Capítulo XXII: Año Nuevo, Mentiras Viejas.

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XXII

«AÑO NUEVO, MENTIRAS VIEJAS»

«Cuando la verdad sea

demasiado débil para defenderse

tendrá que pasar al ataque».

Bertolt Brecht

Después de navidad venía año nuevo, y había que tomar decisiones para vivir un poco mejor que el anterior. Por eso, tras sus charlas con Martín, Diego convocó una reunión de Las Cruces, incluyendo a Sara, pues ella era uno de los temas principales de la asamblea. La reunión se llevó a cabo el 30 de diciembre, ya que el rubio no quería dañar las festividades planeadas para el último día del año con malas noticias que no deberían importar.

A las once de la mañana la Guarida estaba a abarrotar de todos los integrantes de Las Cruces. Diego durmió con estrés al pensar si la decisión que iba a tomar sería la correcta. El rubio se despertó a las diez cuando el bullicio empezó a llegar hasta la última planta, se levantó a regañadientes y media hora después ya estaba en la primera planta saludando a todos los que veía. Marina entró por la puerta con otras Cruces, los dos se vieron y sonrieron por cordialidad. Diego llamó a la pelirroja para hablar en privado y la chica aceptó sin chistar.

En la misma sala donde Diego recibió la noticia de que lo querían como líder se encerró con Marina para hablar con calma. Diego rodeó la mesa para estar en un extremo, se recostó en la pared y sacó un cigarro para fumar. Marina observó el porte de su amigo, tan calmado y relajado que pareciera no tener jaquecas por no poder dormir bien. La pelirroja se apoyó sobre la mesa y esperó impaciente a que su amigo dijera la primera palabra.

―Marina, tengo muchas que contarte ―saludó, exhalando el humo.

―Bien, te escucho.

―Primero lo primero, convoqué esta reunión para tocar dos puntos importantes: Sara y el futuro del sur.

―¿A qué te refieres?

―Está claro que lo ocurrido aquella noche fue obra de la euforia y la adrenalina del momento, no estaba en mis cavales para tomar una decisión correcta. Hoy se supone que dictaminaré si Sara debe seguir con nosotros en Las Cruces, y más allá de eso, conocer sus verdaderos deseos; si su lugar está con nosotros o con ellos.

―Sabes que aunque ella se quiera quedar muchos no lo aceptarán.

―Cuento con ello, como también cuento con la idea de que aquí yo soy el líder, y la decisión que tome, guste o no al resto, deberán aceptarla sin chistar ―explicó con firmeza. Marina se sorprendió por lo dicho, asintió y Diego exhaló―. Lo segundo tiene que ver también con lo de esa noche. Tras lo que hizo Carla, junto a lo de Juan, está claro que los Carroñeros no estarán felices y buscarán hacer algo contra nosotros.

―Me lo olía, pero no sé si llegará a suceder.

―A ver, estamos hablando de que uno de los nuestros se metía en su territorio y les robaba mercancía, que esa noche quizá muchas Cruces cruzaron a su lado del sur para atacarlos y que alguien intentó asesinar a su líder. El problema menos importante esa noche fue Sara, pero la ironía es que todo empezó gracias a ello.

―Diego, no sé qué tienes en mente, pero la decisión que tomes la aceptaré. Más allá de ser parte de Las Cruces, soy tu amiga, y debo estar ahí para apoyarte ―Marina sonrió y Diego asintió con una pequeña sonrisa de su comisura de los labios. El rubio apagó el cigarro en el viejo cenicero de la mesa y Marina habló una vez más―. En otros temas, conmigo no hablaste durante todo este tiempo, o no al menos como solías hacer, pero ¿has intentado comunicarte con Carla? ¿Siquiera hablar de lo ocurrido entre vosotros dos, o lo que hizo ella en la noche?

Southern Souls. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora