Katanóisi.

568 61 5
                                    


𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 6.
𝐊𝐚𝐭𝐚𝐧𝐨́𝐢𝐬𝐢.

┉┅━━━━━━☠︎━━━━━━┅┉









No supo cuándo se durmió. Contemplar el cielo desde la comodidad de la cama luego de un baño tibio portaba cualidades sedantes. Tampoco recordaba sus sueños. Sabía que había soñado, pero no lograba recordar. Sabía que un personaje emergió en ellos. Un duende, o al menos, algo parecido a un duende blanco, con ojos como pequeñas circunferencias redondas y negras. No gozaba de boca, ni tampoco de una nariz. De cuerpo humanoide. Bueno, pensaba que sabía un poco, pero entre más analizaba, la única certeza era que no sabía nada. Y entre más se esforzaba en describir a la figura, más se olvidaba del sueño. Para concluir, se decantó por ignorar que había soñado algo y se enfocó en sucesos terrenales y no pertenecientes al plano de los sueños. Eren ya no estaba a su lado, se había duchado. La sensación de vacío en la cama la decepcionó, pero le reconfortó el pensamiento de que después de salir del baño volvería a encontrarse con él. Otro pensamiento caótico asomó. Le pasaba en estos días. Se imaginó como su novia, o como una esposa dormida en su cama luego de una agitada noche de encuentro amoroso. Un pensamiento caótico. Eren no era ni el uno por ciento de lo que significaba ser un novio o un esposo, y para Mikasa la sola idea de enrollarse entre las sábanas con alguien le estremecía. Era mero una cruda ilusión.

Mientras esperaba a que saliera del baño, Mikasa se dedicó a inspeccionar el lugar. Un amoblado elegante y minimalista. Las paredes blancas, las cortinas blancas, y las ventanas transparentes, tan relucientes, eran dignas de una persona que demostraba órden mental. Estudiando a su alrededor, Mikasa reflexionó que no parecía propio de una mente psicopática y enferma. De algún modo, tal era el orden, como si con este aplicado a su habitación intentara compaginar el caos de su mente enferma. Quizá ella estaba pensando de más, extrayendo conclusiones a premisas que caían en lo ridículo de lo imposible que eran, o tal vez, de todo lo que pensaba, algo de verdad tenía y acertaba. Empero, permaneció en un enigma.

Sus ojos se dirigieron al mueble alto de la esquina, justo detrás de la puerta. El mueble, bañado de un inmaculado blanco puro, atrajo su atención de inmediato. Pero, lo que más le atrajo, no fue su perfecto barnizado, sino, la imperfección en su orden absoluto. Un cajón yacía abierto, diferente a todos los demás bien asegurados. Mikasa comprendió que no podía cerrar por algo sobresaliente del cajón. Debatiéndose entre si era buena o mala idea aproximarse a intrusear para descubrir el contenido en su interior, le ganó la curiosidad y se animó a acercarse. Cuando pasaba por el baño, escuchó el ruido del agua azotando el piso de la bañera, y presumiblemente el cuerpo desnudo de Eren. Tardaría en bañarse, por ende, estimó que tendría tiempo de sobra para hurgar en el cajón sin ser detenida con las manos en la masa. Debajo de sus pies experimentó un cosquilleo en alerta, y pronto sintió cómo sus pies titubeaban, asustada sobre las consecuencias de su intrusión, y nerviosa por si era vista por el joven hombre. Sin embargo, la sensación cosquilleante no la detuvo, y continuó su camino hasta asomar la cabeza por el cajón.

Descubrió instantáneamente de qué trataba.

Esposas, juegos sexuales, correas, un dildo, un látigo, ese tipo de mierda que le había mostrado hace una semana en aproximación.

Mikasa se apartó con rapidez de la escena del crimen. Sabía por qué era el único cajón abierto. Ya que tantas cosas no cabían en él y por ende tuvo que dejar abierto para que cupieran. No quería que de castigo por comportarse como una intrusa usara algunos de todos esos juguetes.

UNDER YOUR SKIN. {EREMIKA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora