condene a los que abusan de los animales. Que amor más sincero abra en el mundo que el de un perro o una madre, conozco personas q pueden escuchar de muerte y destrozos en todo el mundo y les es indiferente pero le hablas de un perro herido, un león cazado o un pez que murió por tragar basuras del hombre y no contienen las lágrimas, yo soy de esas personas. Todi el mundo dice que el perro es el mejor amigo del hombre y entonces me pregunto yo ¿Quién cojones es el mejor amigo del perro? porque dudo que un ser tan frio, cruel y vulgar pueda ser el mejor amigo de semejante nobleza. No estoy seguro si se considera eutanasia pero me agache a su lado y puse mis ojos de hombre en su mirada triste, sus ojos eran una súplica que yo entendí así que clave mi navaja tan en su corazón como mis brazos de pintor me permitieron y en su último aliento escuché un gracias en la lengua más hermosa del mundo, la de los perros. Volví a la moto y nos alejamos de allí yo no me sentía un asesino, ni una persona cruel. A veces tenemos que hacer lo correcto aunque incorrecto parezca.

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