☙ 10 ❧

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El timbre sonó. Me apresure a terminar de secar mi cuerpo luego de la ducha, boxers y jeans fueron todo mi outfit, luego tendría tiempo de seguir vistiéndome.

Acomodé mi cabello húmedo al pasar frente a espejo y abrí la puerta.

– ¿No me digas que intentas seducirme? –se burló Draken del otro lado.

Lo miré sorprendido y sin siquiera pensarlo, cerré de un portazo. Me sentí ridículo, primero porque mi amigo se burlaba de mí y, por último, porque estaba decepcionado.

Draken reía al otro lado y me pedía que le abriera. Lo hice luego de terminar de vestirme.

– Por un momento creí que esperabas a alguien –dijo mientras se tiraba en el sofá y subía ambos pies a la mesa de café.

Antes de poder decirle que bajara los pies siquiera, me llegó un mensaje de Kazutora pidiéndome disculpas porque le surgió algo y no iba a poder venir, a menos que me sintiera mal. Cancelaria todo y vendría igual.

Le respondí de inmediato informándole que me encontraba bien, que no se preocupara y también le agradecí por el té.

Tiré el celular en la mesa y me acomodé junto a Draken de la misma manera que él.

– Supongo que estaba en lo cierto –murmuró

– ¿Qué quieres cenar? –pregunté.

– Pizza. ¿pido yo?

– Si.

Permanecimos en silencio un largo rato. Draken, no solía venir seguido porque siempre estaba ocupado. Pero su compañía siempre fue incondicional de una manera u otra.

– ¿Esperamos a que lleguen las pizzas?

– Si.

Nos mantuvimos en la misma posición hasta que llegó el delivery, pero ahora con un agregado. La gallina en medio de nosotros.

Draken nos veía divertido –somos dos idiotas.

– Bienvenido a mi mundo –dije entre risas.

Luego de la cena, hablamos de la fiesta, de los chicos y el trabajo. Le pregunté por Mikey y porque no había venido con él. Me contó que tenía otros asuntos que atender y que él venía de la casa de Emma.

Comprendí enseguida el drama de esta historia.

Dio un suspiro profundo, de tal manera que parecía salir de los más profundo de sus entrañas y con ello acarreaba todo el dolor que llevaba dentro.

– Emma y yo terminamos –soltaba.

– ¿Cómo, por qué? –las palabras salieron arrebatadas –¿es definitivo?

Me negaba a creer lo que escuchaba. Si bien, nunca fue la pareja más afectiva a vista de todos. Sabía lo mucho que se querían.

– Nunca pensé en lo que vendría, me sentía feliz de estar con ella. Pero fui egoísta y no me di cuenta que no podía darle lo que ella quería.

– ¿Qué es lo que ella quiere? –pregunté tímido.

– Tiempo, todo mi tiempo... –mirándome a los ojos agregó: –y una familia.

Aquí estaba de nuevo, en medio de conflictos amorosos. Como siempre, trato de ser empático y opino en base a lo que yo haría en su lugar. Aunque claramente no tengo la verdad de nada.

– ¿Acaso no la amas lo suficiente?

– ¡Por supuesto que sí! –respondió irritado –pero todavía no estoy preparado para esa vida. Tengo otros proyectos que me gustaría realizar primero.

El camino de las lágrimas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora