Capítulo 5: Despertar

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-Aggh... que dolor...-


En un lugar obscuro y frio, el capitán James comenzó a despertar. Trabajosamente intentó levantarse del helado suelo, mientras se quejaba del dolor que sentía.


-ahhh... mi cabeza... ahhh-


Miró a los alrededores y solo veía paredes de un extraño material, y al frente, barrotes como de una prisión, y el suelo extremadamente duro.


- Donde... donde estoy... y este extraño piso...-


El capitán James no recordaba haber estado ahí nunca, ni menos sabía cómo había llegado a ese extraño lugar.


-Este... este no es mi barco... donde demonios estoy... ¡Daaaaah!-


Al intentar recordar lo ocurrido antes de desmallarse, como una corriente de agua desenfrenada, llegaron a su memoria los horribles sucesos de la noche anterior. La devastadora escena de sus hombres siendo destrozados por el aliento de la bestia, y luego siendo asesinados por sus esbirros a sangre fría. Sin permitirles tener una muerte honorable, todo esto trajo un enorme dolor, pesar, ira y más sentimientos al unísono que hizo que James entrara en un estado casi de demencia.


-¡AHHHHHHHHHHHHHH!-


James comenzó a gritar.


-Bang, bang, bang-


Desenfrenadamente golpeaba su cabeza contra la pared, con la esperanza de que aquellos torturantes recuerdos lo dejaran pero era inútil. Debido al ruido de los gritos y golpes de James, sus hombres que estaban en celdas contiguas despertaron y al ver a su capitán en ese estado, intentaron llamarle para que entrase en razón.


-¡Capitán reaccione! ¡Cálmese por favor! Si sigue así morirá, por favor capitán.-


Sus hombres intentaban sacar sus fornidos brazos para alcanzar a su capitán, pero era inútil. De pronto se oyó hablar a los extraños que los tenían prisioneros. Al parecer venían a ver que provocaba el escándalo.


-Demonios este hombre está loco, es un salvaje, rápido busquen a la enfermera y a varios hombres, debemos calmar a esta fiera.-


-¡Sí señor!-


Los extraños hablaron en un raro e irreconocible idioma y uno de ellos corrió fuera del recinto para luego regresar con seis hombres más y un par de mujeres vestidas con un extraño ropaje blanco. Tenían en sus manos instrumentos con puntas afiladas y muy finas, casi imperceptibles. Uno de los que portaban las lanzas cortas, abrió la reja de la celda del capitán y llamó a los otros seis quienes entraron rápidamente.


-¡Rápido!, asegúrenlo bien, tómenlo de las piernas, así contra el suelo vamos.-


Los seis hombres tomaron al capitán y cayeron sobre el como una avalancha humana. Lo presionaron con fuerza sobre el suelo y dos sostenían cada pierna, otros dos cada brazo y dos más presionaban sus rodillas contra su espalda. Mientras tanto entre gemidos erráticos y constantes sacudidas, el capitán James intentaba por todos los medios de zafarse de sus captores. Pero todo era inútil.

Crónicas de Ultramar Nace un ImperioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora