Lo primero que hicimos fue hablar con la señorita Garber sobre nuestros planes con los huérfanos,
y a ella le pareció un proyecto maravilloso. Aquella era su palabra favorita: maravilloso. Eso sí,
siempre después de que te saludara con su típico «Holaaaaaaa» musical.
El lunes, cuando vio que me sabía todo mi texto de memoria, exclamó: «¡Maravilloso!», y a lo
largo de las siguientes dos horas, cada vez que yo concluía una escena, volvía a repetirlo. Al final
del ensayo, había oído esa palabra por lo menos un millón de veces.
Pero la señorita Garber decidió ir un paso más lejos con nuestra idea. Le contó a toda la clase lo
que nos proponíamos, y preguntó si había más alumnos interesados en participar en aquella buena
obra, para que los huérfanos pudieran disfrutar del espectáculo completo. Por la forma en que lo
planteó, era evidente que el resto de mis compañeros no tenían elección, y echó un vistazo por la
clase, a la espera de que alguien asintiera con la cabeza para que ella pudiera darlo por oficial.
Nadie movió ni un músculo, excepto Eddie. No sé cómo, pero en ese preciso momento había
inhalado un insecto por la nariz, y estornudó violentamente. El insecto salió volando, atravesó
disparado su escritorio y aterrizó en el suelo, justo al lado de la pierna de Norma Jean, quien dio un
respingo y se puso a chillar. Los compañeros que estaban junto a ella también gritaron: «¡Puaj! ¡Qué
asco!». El resto de la clase empezó a mirar hacia ellos y a alargar el cuello, en un intento de ver lo
que sucedía, y durante los siguientes diez segundos reinó un caos total en la clase.
La señorita Garber aceptó aquella reacción como la respuesta afirmativa que esperaba.
—¡Maravilloso! —exclamó, dando el tema por zanjado.
Entre tanto, Jamie se estaba poniendo visiblemente emocionada con la idea de actuar para los
huérfanos. Durante un descanso en el ensayo, me arrinconó en una esquina y me dio las gracias por
pensar en ellos.
—Ya sé que tú no tenías ni idea —me dijo en un tono casi conspiratorio—, pero me había estado
preguntando qué podría hacer por el orfanato este año. Llevo meses rezando, porque quiero que esta
Navidad sea la más especial de todas.
—¿Por qué es tan importante esta Navidad? —le pregunté.
Ella sonrió pacientemente, como si le hubiera hecho una pregunta carente de sentido.
—Porque lo es —se limitó a contestar.
El siguiente paso consistía en ir a hablar con el señor Jenkins, el director del orfanato. Yo
todavía no lo conocía, dado que el orfanato estaba en Morehead City, al otro lado del puente de
Beaufort. No había tenido ninguna razón para ir hasta allí.
Cuando Jamie me sorprendió al día siguiente con las nuevas de que íbamos a reunirnos con él
más tarde, me sentí un poco preocupado por si mi indumentaria no era adecuada. Sé que era un
orfanato, pero uno siempre quiere dar una buena impresión. A pesar de que no estaba tan
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Un Amor Para Recordar
RomancePrólogo A los catorce años, mi vida cambió para siempre. Sé que hay personas que se sorprenden cuando me oyen hablar así; me miran con interés, como si Quisieran descifrar qué es lo que sucedió, aunque casi nunca me molesto en dar explicaciones. M...