𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 5.
𝐃𝐞𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐝𝐞 𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚 𝐏𝐢𝐞𝐥.
┉┅━━━━━━☠︎━━━━━━┅┉𝑨𝒏𝒊𝒒𝒖𝒊𝒍𝒂𝒓 𝒖𝒏𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂.
Debido a que Mikasa nada podía hacer una vez sus ojos recibían el día a través de la ventana, encerrada dentro de ese gran capullo estrangulador mal llamado habitación o salón de biblioteca, lo primero que hizo fue pensar. Solía pensar, pensar mucho sin nada más que hacer. Pensar se convirtió en una forma de mitigar el aburrimiento. Pensar, pensar y más pensar. Se dió cuenta que enloquecería con tantas de esas cavilaciones que golpeaban en su mente como una abundante masa de agua furiosa contra las rocas en la costa. Mikasa hubiera preferido ser un animal sin conciencia de sí mismo y sin pensamientos cabalgando en su mente como caballos fieros, hubiera preferido mil veces vivir en la inconsciencia que consciente de su terrible mal.
Sus ojos escogieron abrirse en el primer albor del día. Mientras observaba el artificial follaje exterior a través del ventanal, pensaba en cuán desgraciada había sido hasta anoche. Aún se encontraba en una posición desfavorable, claro, su situación no iba a cambiar de un día para el otro, y podría ser que sus escasas esperanzas perecieran en el futuro sin manera de frenar su muerte, pero, hasta el ahora, Mikasa se encontraba segura y conforme con una gran cosa, un descubrimiento desvelado a su persona como el primer resplandor del sol sangrando en su ventana.
Un destello de lo débil que era el hombre.
Al principio había azotado su cerebro con estupor. El descubrimiento había sido una sorpresa. Pero, ahora, luego de un sueño reparador, se había dado paso a la emoción, pues sabía perfectamente que con una información de tal grado de relevancia podría hacerse con un cierto grado de poder. Sin embargo, entre más lo debatía, más esos cuestionamientos intrusivos reaccionaron en su contra, amenazando con devorarla en vida. Sabía la relevancia de su descubrimiento, pero, al mismo tiempo, le atormentaba la idea de ser portadora de una valiosa información. Era casi como sostener una Magnun poderosa con dos trágicos fines: matar o matarse. Un poder elevador a las alturas. Elevador a un lugar extremadamente peligroso y latente a una caída.
La pelinegra se encauzó a la tarea de admirar por la ventana el mañanero paisaje, escuchaba la tormentosa melodía del silencio. Pensó en este, al que la mayoría de personas anhelaba para descansar. Sobrevalorado, pensó. Muchos encontrarían refugio acogedor, mientras que ella, sin embargo, obtenía un fúnebre escenario, un entumecimiento mortal y una necesidad apremiante de que acabara. Mikasa nunca había tolerado los silencios, eran un síndrome, una alerta de mal augurio, luego del sosiego acallado, para muchos relajante, venía la desgracia ensordecedora. Estaba acostumbrada a ese tipo de silencio y ya no lo quería seguir perpetuando. Escapó de ella, ahí estaba sin más que seguir oyendo el murmullo, el violín cantando en el silencio. Reflexionó sobre qué era lo que volvía al silencio algo tan difícil de sobrellevar. Al no haber nada lo hay todo, estimula la imaginación, estimula la más horripilante creatividad. En cualquier instante un grito se asentaría en el cielo para perturbar la dicha tranquilidad silenciosa. Mikasa sabía que a veces no era más que su mente jugándole una mala pasada. Pero, así y todo, no podía negar la austera sensación espectral del silencio, el idioma de los muertos, y dejar de cuestionar si era verdad o una áspera mentira. En la casa de un maníaco asesino todo podía ser potencialmente real.
Eren se había estremecido, el brillo de pequeñas lágrimas acuosas habían aterrizado en su esclerótica, en sus ojos sombríos, enrojecidos e irritados, y la comisura de sus labios había decaído conformando un mohín de tristeza. Su expresión reflejaba ansiedad, o ira, o tal vez ellas dos juntas. Por primera vez se le había permitido hurgar en ese cuerpo sin la armadura de los huesos y había podido diseccionar su interior un tanto más allá de la superficialidad. Había desatado una racha de energía al derretir parte de la coraza que había permanecido envuelta a su alrededor. Eren se había quebrado, derretido, expuesto, había lustrado inconscientemente sus ojos con lágrimas visibles, apiladas en el estanque de sus cuencas. La pelinegra lo había contemplado por una minúscula instancia como un animal asustado, que haciendo uso de sus únicas e ínfimas agallas para defenderse, había escupido ante ella un grito y lanzando un manotazo para apartarla, pero no había hecho nada más que descubrirse ante ella. Mostrar a la persona traumada. Eso era lo que era. No había que ser gran erudito ni estudioso ni psicólogo para entender que la mente de Eren no funcionaba bien, para asesinar debía de tener mala configuración cerebral, y un pasado de lo más probable traumático. Claro como la copa de agua, pero, sin embargo, saber esto no le ofrecía una vista panorámica de su traumático pasado, ni de los motivos que habían contribuido en la creación de un monstruo. De hecho, ahora que consiguió socavar una parte de su coraza Mikasa seguía sin concretar una idea del panorama general que suponía Eren. Pero al menos obtuvo algo, y estaba agradecida de haberse hecho con la información en el momento perfecto para sus planes que recién comenzaban a refulgir en la tierra como un terremoto burbujeante en el hipocentro.
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UNDER YOUR SKIN. {EREMIKA}
Fanfiction"Soy un monstruo." A las tantas de la mañana, una casa es asaltada por un bandido sin rostro identificado. Roba y asesina a un hombre de edad ya mayor. A punto de irse, un crujido de madera lo alerta. Es ahí, en la espectral oscuridad, que encuentra...