♦️Capítulo 7♦️ El Almirante y la cantante

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El Hostal "Sretni Trenuci" ¹ tenía un amplio salón de baile desde donde sonaban alegres violines y estrepitosos contrabajos. El almirante, nombrado Franjo Ribar, había ordenado que los músicos tocaran toda la noche para celebrar la eminente caída de Belgrado. Habían estado días seguidos bombardeando desmesuradamente la ciudad; destruyendo la plaza principal, la Academia Militar y la Biblioteca Nacional entre otras edificaciones importantes.

Me asqueaba tener que participar de aquella fiesta.

Estuve allí por el objetivo de infiltración para llegar pronto a Serbia, pero si hubiera existido otra manera, sin dudarlo la hubiera tomado.

Solo de pensar en los millares de compatriotas que habían caído defendiendo su república, las mujeres viudas que perdieron a sus esposos, padres, e hijos y los niños inocentes que habían quedado enterrados vivos bajo los escombros..., ¡dios! todo ello hacía que me hirviera la sangre y deseara aniquilar con mis propias manos a todos los asesinos de aquel lugar, asesinos que tenían la desfachatez de celebrarlo brindando con licor y música. Tuve que estar rojo de ira porque Alejandro se me acercó nervioso, ofreciéndome una copa.

—Debes relajarte, tu cara no es de celebración.

—¿Crees que tengo ganas de celebrar?— repelé entre dientes.

—Yo tampoco ¿Pero cómo se lo explicarás a ellos? —Señaló con la cabeza el grupo de capitanes de la marina que reían con un grupo de alemanes—. Ten, bebe un poco.

—No. —Rechacé la copa con la mano—. No pienso probar el licor con el que se embriagan estos brutos, está manchado de sagre.

Alejandro se quedó mirando las dos copas, replanteándose si continuar bebiendo o no. Era un chico manejable que se dejaba arrastrar según la influencia que tuviese encima. Agradecí que se relacionara con nosotros, de haber estado en otra división probablemente estuviera con el nuevo estado NDH.

—No lo pienses niño. —Le palmeó la espalda un hombre que por facciones y acento, deduje que era alemán.

Mi amigo se asustó por el empujón y derramó un poco de licor sobre ek pecho de una de las camareras que pasaba en ese momento.

—¡Lo siento mucho!

Los ojos no cabían en su cuencas. Si yo estaba rojo de ira, él había logrado superarme rojo de la vergüenza.

—Ja, ja, ves lo que sucede cuando no bebes correctamente soldado. —El nazi se carcajeó.

—D-Déjeme... a-ayudarla... —balbuceó Alejandro dándome las dos copas.

—No se preocupe estoy bien —dijo la camarera levantando un poco la falda de su vestido para salvarlo de las salpicas en el suelo—. Iré a lavarlo con agua y quedará como nuevo.

El alemán volvió a palmear la espalda del chico insitándolo a que aprovechara la situación.

—La acompaño —insistió este después de aclararse la garganta.

—Muchas gracias. —La mujer volvió a sonreírle de forma coqueta y se marcharon juntos.

—Creo que ese ya tiene la noche resuelta de forma feliz —se burló el otro arrebatándome una de las copas y probando el licor de la misma.

—No esté tan seguro, esta noche partimos a Serbia —respondí tajante detallando la papada que le cubría el cuello.

—¡Ah! De los refuerzos a Belgrado, entiendo. Espero que acribillen a esos rebeldes.

Tragué grueso buscando serenidad.

—Yo también —mentí.

—¡Pero beba hombre! No le hará daño divertirse un poco antes de la batalla.

NADA ESTÁ DESTINADO©️✔NO.1 WINNER // #TTW2021 #awardsadam2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora