13

33 20 38
                                    

Iban corriendo por los pasillos tres paramédicos con una camilla, y en la camilla se encontraba Kai. Su piel estaba demasiado roja, casi que parecía que se hubiera quemado, su cuerpo se estaba sacudiendo de manera acelerada y lo que se diría despectivamente como "exagerada", las convulsiones que le daban por culpa de los efectos del TDAH ya se le habían hecho costumbre pero aún así no era que le gustaran.

—Intenta respirar como puedas ¿Sí?— dijo una mujer que iba con él, realmente se estaba ahogando y sentía casi que podría desmayarse en ese instante -porque, sí, ya le había sucedido algo así en alguna ocasión-.

En su mente solo podía escuchar una y otra vez aquella frase que lo había marcado y había dejado aquel efecto tan horrible en él.

"Eres solo un débil que no puede defenderse de ninguna manera, trastornado asqueroso" Aquel recuerdo bastante horrible, la imágen de cómo su hermana mayor moría a manos de su propia prima mayor y cómo él no podía hacer nada porque lo estaban torturando de manera psicológica...

En vez de tranquilizarlo, lo alteraba mucho más.

Lo cierto es que el meterse en ese pensamiento de aquella manera le ayudaba a distraerse de lo que le estaba pasando a su cuerpo en ese momento, pero lo malo es que precisamente aquel sentimiento tan amargo que le producía causaba que su cuerpo reaccionara cada vez peor, cortándole el aire y la libertad de movimiento, pero sobre todo lo privaba de alguna sensación de comodidad o de felicidad.

Entraron finalmente a la zona de urgencias, Kai ya conocía esa zona perfectamente y aún teniendo sus ojos cerrados sabía casi que a la perfección por dónde y hacia dónde de dirigía con una exactitud demasiado cercana a la realidad.

"¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de lo que estoy haciendo ahora? No es mi culpa que tú y esa idiota me hayan quitado el poco cariño que recibía por parte de la familia" odiaba sin duda aquellas memorias, pero en serio no podía evitar tener aquellos recuerdos tan espantosos, era una reacción demasiado involuntaria de su cerebro en situaciones de pánico.

Sí, en vez de su pensamiento intentar ayudarlo a calmarse le reproducía una y otra vez los peores recuerdos de toda su vida, aquellos que se puede decir que le jodieron la existencia.

Podía escuchar alrededor todo el sonido de las máquinas y sentir cada uno de los toques que recibía por parte de los paramédicos, pero eso no lo consiguió distraer de nada, aunque finalmente consiguió calmarse cuando sintió un objeto filudo sobre su cuerpo y el cómo su cuerpo y su cerebro caían dormidos como efecto de aquella inyección.

Finalmente así pasaron las horas restantes hasta una hora antes del desayuno, su cuerpo tuvo reacciones favorables y no hubo ninguna clase de mayor riesgo ni efecto secundario desfavorable, aunque quizá él no era el único que estaba en una situación así...

Quizá... Alguien más estaba también en una situación así, aunque no en la realidad.

•••

Se encontraban aquel chico de doce años y su madre en una fiesta de cumpleaños, eran los quince años de la hija de una amiga de su madre y a él le tocaba ir.

Después de todo, el quedarse solo le daba demasiado miedo y no había quien pudiera cuidarlo esa noche.

Se encontraban en ese momento cantando el "feliz cumpleaños", eran alrededor de sesenta personas así que claramente el ruido que había era bastante alto, cosa que estaba ahora incomodando al chico.

—Mamá... Necesito salir, por...

—¡Ya cálmate, solo aguanta dos minutos más y ya!— el  chico solo asintió con miedo y siguió observando hacia la cumpleañera, abrazándose a sí mismo.

Sick Hearts [TXT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora