Con la luna como testigo

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—Agradezco que estén reunidos aquí, Adolfo hablaba mientras su mirada gélida peinaba la zona. Eran cientos de personas que estaban reunidas.

Personas que de alguna manera habían encontrado en la manada Osorio, un lugar, pues fue de las primeras manadas en ser incluyente, todo eso gracias a su padre que ahora sonreía feliz y Adolfo se sintió agradecido por todo lo que el viejo alfa le había enseñado.

Las personas tenían la vista fija en su alfa, en el orgulloso lobo blanco que estaba flanqueado por el hermoso consejero y ejecutor que lo tomaba de la mano, la manada supo que por fin el amable ejecutor tendría su recompensa, aunque todos sabían que era Adolfo el afortunado.

—No les voy a robar mucho tiempo, solamente queremos Ralph Luna y yo, anunciar nuestra unión, por un momento el silencio fue evidente.

Coral se llevó la mano a la boca para calmar un gemido, Ulrich sonrió y le dio un afectuoso abrazo, esperando que su amiga llorara de felicidad y no de carencias de ideas para lograr un homicidio.

En una semana nos casaremos y vendrán como testigos las manadas aliadas. Están todos ustedes invitados a la boda.

Los vítores, hurras, rechiflas fueron estruendosos.

Adolfo aprovechó para acercar a Ralph y darle un beso delante de todos, y ese fue un señor beso, con exploración de amígdalas incluido. Las rechiflas fueron jubilosas y también hicieron comentarios divertidos.

Ulrich fue el primero en abrazar a su hijo, —Lo lograste bastardo engreído, Adolfo sonrió al sentir la suave cachetada de su padre.

—Gracias papá, por todo, por enseñarme y por amar a Ralph.

Ulrich sonrió y abrazo a su hijo, Coral abrazaba a Ralph, —sabes que a mí me va a costar un poco más creerle, pero si él te hace feliz cada día de tu vida, Coral sonrió con traviesa malicia, tal vez le perdone la vida, Ralph sonrió y besó la cabeza de su madre, —lo perdonarás mamá, porque tú me enseñaste a ser compasivo, Coral lagrimaba aferrándose al sólido y delgado cuerpo de su hijo, añorando que Anuk estuviera ahí con ellos.

Adolfo abrazó a Coral, —lo amo, Adolfo miraba a Coral, —y no voy a descansar hasta demostrárselo cada día de mi vida. Coral sonrió con pesar, quiero nietos Adolfo, quiero ver a mis nietos, lo mismo tu padre, Adolfo sonrió, dalo por hecho Coral, verás a tus nietos.

Una semana pasó tan rápido, no lejos de estrés de ligeras peleas y de intensas reconciliaciones, pues preparar una boda para la realeza lycan no era algo sencillo, por más que ellos lo desearan, estaban Coral y las mujeres y hombres de la manada ilusionados por crear el evento del siglo, si eso fuera posible. La pareja optó por dar libertad a los autonombrados organizadores y decidieron que eso era mejor para todos y todas.

Mientras la pareja se desgastaba mejor en la alcoba.

—Quiero que cuando te levantes de ahora en adelante para hacer alguna comida, esta barra te traiga recuerdos sucios, Adolfo trataba de hablar o mejor que podía mientras sus caderas empujaban fuertemente hasta quedar enterrado profundamente en el culo de Ralph.

—Yo, aaah, yo creo que no existe un solo lugar, en, aaagh, la casa, que no, mmmm, hayamos profanado ya.

Adolfo quiso responder, en serio quería, tenía una ingeniosa respuesta en mente, pero su cabeza inferior estaba tomado fuertemente el liderazgo, así que mejor plantó un beso húmedo y sucio a su bello ejecutor que tomó como un héroe todo lo que el vigoroso alfa le daba.

Cuando por fin salieron para dirigirse al cubil, la pareja vio que los habitantes les saludaban felices, Adolfo al principio se sentía incómodo, siempre había sido temido y ahora las caras sonrientes era algo que le desconcertaba, Ralph fue comprensivo y le ayudó como desde siempre, para que este respondiera a aquellas muestras de afecto. Adolfo vio que su imagen mejoraba y en cuestión de días se encontró así mismo devolviendo de manera natural los saludos y hasta se dio tiempo para bromear con algunos pocos con los que cruzó palabras, eso les significó el mundo para ellos.

La ciudad de Osorio estaba llena, pues no todos los días se casaba alguien de la realeza lycan.

Las manadas invitadas estaban llegando a tan glamoroso evento, las casas abrieron sus puertas para hospedar a los invitados y una muy buena zona de los bosques fue arreglada para que las casas de campaña de los visitantes estuvieran pudieran ser instaladas.

La manada de Carlos Montero con Alan Ojeda, acompañados de Eduardo Romero el nuevo beta y Aria Ezquivel quien se veía radiante y feliz, el consejo de Montero y muchos miembros de la manada llegaron y se sumaron a alguna reparación o detalle que surgió de último momento.

También llegaron Benjamín Guillén Flores, con una hermosa bebé vestida como un elegante repollito, a lado de un guapo Lucio Santillán, lo mismo su consejo se hizo presente junto con algunos miembros de su manada.

Otras manadas se unieron dispuestas a dar su respaldo y respeto a la nueva pareja.

Pero en medio de toda la fiesta, de la algarabía y entre momentos, Adolfo abrazaba a Ralph a quien besaba tiernamente.

La pareja estaba radiante, se veían tan distinguidos y felices como si siempre hubieran destinados a ser, por eso no se separaban más que lo estrictamente necesario, tanto como la posición del alfa como el de ejecutor lo permitiera.

—Nunca olvides que te amo, nunca olvides que no me complementas, me acompañas, nunca olvides que la única mano que quiero sostener cuando esté triste es la tuya, y nunca olvides que tú me ayudas a ser mejor, Adolfo miraba a su esposo al decir sus votos, el nudo en su garganta era enorme, temía caer muerto delante de todas las manadas, le era difícil respirar, —y aun así lo olvidares, yo lucharé para enamorarte una y otra vez.

Muchos de los presentes lagrimaban, entre ellos Ulrich y Coral, aquellas palabras eran venidas desde lo más profundo, tenían el peso de la verdad.

Ralph no dijo votos, Adolfo era quien necesitaba hacer el reclamo y la promesa delante de todas las manadas, se lo debía a su hermoso esposo.

Los votos fueron rápidos, la pareja quería descubrirse, por todos los años que nada más Ralph anheló y por los años en los que Adolfo estuvo ciego, la alegría se podía sentir en cada persona reunida, y Adolfo entendió que su amado Ralph valía la pena.

Las felicitaciones, los aplausos y las rechiflas demostraron que las manadas n o solo estaban felices por la pareja, sino que se demostraba un aire de paz, cada miembro tenía un lugar valioso dentro de su manada, atrás quedaron las peleas por el poder, atrás quedó el derramamiento de sangre.

Adolfo abrazó a su esposo mientras bailaban claro de luna, la pareja se demostró su amor con tiernos besos, con suaves caricias, pero sobre todo con sus acciones, esas que siempre les delatarían.

—Bebé asegúrate de nunca olvidar este momento, Ralph sonrió por la petición que hizo Adolfo, creo que esto es algo que nunca, nunca podría olvidar.

Mi Querido LycanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora