Cansado.

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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 11.
𝐂𝐚𝐧𝐬𝐚𝐝𝐨.

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Eren se vio obligado a atender una llamada de emergencia en el albor de un día nublado. Cogió el teléfono luego de tantear por la cama aún dormido y con la mente desconectada. La voz al otro lado de la línea no hizo más que escupir agua fría a sus sentidos. Aún con sueño, sintió un estremecimiento paulatino que acalambró sus músculos. No solía recibir llamadas de madrugada, de noche, ni menos en los albores de un nuevo día. Todos lo llamaban cuando él ya estaba totalmente despierto y con la mente activa. Pero no tuvo tiempo de parecerle extraño cuando recibió la noticia: 

—Padre sufrió un fatal atentado. Lo encontraron acribillado de balas en la calle del mercado. Viajaba en su automóvil, fue sencillo identificarlo por este. No se saben las causas, Eren. Pero Grisha murió. Oficialmente sólo nos queda mamá. 

Eren desenmarañó un mechón de su cabello con la idea de despertarse. La noticia era ciertamente una alarma en su cabeza, no obstante, lo repentino del hecho le había parecido un sueño. ¿Acaso también en los sueños se puede sentir un entumecimiento tan real? Tuvo que reponerse unos segundos mientras Zeke continuaba hablando y repitiendo con cierto desapego la muerte de su padre, para que al fin pudiera sopesar la magnitud del evento. Se enderezó entre las sábanas, y apoyado contra el respaldar de cuero negro, caviló acerca de lo que diría en respuesta.  

—¿Dónde estás ahora mismo? —preguntó, alimentando a su pecho una breve dosis de aleteo de anticipación. 

—En casa, con madre. 

—¿Cómo se encuentra ella? —volvió a inquirir, sin genuino interés por el estado de su madre, más bien por preguntar. Sabía que no obtendría mucho de ella, pues siguiendo su propia filosofía, no iba a derramar lágrima alguna aún si estuviera siendo amartillada con tragedias continuas.

—Tranquila. Pero es apariencia. Sé que quiere verte. Nos necesita, por eso te he llamado. 

Eren meditó acerca de esto por unos segundos. Luego llegó a la conclusión de que sus deseos no importaban en lo absoluto y no podría negarse. No creía en las palabras de Zeke, Carla nunca lo querría ver ahora, cuando se encontraba presuntamente destrozada. Eren quería ver a su padre, saber de él, y por esto se terminó motivando para asistir. Al fin y al cabo, Grisha había sido la única persona en la familia la cual no había lastimado directamente a su persona. Tal vez la indiferencia de un padre ausente codificara en su cerebro un trauma, pero entre otras cosas, no lo había herido como su madre o su abuelo. Eren comprendió que aún le guardaba alguna estima a su padre. 

Sin embargo, en vida nunca pudo asumirlo.

Y todavía le costaba.

—Está bien, iré. Espérame ahí —señaló, obteniendo una afirmación por respuesta. Y al segundo, Zeke cortó.

No se levantó de inmediato, se tomó un rato de descanso. Debía primero digerir la muerte de su padre, y aún le quedaban rastros de sueño. Si era honesto, todavía no distinguía si era o no real. Si bien resultaba hipócrita que un hombre tan familiarizado con la muerte no pudiera asimilar la muerte de su propio padre, no era algo en lo que había pensado. Había creído que inclusive él moriría antes que su padre. Eren tenía enemigos, había dañado la psique de muchas personas arrebatando las vidas de sus seres queridos. Su propia mente podría haberle jugado una mala pasada antes que Grisha muriera. Él no tenía enemigos aparentes, Grisha no había lastimado a nadie ni provocado la ira en los corazones de otros. En efecto, llevó a Eren a considerar que se trataba de un atentado ya planeado. Grisha era inteligente, conocía los lugares que recorría, sabía muy bien a dónde se dirigía. Se le hizo bastante extraña su pronta muerte, en especial el hecho de haber ocurrido en una zona bien conocida por él, que consideraba segura. 

UNDER YOUR SKIN. {EREMIKA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora