♦️Capítulo 8♦️ "Izdaja"

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Dicen que el destino es el que baraja las cartas, y nosotros somos quienes jugamos.

Pero se equivocan.

La vida te da las cartas, los humanos intentamos jugar lo mejor posible, y los tramposos son los que barajan a su conveniencia, quedándose con el naipe ganador, el As bajo la manga.

Jamás imaginé el duro golpe que recibiríamos al detenerse el tren en Belgrado. El As que la vida cruel tenía bajo su manga.

Daban las siete de la mañana y el resplandor que se colaba por las aberturas de la maquinaria acariciaba mi rostro. Pero lo que me sacó del ligero sueño que logré conciliar, fueron los estruendos que alguien produjo en la superficie vertical donde tenía apoyada la cabeza.

—¡Muévete maldito croata!

El marcado acento alemán escupiendo las palabras, me taladró el cerebro; consiguiendo uno de los sobresaltos más estremecedores de mi vida. El tono de asco que desprendía aquel nazi solo me indicaba lo peor: Nos habían descubierto.

Me tomó por el brazo apretando con fuerza y me tiró de la puerta del vagón con todo el desprecio que poseía. Caí de bruces, raspándome la cara, a centímetros de unos zapatos que resultaban familiares.

—¡Abschaum! —Me lanzó un escupitajo.

Abschaum: Escoria.

Intenté levantarme, pero el zapato del comandante Harer aplastó mi cabeza contra el suelo.

—¿Pensabas burlarte de nosotros, sabandija infeliz?

Se agachó para agarrar el cuello de mi uniforme y me zarandeó la cabeza para que lo mirara. Destilaba furia por todos los poros. Cuando quedó a centímetros de mis ojos, pude ver las ansias asesinas en los suyos.

—Lo pagarás caro —vociferó en mi oído y volvió a pegarme la cara en el pavimento.

—Aquí están los otros, señor —informaron sus oficiales trayendo a Dimar y Bogdan.

Por un breve momento, había tenido la esperanza que ellos escaparan. Pero deseché la idea cuando comprendí el detonador común: Si se habían enterado que yo era un infiltrado, la información debía haber sido dada completa. El cadete que nos detuvo la noche anterior al parecer se apuró con la voz de alarma. Supuse que todo debió ser descubierto en el hostal, porque con el tren en marcha era imposible que un telegrama volara anunciando que cuatro soldados del Cuartel General de Zagreb estaban infiltrados con los refuerzos de Belgrado ¿Por qué habían esperaron los nazis para capturarnos hasta ese momento? Y la pregunta más importante ¿había logrado escapar el asustadizo Alejandro?

Cuando pude ponerme de pie, mi primer instinto fue observar a mis amigos para infundirles tranquilidad. Ellos estaban también impactados, sin entender cómo habían sucedido aquellas cosas. Miré al resto de hombres, buscando al cuarto que faltaba.

—¿Buscabas a este?

El Comandante sacó de entre un tumulto a Alejandro, que estaba horriblemente desfigurado. Apenas se le distinguían los ojos entre los moretones que le habían hecho y tenía el labio partido por incontables puñerazos. Sin detenerme a pensar me abalancé sobre él y lo estreché aliviado. Estaba maltrecho, pero vivo.

No sé por qué había desarrollado ese sentido de protección sobre el más pequeño del grupo. Quizás por eso mismo, era el menor de todos nosotros. Me comportaba inconscientemente como un hermano mayor y por ende me sentía responsable de él. Verlo en ese estado me rompió muy adentro, porque imaginé lo aterrado que debió estar cuando soportaba las torturas.

Y entonces mi mente tejió argumentos.

¿Por qué lo habían torturado? ¿Por qué era el único maltratado y nosotros estábamos ilesos?

NADA ESTÁ DESTINADO©️✔NO.1 WINNER // #TTW2021 #awardsadam2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora