La ultima lagrima

820 120 13
                                    

Ralph sentía que esos dos días después de haber visto a Adolfo con el atractivo hombre, eran similares a lo que algunos creyentes de leyendas considerarían como infierno, aunque más bien para él era una muerte lenta, era como ser envenenado un poquito cada día, y sabía que al final él moriría, por esa muerte segura es que tiraría su moneda al aire, estaba decidido a que sea así, después de todo se lo debía así mismo, para poder ser libre y continuar con su camino, porque sabía que no había algo ahí por parte del alfa, pero quería escucharle, así eso le rompiera el corazón.

Y como Ralph tenía por regla hacer las importantes confesiones en momentos poco asertivos, esta no sería la excepción. Se había decidido por arriesgarse en la fiesta que el alfa daría para su padre.

Varias manadas habían llegado para presentar sus respetos al retirado alfa quien en su momento había sentado muchos precedentes favorables que sirvieron de ejemplo para las demás manadas y estas le reconocían sus aportaciones, además de que viejo alfa había sido benévolo y generoso, por eso el salón estaba lleno n o solo de alfas y de miembros de los consejos de las manadas, sino de humanos y lycans quienes veían en Ulrich un amigo.

Ralph llegó a la hermosa mansión acompañando de su madre, Coral apreciaba a Ulrich tanto como su amado Anuk lo había hecho.

-Mira ¡cuántos vehículos han llegado!, Ralph sonrió al recordar que una expresión similar había sido dicha por su propia boca cuando su padre lo había traído para su primer patrullaje.

Y curiosamente como esa vez, también haría una confesión.

Ralph estacionó su lujoso vehículo en el espacio reservado para la guardia alfa.

Agradecía esa ventaja pues así su madre no tendría que caminar mucho.

-Todas las manadas aliadas fueron invitadas mamá. Así que creo vendrán más personas.

Coral sonrió maliciosa, -al menos el pelmazo de Adolfo intenta dar la debida honra a su padre, Ralph sonrió sutilmente, su madre a veces era una chiquilla que hacía comentarios de ese tipo. Ahora con el paso de los años, Ralph pudo ver de quien había heredado la lengua filosa pues era tan evidente que a su madre no le agradaba el actual alfa.

Al entrar al hermoso salón en seguida fueron rodeados por conocidos, algunos viejos y otros nuevos, pero todos también querían estar cerca del ejecutor como a veces los Alfas llamaban a Ralph.

Coral se disculpó con su hijo al darle una mirada traviesa. La mujer había visto a varias mujeres de su edad que le hacían señas, Ralph sonrió, amaba ver a su madre tan feliz y risueña.

-Te veré más tarde hijo, Coral sonrió y con pasos gráciles llegó hasta el grupo de mujeres quienes la abrazaron, Ralph sonrió y saludó con la mano al grupito quienes le sonrieron de manera tonta, como un grupo de chiquillas.

-Veo que está muy feliz, Ralph sonrió al reconocer la suave voz de Ulrich que le hablaba a sus espaldas.

-Felicidades tío Ulrich, Ralph abrazó a su tío honorario, el hombre devolvió el gesto de manera amorosa, -efectivamente amo ver a mi madre tan feliz.

-Ella siempre fue una excelente mujer y su papel como madre queda constatado nada mas con ver cómo te ha formado.

Ralph sonrió orgulloso, Ulrich no pudo más que sentir jactancia por ver a Ralph convertirse en un pacífico hombre amable.

Tampoco ignoró como los presentes después de saludarle, buscaban la atención del chico, como si lo consideraran una celebridad.

-Vaya que Adolfo está ocupado, dijo el suspicaz hombre mirando hacia la dirección en donde se encontraba su hijo hablando con otros alfas, entre ellos Benjamín Guillén y Carlos Montero acompañados todos de sus respectivas parejas.

Mi Querido LycanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora