🥊CAPÍTULO 19 🥊

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TRENTON

Me falta tiempo para salir corriendo con Keisha en brazos hacia la cabaña.

Después de que me confirmara que está segura del paso que quiere dar y viera en sus ojos las ganas que tiene – las mismas que me embargan a mí, por descontado – no he querido perder ni un segundo de tiempo.

Tenemos que aprovechar cada momento, hacer que cada segundo cuente.

Cerramos las puertas y las ventanas para tener un poco de intimidad y enseguida empezamos a quitarnos la ropa con frenesí y nos lanzamos sobre la cama, semidesnudos. 

Estoy tan nervioso o más que Keisha, quien pese a que intenta parecer segura se estremece ligeramente bajo mi peso, porque quiero regalarle la mejor experiencia de su vida y a la vez tengo miedo de ser demasiado brusco o hacer algo mal que lo empeore todo.

Mi único propósito es borrar las huellas de dolor que el bastardo que abusó de ella le dejó en el cuerpo y en el alma y hacerla sentir querida y valiosa, porque eso es lo mínimo que se merece. Keisha se merece el puto firmamento entero y yo soy el loco que estaría más que encantado de intentar bajárselo si con ello le arranca una sonrisa. 

— Quiero que seas tú quien marque el ritmo y me guíe. Si hago algo que no te gusta o te hace sentir incómoda, dímelo. ¿De acuerdo? —le pido. Y nunca había hablado tan en serio.

Quiero que esta sea una experiencia que marque un antes y un después, un recuerdo que poder atesorar y donde disfrutemos al máximo juntos.

— De acuerdo, entrenador —suelta, frunciendo los labios en un mohín pícaro que me la pone dura al instante.

— Te advierto que el ejercicio que vamos a practicar va a ser extremadamente intenso —le susurro al oído, antes de morderle el lóbulo con avidez. Ella me recompensa con un gemido de placer y trago. Estoy tan erecto que es físicamente doloroso.

No la dejo hablar más y junto nuestros labios en un beso arrebatado y tierno al mismo tiempo.

Keisha me sigue el ritmo y me rodea el cuello con los brazos, dejándose llevar.

Está debajo de mí, con las mejillas escarlata, el pelo revuelto y los labios hinchados.

Es una diosa y yo estoy en el Olimpo.

— ¿Qué quieres que haga ahora? —le pregunto. Y puedo ver cómo eso le infunde seguridad.

Me dedica una sonrisa traviesa y juro que podría morirme aquí mismo.

— Quítame el sujetador — ordena. Y no tiene que pedirlo dos veces.

Se lo desabrocho con una agilidad pasmosa y en recompensa ella me atrae hacia su boca para regalarme un beso todavía más apasionado que el anterior.

Nos separamos a tomar aliento.

Sus manos se recrean en la curva de mis abdominales.

Inclino la cabeza hasta la línea de sus bragas de encaje. Las tomo entre mis dientes y empiezo a bajarlas, deleitándome con el descontrol que provoco en Keisha.

Despacio, muy despacio. Para hacerla sentir de todo con tan solo los preliminares.

Keisha es como un lienzo en blanco que quiero pintar poco a poco, deleitándome con cada trazo. Porque el resultado es una obra maestra digna de admirar.

— Trent, por favor...—suplica. Y creo que ni siquiera ella sabe a ciencia cierta qué está pidiendo exactamente. Pero yo sí y se lo doy.

Termino de quitarle la prenda y la tiro a un lado, liberando su coño.

Trenton: Peligrosa adicción ✔ COMPLETA ©️ EN FÍSICO CON MATCHSTORIES EDITORIAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora