Los fantasmas y los viejos alumnos conversando eufóricamente después de reencontrarse tras las vacaciones de verano. Volviendo a ver a sus viejos amigos con los que bromeaban y charlaban sin cesar, sinceramente yo no era de ese grupo de personas...
Mi primer año en Hogwarts era tan emocionante, nuevas aventuras y cosas por aprender, me emocionaba demasiado.
Una mujer con un sombrero alto salió de algún lado haciendo callar al resto de personas en la enorme sala y comenzó a hablar.
- Bienvenidos sean de nuevo a otro año en Hogwarts, y Bienvenidos también sean los de nuevo ingreso.- Dice mirando a la pequeña multitud frente a ella.- Los llamaré por su nombre y pasaran al frente para concluir la prueba.
¿Prueba?, ¿Cuál prueba?, Nadie me aviso de ninguna prueba, mis nervios se agudizaron, si odiaba algo era quedar mal en mi primer día...
- ¿Cuál es tu nombre?.- Me pregunta una niñita rubia de pelo abundante.
- Soy T/N.- Dije amablemente.
- Mi nombre es Luna.
- Un placer Luna, hmm, ¿De que prueba es de la que están hablando?.
- Oh, solo debes pasar al frente para que el Sombrero Seleccionador, bueno, te seleccione.- Dice con una sonrisa causando una inminente calma en mi desde que la vi.
- Raymoond, T/N.- Gritó la mujer que nos dio indicaciones al principio.
Era mi turno, los pies me temblaban, y a duras penas logre subir al taburete, mire hacía enfrente desde donde Luna me miraba con una sonrisa, la mujer puso el sombrero cuidadosamente sobre mi cabeza y enseguida sentí como este se movió, casi como cobrando vida, fascinante.
De pronto una voz resonó dentro de mi cabeza, como si mi conciencia me hablara con una voz grabe y madura.
- Bien, bien, veamos que hay por aquí, hmmm, de acuerdo, eres digno de un Gryffindor, tienes su coraje y te gustan los riesgos, pero también eres astuto y tienes una mente muy curiosa ahh si, si, ya lo tengo, tu eres un ¡RAVENCLAW!
La mesa con banderines azules estallo en regocijo mientras a mi se me pintaba una sonrisa en la cara, me senté junto a Luna que casi daba brinquitos de la emoción, ella beso mi mejilla causando que mi cara en un instante se asemejara a un tomate.
- ¡Lo sabía, sabía que ibas a quedar en Ravenclaw!.- Dice eufórica causándome gracia y abrazándome tiernamente.
