Dos Cadáveres En Una Cama.

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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 3.
𝐃𝐨𝐬 𝐂𝐚𝐝𝐚𝐯𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐄𝐧 𝐔𝐧𝐚 𝐂𝐚𝐦𝐚.

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El Diablo fue antes Ángel.












Cuatro días ya habían transcurrido desde la noche en que la había dejado encerrada en el baño sin escuchar sus súplicas. Eren estaba conforme con los resultados obtenidos e ilustrados en el comportamiento de Mikasa. Aprendía muy rápido, y toda orden que salía de su boca, Mikasa lo ejecutaba obediente y sumisa. Eren se entretuvo muchísimo viéndole agachar el moño, coloquialmente dicho, y obedecer cada sentencia. Le obsequió un abanico de indicios de lo que podría llegar a hacer. Era un hecho que al principio no sabía porqué la había traído a casa, era un hecho que no sabía porqué seguía manteniéndola viva. Anteriores víctimas habían acabado en el más allá sin pararse a reflexionar al respecto. Si bien, no conocía sus propios fundamentos, lento, como las nubes tienden a despejar el cielo luego de un día lluvioso y una cruel tormenta, la mente de Eren fue apartando las brumas y un resplandor enceguecedor de conocimiento se instauró. Eren comenzaba a entender cuál había sido su objetivo principal, o cuál había sido el pensamiento inconsciente, el destello inicial que configuró sus actuaries y le indujo a raptarla. Eren supo a qué se debía esa curiosidad. Y todo día veía el diamante en bruto caminando, obedeciendo y acatando órdenes tal y como sus planes lo ameritaban. Eren estaba satisfecho.

Se encontraba leyendo un libro mientras la pelinegra cocinaba para ambos. Se había hecho costumbre que ella fuera quien hiciera las cosas del hogar mientras Eren no estaba o no quería hacer nada más que leer un libro, descansar, o revisar el teléfono. Mikasa aprovechaba esos momentos, consciente de que era una especie de permiso el cual le otorgaba para que al fin pudiera salir de su habitación. Sólo para comer, cocinar e ir al baño, le tenía permitido salir de su cuarto. Luego la encerraba la mayor parte del día en la habitación del segundo piso. Podría decirse que Mikasa aún no tenía un lugar propio y establecido en donde quedarse. Eren había demorado la construcción de una habitación especial por temas personales, estar ocupado, y debido a la flojera que le ganaba a sus planes, sin embargo, le ofreció en cambio, el salón pequeño del segundo piso, el cual consistía principalmente en una pequeña biblioteca personal. Eren leía, adquirió el hábito desde una temprana edad, así que igualmente esperó que la mujer lo adquiriera una vez dentro del salón y, aburrida agarrase algún libro. Si era que ya no lo tenía. No existía otro tipo de entretención, y durante el día entero en que Eren lo pasaba fuera o en el trabajo, creyó pertinente dejarle cierta entretención a la mujer, y de paso culturizarla. No le molestaba, al contrario, Eren quería a una mujer culta viviendo en su casa, no soportaría a una escoria cualquiera durmiendo en el mismo lugar, cocinando en su misma cocina, respirando el mismo aire. Eren quería la perfección en ella. Y ella exhibía ciertas cualidades indicadoras de que podría llegar a serlo. Lo principal era obediencia, lo cual tenía de sobra. A pesar de sus agradables y satisfactorios resultados, para los requisitos de perfección suprema según Eren, todavía faltaba mucho por lograr. Tal vez nunca nadie lo lograría, no en su estado más puro. Pero lo intentaría. En conclusión, gracias a esto, Eren había desistido en contratar a un empleado, ya tenía a Mikasa, que hacía prácticamente lo mismo pero era aún mejor. Eren se divertía con ella en un sentido retorcido, gozaba con morbosidad viéndola. No quería a nadie más que a ella. Con un empleado cualquiera no podría hacer lo que quería.

Mikasa dejó los platos listos sobre la mesa de centro. El trasero del plato tintineó con el cristal de la mesa. Albóndigas de carne hundidas en salsa y sobre un racimo de fideos. Eren no estaba acostumbrado a aquel tipo de comida casera, generalmente compraba por internet o salía a comer a restaurantes, sin embargo, desde que Mikasa había empezado a cocinar, sus hábitos alimenticios y comidas cambiaron a un tono más tradicional y casero. Eren se percató de lo talentosa que era Mikasa en la cocina. La mujer parecía cocinar de antes y en específico ese tipo de comida. Eren no se resistió al cambio, ningún pero escapó de sus labios, cocinaba tan rico y le gustaba, que le caía como anillo al dedo a Eren quien ya le comenzaba a aburrir la comida chatarra o de restaurantes todos los días. Además de gastarse a diario mucho dinero en ello. Cuando Mikasa se sentó indecisa junto a Eren, este preguntó:

UNDER YOUR SKIN. {EREMIKA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora