INDIVISIBLE

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«Estabas muy cerca. Sólo nos separaban diez ríos, tres idiomas, dos fronteras: cuatro días de ti a mí". 

"Fábula y signo", Pedro Salinas

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No sabía casi nada de Jungkook. Su pasado era un puñado de palabras en la boca de su padre, ese verano en Daegu. En cambio, conocía sus manos. Las caricias que eran órdenes para su cuerpo. Erízate. Retuércete. Levita. Exhala. Vuélvete eréctil.

¿Quién era Jeon? Un huérfano. Sabía que su madre estaba muerta. Que había sido dejado a la deriva por su padre. Y era todo. Pero, en cambio, conocía muy bien el tacto de su boca arremetiendo contra la suya. La determinación con la que se comía sus jadeos y se bebía su saliva, solo podía hacerlo un hombre libre.

Entre esas cuatro paredes, el desconocido desabotonaba su camisa con familiaridad. Era bella y verde, la forma en que la retiraba. Finalmente, estaba sucediendo. ¿Recuerdas la primera vez, Taehyung? Estabas desesperado al igual que hoy. Y te llevaste su pene a tu boca, y dejaste que él hiciera lo mismo, y tocaste un poco el cielo o el cielo cayó y se revolcó en esa pequeña cama con ustedes. Ahora estás tan desesperado, o más, porque sabes del placer que puede darte.

La pierna de Jungkook había encontrado una cómoda posición entre las suyas, y Taehyung las presionaba con las propias, asumiendo que el avance vendría por diversos frentes. Dudaba dónde dejarse vencer y dónde resistirse. ¿Allá donde las manos se abrían camino, en la profunda línea de su espalda? ¿Lo dejaría avanzar? Tras el pensamiento, la ardiente sensación entró por debajo de su jean y de su ropa interior nueva. Y claro, se rindió allí, porque claramente le excitaba que apretara con rudeza. Entonces ¿debía hacerle retroceder ahí donde su lengua o sus dientes se afilaban? No, en su cuello también necesitaba capitular y ser arrancado a pedazos.

Debía rendirse. Célula a célula. ¿No había venido a eso? ¿A ser derrotado en la oscuridad de una habitación? Pero... no podía, puesto que una pequeña y ridícula vocecita le hablaba de su padre. Y de la vergüenza. Y el oprobio.

De pie aún, Jungkook se esforzaba en ganar. A Taehyung lo enloquecía cuando retornaba a su boca. ¿Acaso era lícito que alguien tan joven supiera cómo mover, con quirúrgica precisión, cada músculo de su cuerpo? No existía en su mundo nada con que pudiera compararlo. Era placer en un estado animal.

Sus sentidos se confundían. Podía saborear ¿sangre? Quizás demasiada fogosidad. Puede que uno de los dos mordiera el labio del otro.

Pronto se encontró sentado sobre la cama. Más pronto fue liberado de sus pantalones. Que de tan apretados se fueron con los calzoncillos. En ese estado de desnudez podía considerarse vulnerable como un recién nacido y, en cuanto se dio cuenta de que Jungkook prendería el velador, su mano se lo impidió.

Hubo un pequeño sobresalto. La luz que entraba por la ventana no los alcanzaba y era difícil adivinar su expresión. Solo por el tono supo de su incredulidad.

"¿Qué pasa?"

"¿Podrías dejarla apagada?"

"¿Por qué? ¿No quieres verme?" un pequeño quejido se hundió y lo hundió desde la tráquea. "Que no me veas no lo hará menos real"

Claro que sabía aquello. Saber o racionalizar, no le impediría creer en la superchería de que la oscuridad lo protegería de su propia conciencia.

Su corazón, de por sí acelerado, enloqueció al entender cuáles serían las siguientes palabras. Porque no conocía en absoluto, pero conocía absolutamente a Jeon Jungkook.

Who wants to live forever, anyway? [Completa❤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora