Capítulo 25: Comienza la invasión.

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-6to mes después de la tormenta-

-Hora aproximada 5:30 AM-

Dos meses habían pasado desde el ataque al puerto de Blavuken y la armada imperial estaba avanzando hacia su destino a velocidad de crucero mientras una leve niebla rodeaba a las embarcaciones. La proximidad de la estación de tormentas había obligado a los líderes del ejército imperial a agilizar algunos detalles de la planificación, ya que el ser sorprendido por las inclemencias del tiempo en plena ofensiva sería fatal para el éxito de la invasión.

En una habitación dentro del portaviones Amagi estaban reunidos el Comandante Aoba, el General Morino, el General Katsudaira y el Almirante Kurome quienes ponían a punto los últimos detalles.

-¿Cuánto falta para llegar a las cercanías de Herrit?-

-Deberíamos llegar para el amanecer.-

El Comandante Aoba y el General Morino intercambiaron palabras, mientras el Almirante Kurome permanecía en silencio mirando el mapa. Al darse cuenta de la actitud de su compañero, Aoba imaginó a qué se debía su preocupación e intervino.

-No le des más vueltas Izayama, sé que el plan ha cambiado drásticamente debido a las circunstancias, pero no hay nada que se pueda hacer, en primer lugar no estamos muy familiarizados con este mundo y por eso muchas cosas no nos han salido como esperábamos, pero confío en que aun así saldremos victoriosos, ya hemos tomado las medidas pertinentes para ello.-

Tal y como afirmaba el Comandante Aoba, muchas cosas se habían salido de los planes del Almirante Kurome. Desde la inesperada llegada de la estación de tormentas y para colmo dos meses antes de lo normal, hasta el cinturón de tormentas sobre el estrecho de Varamis, que había hecho imposible el regreso de James para la segunda fase del plan.

Pero aun siendo consiente de estos innegables hechos, el almirante Kurome no podía sentirse tranquilo. En un terreno de batalla tan impredecible le era difícil concebir una estrategia solida debido a los factores inciertos que le rodeaban. Pero su compañero también tenía razón, si continuaba preocupándose por esas cosas triviales al final solo acabaría afectando más a su juicio.

-Tienes razón Aoba, no queda más remedio que actuar de acuerdo a la nueva estrategia que hemos elaborado y el resto quedará en manos de la capacidad de nuestros hombres y de ustedes, confió en que cada uno contribuirá a la victoria.-

Después de oír esas palabras todos los presentes asintieron y saludaron al almirante.

-¡Puede contar con ello señor!-

-Bien.-

Habiendo dado por terminada la reunión, Kurome liberó a los oficiales para que se preparasen y él se dirigió al puente de mando.

-Bueno, al fin después de seis meses entraremos en acción… solo espero que nada salga mal y que la divina providencia nos ayude.-

Transcurrieron las horas y finalmente a las 8:50 AM la flota se encontraba a 20 km del punto de desembarco. Las lanchas de desembarco estaban siendo abordadas por las tropas que desembarcarían en tierra y a medida que abordaban estas, eran bajadas hasta el mar y comenzaban la marcha hacia la franja de la costa. Muy pronto hubo una cantidad de embarcaciones dirigiéndose a tierra que habrían asustado a cualquiera y dado alarma de combate al momento. Pero eso sería si ellos siguieran en la tierra que estaba en medio de una Segunda Guerra Mundial.

En esta nueva tierra y más por donde desembarcarían las tropas imperiales nadie esperaba una invasión de tal envergadura. De hecho en más de 4 siglos de historia, estas tierras de Atlanda nunca habían atestiguado batallas de ningún tipo. En una pequeña barca situada en arenosa playa de Herrit un niño y su abuelo se preparaban para aventurarse al mar a pescar. El anciano era corto de vista por lo que siempre llevaba al niño para que guiase la embarcación.

Crónicas de Ultramar Nace un ImperioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora