UNDER YOUR SKIN. {EREMIKA}

No Rompas Una Promesa.

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 19.
𝐍𝐨 𝐑𝐨𝐦𝐩𝐚𝐬 𝐔𝐧𝐚 𝐏𝐫𝐨𝐦𝐞𝐬𝐚.

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No había recibido la llamada en el mejor momento. Tuvo que inventar una excusa para salir, aunque claro, a un lugar más reservado  no podía ir. Necesitaba estar ahí, era su labor después de todo. Marco necesitaba un guardaespaldas. Así que cuando su bolsillo comenzó a recibir el impacto de las vibraciones del teléfono, Armin tuvo que arreglárselas con lo que tenía. En dos intentos de llamadas no pudo contestar, lo cual sumó unos repentinos nervios a su ya nervioso presentimiento. Con la urgencia de contestar, pues sabía que nadie más llamaría a este número que Mikasa, le dijo a Marco que debía ir al baño con apuro. Por motivo de que se hallaban en un hotel privado para una reunión exclusiva, Marco no se opuso a su demanda, ya que según él nadie le haría daño en un lugar cerrado en pocos minutos. Armin agradeció cordialmente, aunque vio extraño el despreocupado comportamiento del pelinegro.

Cuando ingresó al baño, se encerró y esperó a que volviera a llamar, sabía que lo haría. A los pocos segundos, volvió a vibrar, y en esta ocasión no demoró en lo absoluto en atender.

—Lo siento, estaba alejándome de dónde me pudieran oír. La tienes, ¿No?

Armin se esforzó en darle ánimos, asegurarse de que cumpliera con el plan y no cometiera algún error por no saber cómo canalizar y procesar las emociones. Con un gran esfuerzo tuvo que apelar a una leve manipulación para tranquilizarla. Y cuando vio que lo obtuvo, pudo descansar. Aunque si era honesto, tranquilizar a Mikasa fue un modo de tranquilizarse a sí mismo, olvidando que también se encontraba nervioso y afligido por lo repentino de la circunstancia, y por el nivel del lío del cual tendría que salir.

Cuando finalizó la llamada, no demoró en marcar a Erwin.

—Soy yo. Ahora. Organiza un equipo. Haremos la redada —dijo. Hacía ya unos días, se había comunicado con Erwin para hablarle del plan, de que había logrado llegar a Mikasa, obtener información, y que sabía dónde se hallaban las pruebas para incriminar a Eren. Erwin se había mostrado orgulloso, diciéndole que siempre lo supo, siempre supo que Armin lo lograría. Armin había estado demasiado nervioso y disperso como para disfrutar. Luego de eso, acordaron el modo en que se llevaría a cabo la redada si es que lo conseguían, y Armin entregó otras pistas más acerca de la dirección que había anotado mentalmente en todos esos viajes a la casa de Eren.

Cuando cortó, Armin sintió que le temblaban ligeramente las manos, algo controlable. Sin embargo, le hizo percatarse que aunque Erwin se encontraba orgulloso de lo que había conseguido, no estaba preparado para enfrentarse a la vida real, a eso que todos le felicitaban por haber logrado. ¿Cómo regresaría a Marco sin dejar ver más allá de lo que se esforzaba en aparentar? Fingir nunca fue una tarea fácil.

Si tan sólo pudiera llamar a alguien más.

Annie.

Tras pensarlo unos minutos, desechó la idea. No quería preocuparla, y tampoco meterla en líos. Además de que debía regresar pronto a la sala de reuniones si no quería ir sembrando las sospechas de su peculiar comportamiento. Así que con todas las ganas del mundo de llamarla, salió del baño y regresó a las escaleras, mientras escuchaba el traqueteo de las suelas de sus mocasines. Uno, dos, tres, retumbando, como cada vez más avanzaban sus latidos. Y sin percatarse, ya se encontraba frente a la puerta de cristal de la oficina. La empujó y se metió.

—¿Al baño? —le preguntó Marco, mientras lo inspeccionaba de arriba a abajo.

—De urgencia —dijo, riéndose para denotar irrelevancia, y también como una forma de explicar su demora.