Reincorporándose

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Fue una sorpresa para Ralph cuando su madre le anunció que Adolfo estaba afuera esperando para visitarlo, Ralph era observado por su madre, pero este fue indiferente, así que acercó los papeles que revisaba, -hazlo pasar mamá, y por favor no nos interrumpan.

-Si no te sientes bien o estas cansado, puedo decirle que regrese otro día, Ralph.

Ralph advirtió la intención de su madre, pero no dijo algo.

-Hazlo pasar mamá, imagino que debo ponerme al día en algunos casos y él como nuevo alfa deseará saber qué curso está tomando cada caso, Coral le dio una mirada escrutadora a su hijo, pero este siguió en lo suyo sin mostrar algo más, -bien cariño, pero sabes que puedes llamarme si me necesitas.

Adolfo se sentía humillado y molesto, mientras parado como pendejo esperaba a que Coral le permitiera ver a Ralph. A veces la bravura de esa mujer le hacía temblar las pelotas.

La pequeña mujer regresó con la sonrisa mas petulante que solamente se usa para moler el orgullo de algún cabrón con aires de todopoderoso.

-Mi hijo le espera, no creo necesario recordarle que él valga la redundancia no recuerda algo antes de su accidente, así que le aconsejo que no haga comentarios innecesarios, Adolfo la miró, su mirada intensa denotaba lo furioso que se encontraba, pero no le daría el gusto a Coral de verle enfrentarse a una mujer.

-No te preocupes Coral, solo vengo por unos casos por los que me han estado preguntando.

Coral asintió satisfecha, -entonces no tardará mucho, afirmó la mujer mientras lo guiaba hasta el interior de la hermosa casa, Adolfo la recorrió en silencio.

Cuando Coral abrió la puerta de la habitación se encontró con un hermoso joven que sentado revisaba algunas carpetas, y este ni siquiera les escuchó entrar, Coral viendo el ensimismamiento en el que se encontraba su hijo tocó ligeramente la puerta, solo lo necesario para llamar la atención del hermoso rubio, Ralph levantó la mirada y la dirigió a su madre, luego a Adolfo, -el alfa vino a una muy breve visita, recalcó Coral, para advertir al alfa que el tiempo lo tenía medido.

Ralph saludó como quien saluda a un nuevo gerente, o a alguien a quien no se conoce pero que ocupa un cargo muy especial, -buenas tardes alfa, siéntese, Coral miró con una silenciosa advertencia a Adolfo y le dedicó la mas radiante sonrisa a su hijo, estaré fuera si me necesitas, Ralph sonrió a su madre quien ya iba a cerrar la puerta, -no la cierres mamá, el alfa no va a tardar y me siento un poco cansado, Ralph sonó tan veraz que Coral no objetó y feliz por la respuesta de su hijo los dejó solos, pero la verdad era que ver al alfa le producía una especie de confusión, como cuando se revuelven muchas barajas de naipes y quedan en total desorden.

Por su parte Adolfo sintió como el mundo se movía a sus píes.

Ahora comprendía que de alguna manera el ver al muchacho cada día antes del accidente le servía para alimentar su ego y ahora solo veía a un hermoso muchacho que lo miraba como uno más del montón, si le pegaban en las pelotas, dolería menos que eso.

-Veo que estas revisando algunos casos, dijo Adolfo a modo de saludo, Ralph asintió, -hay casos que ya estaba por concluir antes se mi accidente según las fechas en las hojas, Adolfo observó, más que observar casi escarbó en la mirada se ese hermoso joven, solo para encontrarse con una mirada sin más emoción sentimental.

Aclarando su garganta Adolfo habló -De hecho, vengo para corroborar tu estado de salud y para programar tu regreso a tu despacho en el cubil, Ralph sonrió en algún momento llegó a considerar el cubil como su hogar y amaba ayudar a las personas que iban a buscar ayuda, eso sí lo recordaba, al igual que recordaba amar su trabajo.

-Creo que mi recuperación tardará todavía algunas semanas más, y después deberé empezar la fisioterapia, Adolfo asintió, ahora entendía esa sensación de querer retener con sus manos el agua que corre en un río, era lo mismo con Ralph, si no hacía algo lo perdería.

El pensar en que ahora quería al muchacho lo dejaría para cuando estuviera sólo y pudiera devanar sus ideas, no frente a él quien lo miraba indiferente, y Adolfo estaba seguro que su propia mirada era mil veces más hiriente cuando miraba a Ralph con la más feroz indiferencia.

-Puedo venir a verte en las tardes y tal vez sacarte un poco de esta recámara.

Ralph sonrió aún con su mirada confundida agradeció la intención. -mmmm, gracias alfa, pero prefiero no interrumpir sus labores.

Adolfo sintió un frío recorrer su cuerpo, había sido rechazado.

Semanas atrás él había rechazado y ahora el karma de la vida le devolvía el golpe.

Pero no había llegado a sus cuarenta y cinco años por ser imbécil, -insisto, dijo Adolfo tratando de sonar amable, sin estar muy seguro de haberlo logrado, vendré a verte un rato por las tardes, sin dar lugar a una réplica o rechazo, Adolfo se despidió de manera cortés.

Tenía mucho que hacer para lograr algo con Ralph, el qué aun no le quedaba claro, pero no quería esa mirada, sí era un puto egoísta, un bastardo cruel, pero odiaba esa mirada vacía y sin emoción.

Semanas pasaban, y Adolfo se estaba convirtiendo en una molesta presencia constante en la casa de Coral.

La mujer casi le arrancaba la cabeza mientras profería todo tipo de amenazas, desde vender sus órganos, castrarlo, hasta sentarlo sin calzones en medio de un hormiguero de hormiguitas rojas.

Adolfo empezó a cambiar de estrategia, si quería llegar a un frío Ralph, debía conquistar a Coral.

Así que poco a poco, Adolfo empezó a llegar con chocolates los cuales fueron tirados en su presencia porque Coral era alérgica, luego con un ramo de flores, que la mujer dejó por ahí, luego con dos pases reservados en el restaurante mas exclusivo de la ciudad para ella y un acompañante, -el dueño es mi primo dijo divertida Coral mientras miraba los pases, Adolfo suspiró ¡nunca podría ganarse a esa mujer! -escucha Coral, solo trato de ser amable. Coral lo miró, -Adolfo, tú no eres un hombre generoso, así que lo que sea que estés planeando, déjalo, Ralph es feliz así.

Adolfo miró largamente a Coral, sus manos se hicieron puños tan apretados, pero era verdad, Ralph había cambiado. Ahora Adolfo ni siquiera estaba seguro de que Ralph fuera gay. Todo tipo de ideas paseaban por su cabeza y cada una era más compleja que la otra. Los temores e inseguridades eran más profundas cada día.

Ahora quien agonizaba por una mirada de arrobo de ese bello rubio era él.


Mi Querido LycanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora