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Un ritmo suave y lento sonaba en la habitación mientras terminaba de arreglarme

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Un ritmo suave y lento sonaba en la habitación mientras terminaba de arreglarme. De pronto Hakkai abría la puerta.

—Vamos hombre, vaya que eres lento –exclamó–. Ya estamos todos listos.

La noche anterior habían llegado todos a mi apartamento con la intención de marcharnos juntos a la boda. Cosa que me pareció totalmente innecesaria. Además porque casi no dormimos. De alguna manera fue como una despedida de solteros para nosotros que, nada teníamos que ver con la boda.

—No fastidies –murmuré.

Hakkai sonrió y, dirigiéndose con complicidad a Mikey, que estaba junto a él en el pasillo, preguntó:

—¿Qué tanto hace?

—Se está poniendo guapo, porque hoy verá a Kazutora.

El más alto puso cara de asombro mientras Izana aparecía con una cámara.

—Vamos, vamos. Hoy es un día especial, digan unas palabritas a la cámara. Inmortalicemos el momento.

—Que pesado —protestó Mikey.

—Oh hermanito, no seas gruñón. No los veo nunca, déjame atesorar este momento. —dijo haciendo un mohín con los labios.

Hakkai tomó del brazo a Mikey y a Mitsuya que se encontraba cerca y dijo:

—Hoy es la boda de Emma y estamos esperando al pesado de Chifuyu. Pero, al parecer, se ha propuesto estar más despampanante que la propia novia y, como lo consiga, esa maldita no se lo va a perdonar.

—Ya callense —espeté.

—Como sé que mi futuro cuñado nunca va a ver este vídeo, afirmo que es un antipático, y estoy seguro de que algún día mi hermana se arrepentirá de haberlo elegido a él y no haberse casado con el apuesto Ken-chin. –añadió Mikey.

—Mikey, callate, ¡no digas eso! —exclamó Hakkai riendo, mientras Mitsuya se llevaba la mano al rostro con frustración.

—Enano te voy a cortar la lengua –gritó Draken desde la cocina.

En ese momento sonó el timbre, Senju habia llegado Junto a Hina, Takemichi y el pequeño Aki, que al igual que su padre, vestía un smoquin negro.

La más joven entró a la habitación esquivando a los cuatro que se encontraban obstruyendo la puerta. Mikey soltó un silbido al verla.

—Bueno, si no es Chifuyu, será Senju la que opaque a la novia –la rubia lo miró de mala manera–. Te ves hermosa –finalizó.

—Lo sé –respondió ruborizada, luego dirigió su mirada hacia mi, que luchaba con el nudo de mi corbata–. Permite que te ayude.

Mientras acomodaba mi prenda, la observé. El vestido de tiras color salmón, resaltaba la curvilínea figura que pocas veces dejaba ver. Senju era toda una mujer, solo nosotros no la veíamos de esa manera debido a que era como nuestra hermana menor.

El camino de las lágrimas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora