La invitación

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Pienso en ti muy despacio, como si te dibujara dentro de mí y quedaras grabado. Tener la certeza de que te voy a ver mañana y siempre en una cadena ininterrumpida de días; que podré mirarte lentamente, que nada entre nosotros ha sido provisional o un accidente.

Elena Poniatowska

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No podía preguntar por qué… ¿Por qué, por segunda vez consecutiva, y sin dar mayores explicaciones, suspendía sus encuentros? Estaba lejos de tener derecho a ello. Taehyung no era nada de Jungkook. Así que le tocaba suponer. Y Tae suponía cosas horribles.
Podía reconocer la sensación desesperante de la pérdida.

Otra vez.

¿Entonces? ¿Entonces qué? ¿Debería rogar? ¿Cómo podía demostrarle lo mucho que lo necesitaba? Quería arrancarse a pedazos su cuerpo, porque dolía demasiado, especialmente por las noches. Estar pegado a su piel, los sábados de 8 a 10, era la piedra angular de su felicidad. 
¿Debería ponerse de rodillas y llorar? ¿Humillarse?

No.

El deseo carnal podía llegar a ser desesperante para un frustrado como él, pero no para alguien experimentado como Jeon. Sus opciones se agotaban. Sus manos estaban vacías, como ese sábado en los pasillos de la biblioteca.

¡Parece que este temporal va a durar un siglo!"

Gritó la bibliotecaria por encima de los estruendos, sacándolo de su ensoñación. Sí, era una gran tormenta. Colocó los últimos dos tomos de El Decamerón en la estantería, y se encaminó al baño para lavarse las manos. La montaña rusa había superado su cima, y ahora se dirigía a su más bajo nivel.

Se observó en el espejo. El sinsabor tenía sus rasgos. Sus cejas gruesas y negras. Sus labios fruncidos. Tenía su edad y altura y vestía como un abuelo.

Hoy Kim Taehyung se iría. Era sábado y se iría a su casa por segunda vez.

[…]

A fin de mes llegó a un nuevo nivel de desesperación. Había pasado antes, eso sí, por un amplio espectro de emociones. Cada tonalidad más oscura que la otra.

¿Tengo que llevar la comida, hoy?”
escribió con el corazón al límite de su capacidad. La respuesta llegó inmediata. “Lo siento, no puedo”

Una puñalada que sonaba a definitiva. Tae quedó observando la pantalla de su teléfono, sin parpadear, hasta que los ojos le ardieron y se llenaron de lágrimas. Pero no es que estuviera llorando. Desde luego. Era cuestión de dejar de mirar fijo el mensaje y olvidarlo. La verdad es que le venía bien. Tendría tiempo para terminar su crónica policial. En su cabeza ya estaba lo suficientemente clara y era cuestión de sentarse a escribir. Había leído demasiadas novelas de misterio como para fracasar.

“Te abandonó más pronto de lo que pensaba”

“¿Qué?”

“Las paredes de esta casa, son delgadas. Parecía pasársela bien. Y no, no sé dónde está”

Y esa fue definitivamente, la parte más baja que un ser humano podría alcanzar, se dijo. ¿Había llegado hasta allí en un estado de trance? Posiblemente, porque para cuando pudo percatarse del lugar, de lo que hacía, de lo mucho que se estaba humillando, fue demasiado tarde. La puerta se abrió de golpe, y el tipo alto salió, paralizando su capacidad de reacción. Lo que necesitaba hacer era correr, hacerse el desentendido. En cambio, se hallaba inmovilizado, con su corazón sangrante expuesto luego de sufrir, rechazo tras rechazo.
Y ahora lo terminaban de pisotear. Te abandonó más pronto de lo que pensaba, le había dicho, apoyándose contra la pared, dejando su pequeño mundo de ilusiones aplastado y convertido en nada. 

Who wants to live forever, anyway? [Completa❤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora