Ideas

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Ralph tomaba un café antes de salir para su despacho, después de un poco de ejercicio, su ánimo siempre estaba mejor, hasta que llegaba al cubil alfa y tenía que hacer frente a Adolfo.

Al llegar a su despacho, un fresco y renovado Ralph pudo escuchar una tenue voz que realmente era amortiguada por las paredes, era Adolfo riendo y hablando por teléfono, Ralph sintió celos de quien sea estuviera haciendo reír al alfa, pues Ralph en todos esos años, nunca había logrado sacar una sonrisa genuina al frío hombre.

-No seas tonto, hoy no podré verte, Adolfo escuchaba la voz de su nueva conquista detrás del teléfono, también escuchó el momento justo en que Ralph entraba a su despacho, pero ese sonido no llamó su atención, un comentario mordaz dicho por el hombre detrás del teléfono le hizo reír.

-Jaime en verdad me gustas, pero tengo cosas que hacer, Adolfo empezaba a ponerse desesperado, la demanda de su tiempo por parte de una pareja, era una de las causas por las que no las tenía de manera fija. Acostones y mamadas, sí, pero no una relación a largo plazo, él ya había tenido su dosis de malas relaciones y ¿qué había ganado?, un corazón que, al reponerse de alguna ruptura, cerraba con gruesas cicatrices que solo dejaban endurecida su confianza en las personas. Sin embargo, ahora ya con cuarenta y cinco años era necesaria una pareja, pues como el gran alfa supremo y el único lobo blanco debería procrear, si fuera heterosexual, lo haría a la vieja usanza, pero al ser gay, podría usar una madre sustituta y asegurar que la siguiente generación de lobo blanco viniera en camino. Jaime le gustaba, era un atractivo hombre de treinta y dos años, un médico cirujano maduro que sabía lo que esperaba de la vida y que follaba como un adolescente. Por eso haber conocido a un lycan de otra manada fue algo fortuito y oportuno, aunque sabía que su padre no aprobaría a Jaime, quien era muy elitista y algo despectivo, muy diferente a su, amado Ralph.

-Te veré mañana, Jaime, y te llevaré a ese lugar que tanto quieres. Sin más preámbulo Adolfo colgó. Sus ojos se encontraron con una carpeta amarilla, tenía como rótulo en una limpia y elegante caligrafía, el título de "informe Guillén", Adolfo abrió la carpeta la cual leyó. Todo estaba correcto, como siempre que encargaba a Ralph hacer algo, el muchacho le sorprendía con un trabajo excepcional.

A veces ansiaba cambiar la indiferencia que sentía por Ralph, después de todo lo había visto convertirse en un hermoso hombre, pero simplemente no parecían tener algo en común, aunado a que su padre parecía preferir al mocoso y nunca habían cruzado mas palabras de las necesarias y siempre con relación a las funciones del consejero de la manada.

Como alfa estuvo al lado de la familia Luna Lascurain cuando Anuk murió, durante el funeral y como era lo esperado flanqueo el féretro y presidió el cortejo junto con Coral, Ralph y Ulrich su padre, pero eso fue toda su participación, aunque respetó a Anuk como consejero, su presencia más bien fue un acto protocolario, porque nunca fueron cercanos.

Adolfo sospechaba que Ralph estaba encaprichado con un revolcón con el lobo blanco, así de grande era el ego de Adolfo, pero también reconocía que el muchacho no era famoso por sus romances. ¡Tan diferente de él!

Ralph regresaba de visitar a una familia de la manada, una mujer que pedía ayuda por quedar viuda, era una humana al igual que su fallecido esposo, pero eran personas leales a la manada, Ralph a veces veía en las personas vulnerables a su propia madre, y agradecía la solvencia económica que ambos tenían. También eso le llevaba a ayudar a las personas que no tenían tanta solvencia y aún la tuvieran, ricos y pobres sufrían con la pérdida de un ser amado, el joven ejecutor era presidente de varias fundaciones sin fines de lucro que buscaban apoyar a las familias de la manada y eran programas eficientes y exitosos que las demás manadas estaban implementando como modelo.

Las voces y risas en el pasillo llamaron la atención de Ralph, pero hoy no sentía esa curiosidad cotidiana y estrujadora, hoy estaba un poco más allá del cansancio emocional de lo que le gustaría admitir. De alguna manera también era miedo, miedo a encontrar a un radiante Adolfo paseándose con su nueva pareja, recordándole a Ralph lo idiota que era y lo inútil de seguir enamorado de alguien que nunca lo amaría.

Así que optó por lo que mejor podía, saldría a visitar un caso más, a pesar de su cansancio prefería eso a escuchar, a ser consciente de que no era amado.

Adolfo había decidido ya, que Jaime era una apuesta segura, el hombre cumplía con algunos requisitos y lo mejor y favorable, era de mente abierta, así que tríos o intercambios no le desagradaban para nada, estaba bien con una relación abierta.

Ese día en particular le parecía bueno para llevar a Jaime a conocer el cubil, después de todo él sería parte de la manada en algún momento.

Jaime impresionado veía el lujo del cubil, toda tecnología y pulcritud estaban en ese lugar, como humano el médico no era ajeno a las tradiciones de los lycan y si bien se había relacionado con algunos, nuca con un alfa, así que la experiencia era por demás interesante. Con beneplácito Jaime vio que los integrantes de la manada eran muy atractivos, mucho más masculinos que los humanos.

Pero su verdadero interés estaba en el delicioso alfa canoso que a pesar de su frialdad, era sexy como el infierno, así que Jaime hizo una jugada provocando al alfa mientras este le explicaba el recorrido, Jaime posó la mano del alfa en su entrepierna, Adolfo de inmediato se giró levantando la ceja, su visitante quería jugar y él no estaba en un maldito parque o en una guardería, así que arrinconó al hombre apuesto, listo para hacer una advertencia, pero el tramposo hombre atrajo a Adolfo hacia un beso desquiciado y demandante, mientras sus caderas se frotaban moliéndose en Adolfo que pudo sentir la dureza de su pareja, tan perdidos estaban ambos que solo reaccionaron cuando una puerta se cerró, Adolfo se separó un poco de su visitante, pero mantuvo a este entre la pared y su cuerpo, Ralph miraba la escena, confundido, apenado pero sobre todo dolido.

Nunca en sus años de estar dentro del cubil vio a Adolfo llevar alguna de sus múltiples parejas, y hoy ahí estaba, casi follándose a un guapo y distinguido moreno. El silencio fue muy breve, Ralph rápido se recompuso como si no hubiera pasado algo, el joven ejecutor con paso rápido caminó hasta la salida, la voz indiferente y fría de Adolfo tronó en el pasillo y se detuvo cuando este le habló, - ¿tienes otro caso?, Ralph cuadró los hombros y volteó a ver a Adolfo, pero su mirada traicionera también vio al hombre que aun permanecía aferrado a los hombros de Adolfo, -tengo una visita más, la había olvidado, la seguridad de su voz, sorprendió al mismo Ralph, Adolfo asintió, entonces mañana nos veremos, pues yo estaré ocupado hoy, Ralph asintió, y con un movimiento de cabeza se despidió de ambos hombres.

La risita de Jaime le hizo recordar a Adolfo lo que iba a decirle, -creo que alguien está enamorado del alfa, dijo Jaime burlón, Adolfo podría no sentirse atraído por Ralph, pero de ninguna manera permitiría burlas a los miembros de su manada, así que tomó de la mandíbula al hombre, -nunca follo en mi cubil, la voz amenazante contrastaba con la mirada calmada de Adolfo, -y ese muchacho es una de las personas de mayor confianza, seguro estaba tan contrariado por tu "escenita", el alfa miraba amenazante a su pareja, Jaime suspiró, conocía a varios lycans y sabía que muchos tenían políticas acartonadas en cuanto al manejo de sus cubiles, pero la reacción de Adolfo era algo digno de hacerle pensar si el atractivo alfa valía la pena para aguantar someterse a las reglas de una pareja alfa y de una manada gobernada con mano de hierro.

-Ese no es ningún muchacho Adolfo, la mano del hombre acarició el amplio pecho del alfa, -es un hombre y realmente es muy hermoso, no estoy en contra de hacer un trio con él, Jaime sonrió coqueto, esperando que Adolfo con sintiera aquello.

-Eso nunca sucederá, al menos no con él, Adolfo dio media vuelta y caminó hacia su oficina, dejando a un contrariado Jaime quien mejor lo siguió en silencio.

Mi Querido LycanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora