No sé cuánto tiempo logro dormir sin que las pesadillas me jueguen una mala pasada, pero a juzgar por la luz anaranjada del sol que se filtra a través de la ventana calculo que deben ser alrededor de las ocho de la mañana.
Genial.
Gruño, bostezando e incorporándome sin prisa. De inmediato la herida me escuece al moverme y resoplo, cabreado.
El idiota que me lo hizo me ha jodido pero bien, odio sentirme como un inútil y el hecho de estar tan lejos de mi zona de confort, viviendo con esta desconocida que - por amable que sea - es una extraña, me tiene subiéndome por las paredes.
Necesito hacer algo.
Nunca he sido de los que se quedan quietos por mucho tiempo.
Ignoro el dolor y me encamino hacia la cocina para servirme un vaso de agua. Resoplo al ver que renqueo como un anciano. Joder, todavía estoy débil. Pero tengo que ponerme en forma de nuevo apenas me recupere, esto es una mierda.
Me relleno el vaso y lo acabo del tirón. Estaba realmente sediento.
Algo normal, teniendo en cuenta la ingesta bestial de alcohol que consumí.
— Sí que eres madrugador.
Joder.
La voz de Keisha tras mi espalda por poco hace que se me caiga el vaso de las manos.
No me la esperaba.
— Supongo que estoy adquiriendo nuevos hábitos...— contesto, encogiéndome de hombros mientras la detallo despacio.
Lleva un pijama lila de puntitos, forrado de pelo por completo, que parece bastante calentito y aunque sea un poco infantil, debo admitir que le queda bien.
Ella se sirve otro vaso de agua y se coloca a mi lado, recostada contra la encimera en ademán aparentemente casual. Pero a mí no me engaña.
Sonrío un poco al percatarme de sus intentos por entablar una conversación, aunque es evidente que – como yo – no se le da demasiado bien.
— Buenos días, por cierto — añade al cabo, despreocupada, tomando un plátano del frutero y engulléndolo en dos bocados.
No puedo evitar que se me escape una risa, pues mi mente se va por otros derroteros y ella se da cuenta porque me fulmina con una aviesa mirada.
— Buenos días — correspondo a su saludo.
Pero, a juzgar por su ceño fruncido, me ha pillado.
— Trenton Sawyer, te prohíbo que me mires así.
Joder, ese tono mandón y la manera de pronunciar mi nombre completo...terminan de despertarme, lo reconozco.
Le hago un saludo militar, divertido.
— Lo que tú digas, Keisha Rice.
Admito que estoy disfrutando con este tira y afloja que tenemos, pero decido ponerme serio, no sea que se le agote la paciencia y me ponga de patitas en la calle.
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Trenton: Peligrosa adicción ✔ COMPLETA ©️ EN FÍSICO CON MATCHSTORIES EDITORIAL
RomanceTrenton Sawyer ha luchado con sudor y sangre para salir de una vida de violencia y autodestrucción. Años y años de entrenamiento le han llevado a convertirse en uno de los mejores luchadores de la MMA en las últimas décadas. Sin embargo todo ese sac...