23.

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POV  Omnisciente.

-¿Y entonces cómo les fue a los nuevos?- Preguntó Zayn mientras comía una manzana verde dentro de la sala de maestros.

-Nada nuevo, y a diferencia de los anteriores años, mucho peor-. Arrugó las cejas el señor Dillon, estaba decepcionado. -Pero tengo un dilema-. 

-¿Qué pasó, tío?- Exclamó el joven para levantarse del asiento. Sus jeans des-ajustados hicieron que se tropiece un segundo.

-Hay... bueno, alguien que tal vez reciba buenas noticias-. Masajeó su entrecejo. -Aunque, aún no cantaré victoria, hay dos trabajos prácticos que están aprobados, pero hay uno que...- Negó con la cabeza. -Quedó escaso de información-.

-¿Ah, sí? ¿Qué tan escaso?- Preguntó dándole una ojeada rápida a las cuatro hojas A4 sobre el escritorio.

-Bastante-. Espetó. -Tengo mucho en qué pensar, normalmente no la aceptaría-.

-Espera-. Pidió. -¿Acabas de decir que los trabajos restantes están aprobados?- El hombre asintió. -Bueno, tal vez este también lo esté. Quizá no tuvo tiempo para terminarlo-.

-¿Y qué me asegura eso?-

-Anda, no seas tan riguroso, tío. Tienes dos perfectos trabajos aquí como base; estos son los que te demuestran que esta chica...-

-Jadelyn August West-. Re-leyó el nombre tipeado en el margen de los trabajos.

-Ella, supongo, tiene potencial-. Sonrió de lado. -¿No lo crees?- Dillon bufó. -¿Qué?-

-Detesto tu empatía con los recién llegados-. Zayn le guiñó el ojo y le dió un enorme mordisco a su manzana verde.

-Ya sabes como soy, tío, puro corazón-. Rió.

POV  Victoria Vega.

Otra vez mi boca se negaba a ingerir bocado. Podía sentir como mi lengua se escondía detrás de mis dientes, tensa, áspera. El dolor de cabeza que sentía en ese instante era abismal, sentía que me daba tumbos cada parte del cerebro. Sentía náuseas espantosas y mis labios secos ardían. Mis ojos comenzaron a lagrimear, nadie se daba una idea de lo difícil que era para ver un plato de comida  y saber que tenía que comérmelo. Megan estaba comiendo una hamburguesa enfrente mío mientras chateaba por celular. Yo varias veces tomé agua, debía distraer el rumbo de la cena, no podía dejar que me vea de esa forma. Podía sentir mis lagrimales húmedos, de nuevo esa sensación amarga y oscura, ese sentimiento de insuficiencia conmigo misma, ¿qué me costaba ser normal? ¿Incluso mejor quizá? Veía a la rubia tan despreocupada masticando, devorando una hamburguesa con queso cheddar y dos piezas de carne jugosa; ella ni siquiera se preocupaba por los aderezos que colgaban de su labio superior o la cantidad de miga que tenía el pan de su comida. ¿Cómo era posible? ¿Todo eso era raro para alguien como yo o era raro para todo el mundo?
Se me cerró el estómago sin siquiera haber ingerido bocado. Iba a subir a mi habitación a llorar en silencio, Megan hacía tanto alboroto mirando Tiktoks y bailando los trends en su asiento que probablemente no lo notaría. Ella por su parte había acabado la hamburguesa y relamía sus dedos con felicidad, disfrutaba cada segundo en el que se alimentaba. No podía negar que la envidiaba, porque para colmo su abdomen y muslos parecían no estar enterados de que se alimentaba, ¡estaba super delgada y tonificada!
Levanté mi plato aún lleno con una mano y me dirigí a la cocina, pensaba tirarla en el pequeño cesto que almacenaba allí. Me dolía hacerlo, mi padre siempre me dijo que la comida jamás se tiraba. Relamí mis labios y busqué un tenedor con la mirada; en el fondo sabía que nunca iba a poder terminarla. De repente el celular de Megan dejó de provocar sonido y eso hizo que toda mi escena de tirar la comida fuera más molesta. Apreté la mandíbula y con el tenedor arrastré toda la hamburguesa hacia la bolsa del tacho de basura.

𝓔𝓷 𝓵𝓸𝓼 𝓽𝓮𝓳𝓪𝓭𝓸𝓼 ~  Tori Vega (+Jade West) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora