A la entrada de la catedral de Ariamis, se encontraban los pelotones del Teniente Takashi y el teniente Tanigushi, ambos asumían que su interior se ocultaba el rey y tenían órdenes de capturarlo con vida así que debían ser cautelosos a la hora de actuar para evitar que algo saliera mal. Antes de comenzar el ataque ya ambos oficiales habían planificado su estrategia, y en ese momento con los enemigos del exterior ya neutralizados quedaba asegurar el interior.
-Bien teniente Tanigushi, ahora usted asegurará todo el perímetro exterior de la catedral para evitar que el enemigo escape, mientras tanto yo me encargaré del interior.- Afirmó el teniente Takashi a su encuentro con su homólogo el teniente Tanigushi, quien asintiendo respondió. –Sí teniente, me aseguraré de que no se nos escape nadie.- Asintiendo en silencio a la respuesta de Tanigushi, Takashi hizo una seña a sus hombres y se encaminaron a las grandes puertas de la catedral que yacían tumbadas hacia el interior ardiendo en llamas.
Al ser de madera, las puertas habían cedido fácilmente a la explosión de las granadas de mortero que habían sido disparadas contra los defensores en la anterior escaramuza. Al pensar en esa escena, a la mente de Takashi llegó la preocupación de que los hombres del interior estuviesen equipados con el mismo tipo de armadura que los guardianes de la puerta. De ser así, las armas convencionales serían inútiles a larga distancia, ya que ni las potentes ametralladoras del tipo 95 habían afectado a aquellos hombres. –Solo queda usar granadas de mano o de mortero.- Pensó Takashi mientras se acercaba al costado Izquierdo de la entrada junto a un grupo de sus hombres, mientras que el otro se apostó en el lado derecho.
-Cuando dé la señal entramos teniente.- Comentó uno de sus hombres acercándose a él, quien le comentó en respuesta. –Adelante.- El soldado hizo una seña a los del otro lado y ambos grupos alzaron sus fusiles con las bayonetas colocadas y se adentraron a la vez al interior. Una vez dentro ambos grupos buscaron cobertura sincronizadamente y sin perder tiempo a la vez que los defensores del interior descargaban sobre ellos una andanada de virotes disparados por ballestas, los cuales no alcanzaron a herir a ningún efectivo. Una vez cubiertos, los soldados comenzaron a devolver el fuego disparando sus fusiles y la batalla dio comienzo.
El teniente Takashi buscó cautelosamente con la mirada la posición del enemigo y pudo verlos al frente del templo en dos líneas defensivas. Los escuderos al frente retenían los disparos de sus soldados mientras que la segunda línea de ballesteros disparaba a lapsos de treinta segundos entre cargas. Para Takashi era sorprendente tal sincronía y la fuerza con la que cargaban como si nada sus ballestas, las cuales seguramente requerían de gran fuerza para recargarse. Tal y como había temido al principio, el problema principal serían los escuderos y aquellas lápidas de algún tipo de metal reforzado que rechazaban los disparos como una muralla impenetrable. Aquello dificultaría su avance sin duda alguna, ya que las armas convencionales de poco servían, más que para mantener al enemigo distraído, lo cual significaba un gasto excesivo e innecesario de la tan valiosa munición limitada con la que contaban. Entonces el teniente Takashi llamó a uno de sus hombres para que comunicase el plan de acción a los demás.
-Cambiaremos el patrón de ataque, que un grupo nos cubra desde atrás, mientras nosotros flanqueamos por ambos lados, usaremos los bancos de madera que nos pueden ofrecer una buena cobertura, debemos movernos con cuidado para que el enemigo no se percate de nuestro avance y cuando estemos a una distancia cercana arrojaremos granadas de mano para acabar con su muro de escudos.-
-Entendido señor.-
Dicho esto, el soldado hizo las señas a los demás y tal y como el teniente lo había indicado, dos grupos; uno por el lateral izquierdo y otro por el derecho comenzaron a avanzar discretamente hacia el frente, mientras el enemigo continuaba disparando sus ballestas.
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Crónicas de Ultramar Nace un Imperio
FantasíaDespués de una inusual tormenta en el Frente del Pacífico Sur, una flota de la Armada del Imperio Japonés desaparece. Esa flota cuya tripulación se le ordenó invadir la costa oeste de los Estados Unidos, se encontrará ahora con un mundo totalmente n...