Capítulo veintisiete

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Leah

—No te preocupes.

—Claro que me preocupo Ayden, joder.

—Leah —se acerca a mí y me levanta el rostro con ambas manos, para que lo mire —. Yo sé lo que pasó, no tienes que preocuparte.

—Pero no me gusta que digan estas cosas de mí —susurro, y mi voz tiembla.

Hoy, Jane me ha despertado con la noticia de que algún fan de Ayden nos hizo una foto a James y a mí cuando estábamos hablando. Más bien, justo cuando me besó.

A los paparazzis no les importo mucho, al fin y al cabo, Ayden es el famoso. Pero a los fans sí que les importo. Incluso a veces me paran por la calle para preguntar si soy yo la chica que está saliendo con él.

La verdad es que me daba bastante igual, hasta que hace unos días sus fans descubrieron dónde trabajo. Me molesta porqué hay chicas que tan solo entran en la cafetería para ver si Ayden aparece. Una vez, él vino a recogerme y prácticamente se le echaron encima.

—¿Qué dicen? —pregunta cogiendo el móvil y entrando en la publicación. Veo como lee todos los comentarios mientras aguanto las ganas de llorar.

Aprieta la mandíbula y cierra el móvil.

—Voy a partirle la cara a James.

—¡Oye! —lo riño.

—Sigo sin saber porqué lo defiendes.

—Porqué... sí. No importa eso —niego con la cabeza.

Ayden simplemente ignora el comentario y se levanta del sofá. Empieza a irse pero entonces se gira y camina hasta quedar delante mío. Subo la cabeza para mirarlo. Él se agacha un poco y me da un pequeño beso en la frente.

—Tienes que comer algo, voy a preparar la cena —informa, ahora sí, dando media vuelta.

Yo solo asiento, aunque no me vea, y suelto un suspiro. Desde que me he enterado de esto, siento ganas de llorar. Sobretodo porqué es un malentendido y todos los comentarios son... horribles.

Mi móvil empieza a vibrar, así que lo cojo y en la pantalla aparece el nombre de Alex.

—Hola —saludo al responder.

—Hola hermanita, ¿cómo vas?

—Bien. ¿Qué tal tú?

—No me mientas —advierte.

—No te miento. Estoy bien... supongo.

—He visto las publicaciones.

—¿Quién no? —murmuro de mala gana mientras me apoyo en el respaldo del sofá.

—Se les va a olvidar cuando tengan algo nuevo de lo que hablar.

Suelto un suspiro. Ya sé que tarde o temprano dejarán de hablar de esto, acabarán olvidándose. Pero no por eso duele menos.

—Igualmente no me gusta —susurro.

—Ya lo sé... ¿puedo hacer algo por ti?

—No, no te preocupes. ¿Cómo vas tú?

—Ya sabes, existiendo.

Hace unos días Alex se lesionó en un entreno del equipo y ahora tiene que hacer el máximo reposo si quiere jugar el próximo partido.

Realmente creo que le vendrá bien estar un par de semanas sin esforzarse mucho porqué lleva ya unos años sin parar. Aunque, también se lo mucho que le encanta el fútbol y lo mucho que se aburre estando solo en casa sin saber que hacer.

Solo nosotros dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora