El camino de las lágrimas ✓

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Luego de que Kazutora tocara mis labios tan sensualmente y me dejara ahi, con mil sentimientos encontrados, me replanteé mi vida entera.
Quizas Senju siempre estuvo en lo cierto. A diferencia de Inui, Kazutora me gustaba, y mierda que lo hacia.
Toda la mañana pensé en lo sucedido esa noche, y no podia evitar sonrojarme al imaginarme cómo habría sido si me hubiera besado, sin embargo Kazutora se veia ajeno a lo sucedido..
Durante el paseo en el antiguo pueblo, actuó con total naturalidad, como si nada hubiera pasado, asi que decidí hacer a un lado esos nuevos sentimientos que me invadían. Pero todo volvió como un torbellino cuando nos quedamos frente a frente, ocultos, en la casa de sus abuelos. Ese tenso momento que se habia formado, donde solo podiamos sentir el golpear de nuestros corazones… Creí una vez más, que me besaría.

Kazutora luchaba contra sus sentimientos igual que yo, lo noté cuando me refugió del frío entre sus brazos. Tal vez ese era el momento para esclarecer todo, podía equivocarme y terminar disculpándome o podía estar en lo cierto y que Kazutora me dejara calmar ese deseo incontrolable que me poseía.
Todo parecía indicarme que era “el momento”, la noche, la luna y las estrellas como testigos, y sus brazos dándome calor.
Lo observé un momento mientras me armaba de valor. Su perfil bien definido, sus ojos verdes como la hierba en un día de verano y el suave rubor en su pálida piel. ¡Debía besarlo o me arrepentiría!

Ahora me encontraba sacandole la ropa con desesperación a medida que avanzábamos por las escaleras.
Kazutora abrió la puerta de la habitación de Kokonoi, aun conmigo enredado en su cintura. Cortó el beso y me miró, ambos estábamos agitados, luego observó la habitación desordenada y volvió la vista a mi.
—Mejor en mi habitación —exclamó.

Me avergoncé al suponer que quizas le molestó el desorden, su habitación como siempre, lucia impecable.
Me soltó en el colchón y me observó desde arriba.
Fueron unos segundos, pero me bastó para creer que estaba dudando.

—¿Qué sucede? –pregunté.

Kazutora se frego el rostro con la mano y se sentó en el borde de la cama.
—Tengo miedo –susurró.

—¿Es tu primera vez con un hombre?

—¡No! Bueno si, pero no es eso —dijo con las orejas totalmente sonrojadas. Me incorporé y le acaricié los cabellos—. No creo estar a la altura —agregó.

No comprendí.
—Ven aquí —le dije. Kazutora se acomodó a mi lado—. Tómate tu tiempo.

Luego de unos minutos habló.
—Tengo miedo que después de esto sigas pensando en él. Tengo miedo de no ser lo suficientemente bueno para ayudarte a superarlo —musitó.

Que mencionara a Keisuke hizo que se me formara un nudo en el estómago. Quería decirle que yo también tenía miedo, quería decirle que me ayude a arrancarlo de mi corazón.
Sin embargo pregunté:
—¿Has tenido muchas relaciones?.

—No muchas, pero nunca con un hombre.

—Yo nunca he estado con alguien más aparte de Keisuke —susurré—. Nuestra relación se dio con el tiempo, supongo que un poco por la soledad y al mismo tiempo por la cercanía que compartimos.

Se formó un silencio y con él toda la atmósfera sexual se había perdido.

—¿Al menos te gusto? —titubeó.

Kazutora resultó ser tan inseguro como yo. Sonreí enternecido.
—Claro. ¿y yo a ti?

—Desde la primera vez que te ví —respondió con voz clara.

Tal vez suene estupido, pero nunca había tenido una confesión de amor en toda mi vida. Mi relación con Keisuke habia comenzado una noche de borrachera y muchos meses de sexo después le habia dicho que lo amaba a lo que él me respondió “yo tambien”. Nada más.
Esto era lo más cercano a una, no estaba seguro de que era lo que realmente sentía Kazutora, pero me hacia sentir bien. Me acurruque en su pecho y al cabo de un tiempo me quedé dormido.