The raven

107 18 15
                                    


"No sólo la incertidumbre y la espera, también la irracional expectativa, las fantasías, se convierten en esenciales para el corazón de una persona, y ya no es capaz de renunciar a ellas".

Berta isla, Javier Marías

......

Entró al departamento en puntas de pies, a tientas, confiando en que su memoria le hiciera un camino y pudiera esquivar los obstáculos. ¡Aish! ¡Estaba actuando de manera tan sospechosa! Tan sospechosa como era posible. Él, que nunca había sido del todo honesto, parecía dispuesto a confesar y pedir clemencia a la menor oportunidad.

Se duchó, esperando que el sonido del agua se deshiciera antes de caer sobre la losa. Todo debía hacerse en el más piadoso silencio.

Taehyung trataba de no enfrentarse al espejo. Temía cada moretón, rasguño y mordida que Jungkook había dejado a su paso. Retirar, tal cual una serpiente, esa piel que había sido desgarrada, le resultaba intolerable. Veía los bordes levantados. Debajo estaba él: un despojo de podredumbre. Necesitaba devolverla a su sitio. Pegarla. Seguir actuando como el que había sido una vez.

Dejó su ropa en el cesto. Su bella camisa verde olía a hombre que no era él. El espejo empañado le devolvió una visión borrosa. Minutos después, bien envuelto en toallas, abrió la puerta de su habitación. Tenía el corazón desbocado. Era el corazón delator de Poe en lo profundo de un crimen. Al colocarse el pijama, al poner todo su peso sobre el colchón, esperaba el momento en que ella despertara. Pero nunca lo hizo. Apenas se notaban los contornos de su pequeño cuerpo. ¿Por qué sentía miedo? Su pareja jamás le había pedido explicaciones o recriminado en absoluto. Era inimaginable para él. No. Su miedo no provenía del costado derecho de su cama. Provenía de detrás de la pared. Pese a su esfuerzo, no lograba escuchar los ronquidos de su madre. Lo que solo podía significar una cosa: estaba despierta. Acechando. Sobrevolando. Ella sabía. O sabría al verlo.

En ese momento necesitaba alejar de su cabeza cualquier imagen que incluyera a un joven desnudo y aguerrido, darse vuelta para su placer.

Sucio

asqueroso

repulsivo

placer.

[...]

Seis días.

El domingo siguiente a esa noche su madre fue al monasterio a pedir por la salvación de sus almas. Quiso decir del alma de Tae.

Seis días.

Girando con la monotonía insoportable de una lavadora.

Se sentía incómodo en su propio hogar y debajo de su propia piel. Ese sábado enfrentó su jornada sabiendo de antemano que sería exactamente igual al resto. Las miradas maternas continuarían oscuras. Recriminatorias. Su penitencia incluiría recibir menos ración de comida, oírla suspirar ante la foto de su padre, rodeado de velas, ser ignorado con frialdad.

"Ojalá fuera como tú" murmuraba, con el volumen suficiente como para ser escuchada. Pero el hijo jamás sería igual. Aunque se quedara bajo el control de sus ojos, quieto e inerte, su mente seguiría resquebrajada. Dejando filtrar los recuerdos. Los deseos.

Pagaba su crimen trabajando en exceso, horas extras por las tardes. Estudiando hasta la madrugada, y adelantando trabajos que, probablemente, nadie pediría. Alejando, con manotazos de ahogado, sus ganas de escribirle.

Seis agonizantes días.

Negarse una última mirada, una última caricia, un adiós desde la frialdad de la pantalla...

Who wants to live forever, anyway? [Completa❤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora