8: and when you go, don't return to me, my love.

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Era un día nublado en Inglaterra, el otoño había llegado antes de lo usual y se pronosticaba una lluvia dispersa en todo el día

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Era un día nublado en Inglaterra, el otoño había llegado antes de lo usual y se pronosticaba una lluvia dispersa en todo el día. Al otro lado de la ciudad se hallaba un chico de trece años sentado en frente de una lápida mientras cortaba el pasto con sus dedos y hablaba con ella pretendiendo que era su padre.

Era triste pensar que, de alguna forma, lo convencía de que estaba ahí cuando en realidad no lo estaba. Solo hablaba con un pedazo de cerámica con el nombre de su padre grabado en ella con la fecha de nacimiento y la fecha de su muerte, y su cuerpo se encontraba enterrado a tres metros bajo suelo luego de cuatro años.

Louis no era fan de visitar el cementerio constantemente, pero tenía que hacerlo si eso significaba estar lejos de su casa un par de horas. Había pasado de ir cuatro veces al año, a visitar la tumba de su padre una vez al mes, pero ahora, estaba yendo una vez a la semana. Todos los viernes al finalizar sus clases, tomaba un autobús para verlo sin falta en el último año.

Sabía que no era sano visitarlo constantemente cada semana, pero lo hacía de todos modos porque lo extrañaba, era el único de su familia que iba a dejarle rosas blancas todo el tiempo cuando llegaba. Pasó saliva y observó las hierbas del césped enredados en sus dedos antes de soltarlos.

―Me va mal en las clases, pero eso no te sorprendería, mis notas siempre fueron malas. ―dijo soltando una leve risa mientras tomaba las rosas que había traído con él horas atrás y quitarle con sus dedos las espinas de ellas. ―Lamento no poder venir a verte la semana pasada, pero mamá ha estado muy... tensa. ―dijo mientras intentaba quitar las espinas con mayor rapidez. La discusión que habían tenido apareció rápidamente por su mente. ―Pero eso ya lo sabes, conoces su temperamento. ―dijo Louis, pero cuando una espina se le había clavado entre sus uñas, un leve gemido salió de sus labios y en su garganta se formara un nudo.

Odiaba mencionarla, pero si no lo hacía, quedaría mal con su padre. Él siempre la amó, no nombrarla en su tumba, sería malo para su padre y Louis quería que se sintiera bien sabiendo que los dos estaban bien.

Apretó sus labios y trató de no llorar, no quería hacerlo enfrente de su padre. Tenía que comportarse bien en frente de él y no hacerlo sentir mal. Aún muerto, no podía permitirse mostrarse vulnerable ante su cuerpo. Se juró a sí mismo ser más maduro, intentar mejorar y hacer que su padre estuviera orgulloso del castaño como siempre. Se metió el dedo en su boca y dejó las rosas en el pequeño florero en frente de él.

―Pero si te preguntas cómo está ella, está bien. No te preocupes. ―dijo con un hilo de voz, aclaró su garganta cuando lo notó y suspiró para ver la lápida.

<<No llores, Louis. No llores...>> se repitió mentalmente mientras veía que en su dedo salía ligeramente sangre.

―Entre nosotros, he llegado a envidiarte por tu estado a veces. ―dijo Louis soltando una risa amarga y negó levemente. ―Daría lo que fuera para estar contigo y... ―apretó sus labios, ahogando las palabras. Estaba diciendo mucho.

my famous last words (welcome to the black parade, little boy) | l.s [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora