-Aggh... que dolor...-
En un lugar obscuro y frio, el capitán James comenzó a despertar. Trabajosamente intentó levantarse del helado suelo, mientras se quejaba del dolor que sentía.
-ahhh... mi cabeza... ahhh-
Miró a los alrededores y solo veía paredes de un extraño material, y al frente, barrotes como de una prisión, y el suelo extremadamente duro.
- Donde... donde estoy... y este extraño piso...-
El capitán James no recordaba haber estado ahí nunca, ni menos sabía cómo había llegado a ese extraño lugar.
-Este... este no es mi barco... donde demonios estoy... ¡Daaaaah!-
Al intentar recordar lo ocurrido antes de desmallarse, como una corriente de agua desenfrenada, llegaron a su memoria los horribles sucesos de la noche anterior. La devastadora escena de sus hombres siendo destrozados por el aliento de la bestia, y luego siendo asesinados por sus esbirros a sangre fría. Sin permitirles tener una muerte honorable, todo esto trajo un enorme dolor, pesar, ira y más sentimientos al unísono que hizo que James entrara en un estado casi de demencia.
-¡AHHHHHHHHHHHHHH!-
James comenzó a gritar.
-Bang, bang, bang-
Desenfrenadamente golpeaba su cabeza contra la pared, con la esperanza de que aquellos torturantes recuerdos lo dejaran pero era inútil. Debido al ruido de los gritos y golpes de James, sus hombres que estaban en celdas contiguas despertaron y al ver a su capitán en ese estado, intentaron llamarle para que entrase en razón.
-¡Capitán reaccione! ¡Cálmese por favor! Si sigue así morirá, por favor capitán.-
Sus hombres intentaban sacar sus fornidos brazos para alcanzar a su capitán, pero era inútil. De pronto se oyó hablar a los extraños que los tenían prisioneros. Al parecer venían a ver que provocaba el escándalo.
-Demonios este hombre está loco, es un salvaje, rápido busquen a la enfermera y a varios hombres, debemos calmar a esta fiera.-
-¡Sí señor!-
Los extraños hablaron en un raro e irreconocible idioma y uno de ellos corrió fuera del recinto para luego regresar con seis hombres más y un par de mujeres vestidas con un extraño ropaje blanco. Tenían en sus manos instrumentos con puntas afiladas y muy finas, casi imperceptibles. Uno de los que portaban las lanzas cortas, abrió la reja de la celda del capitán y llamó a los otros seis quienes entraron rápidamente.
-¡Rápido!, asegúrenlo bien, tómenlo de las piernas, así contra el suelo vamos.-
Los seis hombres tomaron al capitán y cayeron sobre el como una avalancha humana. Lo presionaron con fuerza sobre el suelo y dos sostenían cada pierna, otros dos cada brazo y dos más presionaban sus rodillas contra su espalda. Mientras tanto entre gemidos erráticos y constantes sacudidas, el capitán James intentaba por todos los medios de zafarse de sus captores. Pero todo era inútil.
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Crónicas de Ultramar Nace un Imperio
FantasiaDespués de una inusual tormenta en el Frente del Pacífico Sur, una flota de la Armada del Imperio Japonés desaparece. Esa flota cuya tripulación se le ordenó invadir la costa oeste de los Estados Unidos, se encontrará ahora con un mundo totalmente n...