Capítulo once

11.4K 916 490
                                    




Leah

—Oye Ayden, estaba pensando...

—¿En serio? —me mira, fingiendo sorpresa —enhorabuena, ya era hora.

Rio un poco, pero le doy un golpe en el hombro.

—Eres idiota —murmuro mirándolo mal mientras me cruzo de brazos.

Él esboza una pequeña sonrisa y yo giro mi cabeza hacia la ventanilla.

—¿Qué querías decirme? —pregunta unos segundos después.

—Ya no quiero decírtelo —me encojo de hombros.

—Vamos Leah, dímelo que te escucho —insiste.

Yo solo niego con la cabeza. Ser dramática es mi pasión.

Entonces noto que posa una mano en mi muslo. Durante un instante me descoloca un poco y quiero mirarlo, pero también quiero fingir que no me importa.

—Por favor —murmura.

Ahora sí, me giro y veo que me está mirando.

—Está bien —pongo los ojos en blanco.

Ayden quita la mano de mi pierna volviéndola a situar en el volante y siento como si ahora me faltara algo, pero lo ignoro.

—Quiero que me enseñes a conducir.

—¿Yo? —pregunta sorprendido.

—No, claro que no, ¿de dónde sacas eso? Se lo estoy diciendo al fantasma que tienes al lado —murmuro con ironía mientras pongo los ojos en blanco otra vez.

En su rostro aparece una pequeña sonrisa.

—Mira que eres tonta.

—¿Me enseñarás? —ignoro lo que ha dicho.

—¿No tienes el carnet?

—Ayden, de verdad, yo intento no responderte con sarcasmo pero me lo pones muy difícil... —empiezo a decir como si estuviera decepcionada —Si te pido que me enseñes a conducir, ¿crees que tengo el carnet?

Él me mira durante unos segundos antes de volver a fijar su mirada a la carretera.

—¿Por qué no tienes el carnet?

—Porque nunca he encontrado el momento —me encojo de hombros.

—¿Por qué?

—No mezclamos nuestra vida personal en esto —le recuerdo.

Él suelta una pequeña risa.

—Esta regla ya no sirve, la enterramos.

—Ah, claro —murmuro divertida —. Cuando a ti te apetece ya no sirve.

—Claro.

—¿Y por qué ya no sirve? —me cruzo de brazos.

Ayden me lanza una pequeña mirada, pero un segundo después la vuelve a fijar en la carretera.

—Porqué me gusta saber cosas de ti.

Una sonrisa inconsciente aparece en mi rostro, aparto la mirada y la fijo en mis dedos.

—Te has sonrojado —comenta sonriendo.

—Idiota —murmuro.

Él solo sonríe negando con la cabeza.

—Te voy a enseñar a conducir —habla unos segundos después.

—¿En serio? —pregunto emocionada.

Solo nosotros dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora