Capítulo XVIII: Las Últimas Revelaciones.

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XVIII

«LAS ÚLTIMAS REVELACIONES»

«Nunca es igual saber la verdad

por uno mismo

que tener que escucharla

por otro».

Aldous Huxley

Seis días después de que Félix presentara su prueba y recibiera la aprobación de Eugene, creía que nada más podía llenarlo por completo. En su apartamento, Félix se encontraba acostado en la cama con Dolores a su lado. Los dos estaban desnudos, con las sábanas sobre el suelo y solo tenían el calor de la compañía del otro para abrigarse del frío. El músico fumaba mientras tarareaba la canción que cantaría esta tarde, y Dolores acariciaba los largos y finos dedos del mayor que sobresalían por un lado de su cabeza. Ya se habían acostumbrado al aroma del tabaco que ahogaba la habitación, y Dolores se estaba acomodando a la idea de tener que hablar con Félix por medio de señas; el músico le había enseñado lo básico. Dolores a veces se distraía viendo el cuarto mientras Félix se perdía en sus pensamientos. Los vinilos que antes le pertenecían a su padre permanecían junto al tocadiscos que repetía las favoritas del músico cada vez que ella entraba a la habitación. Ella ya se había aprendido varias, y cuando salía y las escuchaba por la calle recordaba el aroma del cigarro, del sexo y del artista.

Félix se sentía realizado, ya no le pedía nada más a la vida. No tenía a su familia en su mente, ni siquiera como un viejo recuerdo de algo bonito, solo los veía en las fotos del salón como las personas que compartieron cierto tiempo de vida con él. El músico quería creer que ya no los necesitaba, que podía vivir solo y sin ellos por mucho tiempo más, como lo ha hecho durante el último año y medio.

La nube del cigarro se hacía más grande en el cuarto y el apego de Dolores al cuerpo de Félix se profundizaba con el pasar de los segundos. La chica había llegado como la última vez, pues Félix necesitaba desestresarse. Esta tarde tendrá su última prueba en la disquera, donde le demostrará a varias personas, ejecutivos y productores del medio musical, el talento que corría por sus venas.

Eugene encargó hacer un pequeño concierto para presentar a Félix: la nueva cara de Spain Records. La presentación era hoy en la tarde y Félix sentía que ya tenía su cuerpo entero en la disquera. No había nada más que lo hiciera feliz. Félix no solo pensaba que su vida profesional estaba empezando y que su arte por fin sería apreciado, también sentía que su vida personal estaba teniendo un gran cambio y todo gracias a la castaña de a su lado. Félix observó de reojo la figura de Dolores, y con su mano libre empezó a acariciar el cuerpo de la chica. Dolores sonrió y le miró, los dos se besaron y una nube de cigarro se sumó a la habitación.

Et vull molt, ho saps? ―Musitó Félix cerca de su rostro.

Sí, ho sé ―respondió ella, besando sus labios una vez más mientras bajaba su mano para retomar una sesión de sexo―. Demostra'm quant m'estimes.

―Antes de llegar a eso ―gruñó Félix sobre sus labios, logrando que Dolores alejara su mano―, quiero hacer algo.

El músico se levantó de la cama y tomó la guitarra que estaba cerca de la puerta. Afinó los acordes y se sentó en el borde de la cama. El instrumento le cubría su desnudez y Dolores se reincorporó para sentarse abrazada a sus piernas. Félix con la plumilla en su boca observó la mirada de Dolores y sonrió.

Quins feixos? ―Preguntó la chica.

Des de fa molt volia dir-te com em sentia ―respondió, ojeando el instrumento para asegurarse de que todo estuviera bien―. No trobava les paraules perquè mai vaig ser bo parlant, però cantant sempre he estat el millor. Aquesta va per tu, per ser tal com ets.

Southern Souls. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora