Capítulo XVII: La Estrella de los Tejados.

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XVII

«LA ESTRELLA DE LOS TEJADOS»

«Nunca se alcanza la verdad total,

ni nunca se está totalmente alejado de ella».

Aristóteles

El martes que Félix fue a la disquera se convirtió en el día más temeroso de toda su vida. Tras la presentación de sus facultades, conocer al equipo con que trabajaría y al representante más codiciado de Madrid, lo normal es que se sentiría eufórico, pero no era así. Félix en su apartamento caminaba en círculos, ensayaba en su mente y cantaba a las golondrinas cada cinco de la mañana donde estas salían a la luz.

En la tarde de ese día, Félix y los chicos propusieron lo que sería la canción que le presentarán a Eugene en dos días. Había pasado gran parte del día e incluso de la noche encerrado en el estudio junto a la banda, y de vez en cuando con la presencia de Dolores. Pol dirigió todo el juego de instrumentos, coros y voces principales, pues él era conocido por ser director musical aparte de bajista. A diferencia de su anterior banda, estos chicos eran más carismáticos y le era más fácil relacionarse. Ya había llegado al punto en el que ya no les extrañaba en lo absoluto, lo único que memoraba eran las noches en el bar donde se presentaban.

Félix en ciertas noches empezó a pensar que la separación de la banda, la ruptura de su estabilidad emocional y falta de conexión musical se debía por la propuesta que les hizo a sus compañeros de banda de tocar aquella noche de Halloween. De seguro que si no lo hubiera hecho, seguirían tocando cada noche más y mejor. Al igual y si no se hubieran separado, Félix no estaría tan nervioso por la segunda prueba con Eugene que tenía para hoy. Si siguieran juntos, cumplirían cinco años juntos.

Ha estado caminando somnoliento por todo su apartamento estas dos noches. Le pesaba el no dormir, pero cuando quería hacerlo las ganas desaparecían. Cantaba en sus pensamientos y reflexionaba entres sus exámenes. Ahora mismo estaba en casa, ya presentó el trabajo del discurso que hizo hace dos semanas y dentro de media hora tenía que volver a la universidad a entregar el penúltimo trabajo que le dará la vía libre para seguir a cuarto semestre.

Félix se encontraba recostado en su sofá, recién salido del baño tras darse una segunda ducha el día de hoy. Su cabello medio largo caía sobre el espaldar del sofá, y lo repasaba con trazos inconexos gracias a las gotas que brotaban de su melena. Tenía en la orilla del cenicero un cigarro de menta a poco de acabar, mientras que en su cuarto sonaba una y otra vez su móvil. Cansado, se levantó de allí, caminando con solo ropa interior a buscar el insistente chillido de su móvil.

―¿Dolores? ―Preguntó cuando reconoció el contacto que le llamaba.

Gairebé no agafes el mòbil, porto dient una bona estona ―se quejó.

―Perdona por no haberlo cogido, me estaba tomando una ducha.

La noche anterior Dolores le comentó que también hablaba catalán. Muchos ciudadanos de Madrid lo entendían, más no lo hablaban.

Estàs preparat per a això d'avui?

―Un poco, debo volver a la universidad por algo y tendré todo libre ―salió del cuarto y masticó una galleta de encima del comedor―. Ya no me enfocaré en nada más, solo en demostrarle a Eugene lo que valgo.

―Más te vale ―aseguró ella.

―Espera un segundo ―avisó él.

Un golpe sonó en su portal y Félix corrió a atenderlo a pesar de no estar bien vestido.

Southern Souls. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora