Otra oportunidad

984 105 0
                                    

Ralph y Adolfo se devoraban en medio de la hermosa sala del departamento de Ralph.

La ropa solo era obstáculo que debían librar para conectarse, —me encanta tu cuerpo, afirmaba Adolfo, cuyas manos torturaban los costados de Ralph su piel se sentía caliente y firme al tacto experto del alfa.

—A mí me encantas todo tú, dijo Ralph mirando directamente a los ojos de Adolfo, en donde se reflejó. —Te amo a pesar de conocer tu lado mas cruel, a pesar de haber sentido tu desprecio, Adolfo miró incómodo a Ralph, sin comprender a donde se dirigía este con esos comentarios, Ralph vio el embarazoso enojo de Adolfo, besó sus labios y sonrió, —lo que quiero decirte es que a pesar de todo, te amo, sé que me estoy arriesgando, sé que puede doler, sé que puedo perder mucho en esta relación, pero yo lo decido así.

Adolfo ahora estaba seguro de algo, Ralph lo amaba, aun conociendo lo peor de él, lo amaba.

—Te admiro Ralph, Adolfo sonrió con tristeza, —conociste lo peor de mí y aún así me amas, creo como ni yo mismo me amo.

Ralph pegó su frente con la de Adolfo, —pues el gran alfa Supremo debe amarse, porque si no, no podrá entregar lo que no tiene.

Adolfo sonrió malicioso, al tiempo que su cadera empujaba en la tiesa erección de Ralph.

—Contigo voy a aprender a ser un mejor ser humano, la castigadora boca de Adolfo, hablaba y succionaba el blanco cuello de Ralph quien ya estaba sostenido de Adolfo por los hombros como si fuera un salvavidas.

Adolfo giró la cabeza buscando, hasta que su mirada se fijó en el amplio y cómodo sofá de Ralph, —bonito sofá, la voz rasposa e incitadora de Adolfo hizo que Ralph abriera los ojos solo para ser guiado hasta el mencionado sofá. Adolfo poco a poco como quien desenvuelve un regalo, se deshizo de cada prenda que atrapaba el cuerpo de Ralph. Cuando este quedó desnudo en toda su gloria, lo reclinó en la parte del reposabrazos, quedando inclinado y con el culo al aire, Adolfo casi babea al ver ese delicioso trasero y con la provocadora imagen de las pelotas siendo aplastadas. Guió su mano entre el sofá y las caderas de Ralph solo para liberar la tiesa polla, Ralph gimió de placer por el contacto de aquella fuerte y callosa mano.

—Esto será sucio y duro, Ralph, el aliento de Adolfo era como hielo en la cálida piel de Ralph, quien sensual ofreció más el trasero rozando éste con la polla dura de Adolfo, la cual todavía tenía la ropa puesta.

Ralph esperaba expectante, sintiéndose expuesto a la hambrienta vista, —Adolfo, por favor deja de hacer promesas, suplicaba Ralph mientras su cadera buscaba fricción con la tela del sofá, Adolfo suspiró y se arrodilló hasta que su cara quedó justo al nivel del redondo y delicioso culo que se mostraba ansioso.

La humedad de la lengua hizo gemir a Ralph, y desinhibidamente abrió las piernas un poco más mientras a tientas buscaba con la mano, hasta que con ella aferró del cabello a Adolfo, buscando que este penetre más con la lengua que humedecía aquella cavidad.

Los gemidos y jadeos eran melodiosamente sexuales.

Adolfo aprovechó para dilatar a Ralph con lengua y dedos, y con la otra mano agarraba a Ralph de la cadera tan fuertemente que estaba seguro que dejaría marcas en esa prístina piel.

Cuando Adolfo estuvo seguro de su trabajo, se alejó, Ralph jadeaba y mojaba el asiento del sillón con saliva, el cabello rubio revuelto caía enmarañado alrededor de su rojiza cara, el inconfundible sonido de un cierre bajándose, un envoltorio de aluminio siendo rasgado y el empujón de una punta roma en su dilatado ano, fue la secuencia de aquella conexión.

Ambos apretaron los dientes cuando Ralph se empujó de golpe hasta las bolas.

—Aaaaah, delicioso, la voz gutural y grave de Adolfo le indicó a Ralph que este, estaba tocando el limbo, lo mismo que él.

—Por favor que sea duro, rogó Ralph, Adolfo solo apresó más las caderas con ambas manos y los fuertes empujones empezaron de manera implacable.

Ralph se sentía volar, con la polla dura de Adolfo en su interior y su verga friccionando en el brazo del sofá.

Y para sumar a la ecuación los labios de Adolfo, chupaban, mordían y marcaban aquella sensible piel.

—Más, por favor Adolfo, no, aaaaah, por favor yo; la incoherente palabrería de Ralph hizo sentir satisfecho a Adolfo, —si no puedes armar frases, estoy...Adolfo apretaba los dientes para poder hablar correctamente, —haciendo bien las cosas.

Ralph con sus dos manos a tientas lograron aferrarse a esos tensos globos de Adolfo, hasta que el orgasmo los atrapó a los dos como la ola de un tsunami.

—Te amo Ralph, jadeaba Adolfo dejándose caer sobre un desvencijado Ralph que también boqueaba para aspirar aire.

Ralph suspiró feliz, —También te amo Adolfo.

Con pesar Adolfo salió del interior de Ralph, deshaciéndose del condón dio una ligera nalgada a Ralph, —vamos a asearnos y a dormir un poco.

Ralph se irguió lo mejor que pudo, sintiendo sus piernas entumecidas por la extraña postura. Pero feliz tomó la mano que Adolfo le ofrecía y se dirigieron al baño en donde aparte de lavarse todos los recovecos, también se masturbaron una vez más, solo para poder caer dormidos y despertar abrazados y agradecidos por la oportunidad que literalmente tenían delante de sus ojos.

—La expectación en la ciudad era evidente.

Después de todo, no era común que los pobladores fueran convocados por su alfa.

La guardia Alfa estaba presente, al igual que Coral y Ulrich, estos en primera fila.

Él rostro de ambos amigos era radiante, sospechaban de qué se trataba todo aquello.

Mientras en alguna parte del bosque, un lobo blanco y uno pardo, corrían y jugaban, como si el tiempo no existiera.

La luna era brillante, era hermosa e iluminaba todo a su paso.

El lobo blanco dio un pequeño gruñido para llamar la atención del lobo pardo que ya se había quedado rezagado, el lobo pardo al escuchar el gruñido corrió para quedar cerca, corrieron un poco más dentro de una cueva en donde se transformaron y vistieron, —Vamos, Adolfo dio una nalgada juguetona a Ralph, (amaba dar nalgadas a ese turgente culo), ya nos están esperando. Ralph amarró su cabello en una coleta y de inmediato siguió a su alfa.

Adolfo de reojo vio a Ralph y sonrió satisfecho. Su ejecutor, su consejero, siempre estaría a su lado.

Mi Querido LycanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora