El crujido de los huesos de la mandíbula del tipo que ha intentado derribarme resuena en la madrugada tormentosa como música para mis oídos mientras me muevo frenéticamente de una esquina a otra del callejón, preso de una adrenalina salvaje, sin perder de vista al resto de los siete tipos que han cometido el error de tocarme los huevos esta noche.
Escupe sangre, con la boca rota.
Los otros se tiran a por mí enardecidos por lo que le he hecho a su compañero.
Una sonrisa que delata las ganas de bronca que me invaden se estira por mis comisuras mientras los espero. Puede ser interesante ver qué tienen para ofrecer. Aunque, a juzgar por sus pintas de matones de barrio cutres, diría que no mucho.
Como sea, me contento con poder desfogar un poco de mi ira dándoles una "pequeña lección".
— ¡Hijo de puta! Este es nuestro barrio, de aquí solo te sacan con los pies por delante — me amenaza el que está más cerca, sacándose una navaja del bolsillo de los vaqueros y apuntándome al pecho —. Y ahora, no volveré a repetirlo, dame la pasta.
No me sorprende que no les baste con ir en manada, sino que además sientan la necesidad de sacar un arma para tratar de intimidarme. Predecible.
En lugar de mearme en los pantalones, como parece que esperan que haga, me echo a reír a carcajadas, como si me acabaran de contar el puto mejor chiste de mi vida.
— Si tantas pelotas tienes tira eso y enfréntate a mí — lo reto, cuadrando los hombros y dedicándole "la mirada". Sí, esa mirada con la que quiero decir "acércate un poco más y te haré pedazos con mis propias manos para luego tirarlos al río y que los cocodrilos se coman tus restos".
¿Qué puedo decir? Llevo muy mal que me den órdenes. Problemas de autoridad o alguna mierda parecida, lo llaman.
El aludido esboza una sonrisa ladina – que me da un desagradable vistazo de sus dientes podridos – y, regodeándose, se prepara para atacar.
Pero no cuenta con que yo sea más rápido y de una patada lateral mande su preciada arma lo suficientemente lejos como para que deje de ser un estorbo.
No pierdo el tiempo y aprovecho el desconcierto que se ha adueñado de todos – lo cual me hace sentir insultado porque ¿en serio me creían tan inútil? – y le doy un rodillazo en el estómago, seguido de un cabezazo en plena nariz que lo deja fuera de juego el tiempo suficiente como para que siga con mi trabajo.
Otro de ellos se lanza a por mí, gritando ridículamente. Esquivo su golpe (si es que a eso se le puede llamar tal) y antes siquiera de que tenga tiempo de parpadear agarro su mano y aprieto con tanta fuerza como para quebrarle al menos un par de dedos, luego se lo doblo y lo dejo de rodillas, gimiendo y sollozando en el suelo. De una patada en la cara me lo quito de en medio. Justo cuando varios pares de brazos me agarran desde atrás tratando de contenerme para que un tercero me sacuda.
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Trenton: Peligrosa adicción ✔ COMPLETA ©️ EN FÍSICO CON MATCHSTORIES EDITORIAL
RomanceTrenton Sawyer ha luchado con sudor y sangre para salir de una vida de violencia y autodestrucción. Años y años de entrenamiento le han llevado a convertirse en uno de los mejores luchadores de la MMA en las últimas décadas. Sin embargo todo ese sac...