18.

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POV Omnisciente.

Y ahí estaba Jadelyn, en su casa, sentada en una silla abrazando sus rodillas. Su cabeza se dejaba caer en sus brazos, se sentía agotada. Sus bonitos ojos ya pesaban en sus cuencas y apenas eran las diez y media pasadas. Estaba lloviendo, el relajante ruido solo le daba ganas de dormir y no levantarse hasta la noche del día siguiente.
Por otro lado, ese no era el único motivo por el cuál quería descansar. Había estado con Tori como por seis semanas y se había cansado.

Estuvo todo ese tiempo viajando de un local a otro comprando frutas y verduras específicas para que pueda cocinarle comidas que vio en la dieta del especialista de su novia.

La castaña también ponía su mayor esfuerzo e intentaba comer todo lo que West ponía en su plato, pero nada podía ayudarla en totalidad. Ella sabía que el problema estaba en su cabeza y que si no se trataba, por más que lo quisiera con todas sus fuerzas, no iba a salir de esa situación.

Varias veces aguantó su llanto al estar al lado de Jadelyn, no quería angustiarla, sabía que estaba poniendo mucho de sí y pensaba que preocuparla de más sería egoísta de su parte.

Su tenedor con un pedacito de comida rozaba sus labios, pero su mandíbula se tensaba de solo sentir el aroma. La boca de su estómago se volvía dura como una piedra y la mano que tenía libre se aferraba a su muslo izquierdo con nerviosismo.

Jade le consultó a Victoria que prefería, si quería que la acompañase en cada comida o no, y Tori eligió lo que se le ocurrió en el momento; que no esté. Pero ahora, en ese preciso instante en el que supo que no iba a poder terminar esos fideos, quiso socorrer a su ayuda. Iba a tomar el celular pero estaba temblando de miedo.
Le daba tanto terror ser una carga para ella, ¿y si la rechazaba? ¿Y si se había hartado?
Mordió su labio. No quiso marcarle.

Tiró el celular lejos y se acomodó en su lugar. Tomó aire de la forma más relajada que pudo, lo acompañó cerrando sus ojos. Tenía seca la garganta y un sentimiento de tristeza colgando en su pecho. Relamió la comisura de sus labios y aunque no quería quebrarse, lo hizo. Unas ácidas lágrimas resbalaron por su mentón haciendo que cada vez tenga menos apetito, o más bien, menos iniciativa para comer.
Suspiró, deseaba haberle dicho a Jade que la necesitaba a su lado para poder alimentarse, porque eso de luchar sola la estaba matando lentamente.

Y aunque varias veces se intentó convencer de que West debió haber indagado más, no pudo culparla. Se lo preguntó cuatro veces en distintas partes del día, ¿qué se suponía que debía reclamarle? Se sentía idiota e inútil, la cabeza le daba vueltas y el sueño tampoco venía.
Relamió la punta del tenedor ya vacío haber si eso la tentaba a alimentarse, pero nada. Era como si su cerebro le jugara en contra todo el día, como una máquina que todo el tiempo presionara el botón de "hard level".

Era difícil, le costaba a horrores dejar esos hábitos y esa maldita enfermedad. No iba a lograrlo, sentía que no iba a poder hacerlo. Quiso cubrir su rostro.

𝓔𝓷 𝓵𝓸𝓼 𝓽𝓮𝓳𝓪𝓭𝓸𝓼 ~  Tori Vega (+Jade West) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora