♦️Capítulo 15♦️ El Ghetto

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Para mi reencuentro con mi prometida, tenía expectativas muy altas que fueron quebrándose con cada escena espantosa que ví al bajarme del tren y caminar por las calles.

Lo más impactante sin duda fue el Ghetto Judío. Ver como los nazis los deportaban en masa, seguramente a los campos de exterminio, constituyó una tortura emocional. Esas imágenes se grabaron a fuego en mi memoria. Incluso hoy, después de tantos años cierro los ojos y puedo revivirlas...

Habían niños de pecho y mujeres encinta, viejos y enfermos. Todos rodeados de ratas, esqueléticos por el hambre, con el evidente conocimiento que iban tarde o temprano a ser masacrados. Sus rostros suplicaban clemencia en lo que levantaban las manos ante las amenazas de los fusiles que portaban el escuadrón del SS. Un canto infantil proveniente de un grupo de huérfanos consiguió erizar toda mi piel.

Contemplar como los infantes caminaban rumbo a su muerte, cantando y con las manos entrelazadas ha sido una de las vistas más escalofriantes de toda mi existencia.

Los nazis se mantenían firmes, insensibles ¿Cómo era posible que ellos no se inmutaran al saber que transportarían a una masacre a pequeñas personitas que no tenían culpa de haber nacido judías? Huérfanos que no podían defenderse, que solo querían un hogar, que apenas podían batallar con los piojos y el frío...

Cuando sentí mis mejillas mojadas comprendí que debía alejarme de ese monstruoso panorama. Yo no estaba hecho para eso, aunque a ciencia cierta ¿quién lo estaba? Los despiadados del Waffen SS al parecer... Había oído mentar el nombre del Reichsführer ¹ al mando, Heinrich Himmler. Y él para mí era la prueba convincente que hay quiénes no tienen perdón de Dios. Había crecido en un hogar católico, asistido a misa, y ahora era el cabecilla de una política del terror aprobando experimentos con electricidad sobre el cuerpo de mujeres jóvenes y otras atrocidades que contaban la gente sobre los campos de exterminio a donde enviaban a los judios, gitanos y fieles de creencias religiosas.

Ahora puedo afirmar que tuvo un final demasiado apacible. Se merecía la muerte más lenta, en la celda más oscura y húmeda que se hubiese creado. Y diciendo esto soy benevolente. Es difícil no volverte vengativo cuando vives todos las barbaries como yo lo hice.

Volviendo al relato, cuando me alejé lo suficiente de aquellas escenas, decidí sacar la foto de mi Karolina y empezar a preguntar a todas las personas con las que me encontraba.

—¿Ha visto a esta muchacha?

El que no me negaba con la cabeza se encogía de hombros. Y los demás no prestaban el menor caso. Terminé cansado y sin resultados.

Caminaba exhausto buscando un lugar para dormir. La prontitud de la noche tragaba mis energías, condenándome a mendigar comida en alguna de las casas totalmente cerradas. En los meses anteriores había agotado la mayor parte del dinero reunido y el que me quedaba era tan escaso que lejos de un motel digno tendría que conformarme con un establo.

Toqué la que me dije sería la última puerta y para mi bendición, me recibió una agradable señora avanzada en edad que sin preguntar de dónde venía atendió mis necesidades más inmediatas.

—Gracias —hube dicho cuando depositó un gran plato de sopa caliente frente a mis ojos.

—Come despacio —exhortó ella.

Tenía demasiada hambre para pensar en educación.

—¿No me preguntará quién soy? —dejé ver mi asombro cuando casi había terminado la sopa.

—Son tiempos de guerra hijo. Cualquiera es hermano. Sea serbio o croata, es merecedor de ayuda.

Agradecía que la viejecita no estuviera influenciada como la mayoría con las ideas fascistas implantadas por las Potencias de Eje. Algunos yugoslavos desarrollaron tal odio por los residentes vecinos, que olvidaban que la guerra era contra Alemania y su séquito, no entre nosotros mismos.

NADA ESTÁ DESTINADO©️✔NO.1 WINNER // #TTW2021 #awardsadam2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora